Regresé a la academia con mi violín, decidida a no dejarme intimidar por Leonardo. Al entrar, me encontré con Vanessa en el pasillo. La luz fría de los fluorescentes iluminaba su rostro, dándole un aspecto aún más severo. El aire estaba cargado de tensión, y el eco de nuestros pasos resonaba en el silencio.
—¿No aprendiste la lección? —dijo Vanessa con una sonrisa sarcástica, sus ojos brillando con malicia—. Solo estás dando lástima. ¿O quieres que la próxima vez no sea tu violín el que destruya, sino a ti?
Abrí la boca para responder, pero una voz detrás de nosotras me interrumpió.
—¿Qué has dicho, Vanessa? —dijo Leonardo, acercándose con el rostro lleno de furia. Sus pasos resonaban en el pasillo vacío, cada uno cargado de tensión. Su presencia llenaba el espacio, y su mirada era como un rayo de ira.
Vanessa abrió los ojos, sorprendida y asustada. Volteó a ver a Leonardo, tratando de mantener la calma.
—Sofía comenzó a decirme cosas —dijo Vanessa, intentando manipular la situación—. Solo me acerqué a preguntarle cómo seguía y ella empezó a acusarme de cosas que yo sería incapaz de hacer.
Al escuchar sus palabras, fruncí las cejas enojada por su cinismo. Era evidente que estaba tratando de echarme la culpa a mí.
Leonardo la miró con desprecio, sus ojos llenos de decepción y rabia contenida.—Cállate —dijo con firmeza, su voz resonando como un trueno—. Escuché todo. ¿Cómo pudiste ser tan miserable y caer tan bajo con esas niñerías? Debería darte vergüenza hacer esas cosas. ¿Qué clase de persona hace algo así? Aléjate de mi vida y no me busques más.
Vanessa, con lágrimas en los ojos, intentó defenderse.
—Leonardo, es un malentendido...
Pero Leonardo la ignoró y se alejó, dejando a Vanessa rogándole que le creyera. Yo, sin saber exactamente qué acababa de pasar, me quedé allí, pero sentí un peso menos al saber que la verdad había salido a la luz y que Leonardo había descubierto la verdadera cara de Vanessa. Pero también me sentí triste por Leonardo. Sabía que había sido herido por la traición de Vanessa.
Leonardo
Estaba en el auditorio con los profesores, discutiendo los próximos eventos de la academia. Mi mente vagaba, pensando en todo lo que había pasado con Sofía y las cosas que Vanessa me había dicho. De repente, escuché voces elevadas en el pasillo. Me disculpé y salí para ver qué estaba pasando.
Al acercarme, vi a Vanessa hablando con Sofía de una manera que me hizo detenerme.
—¿No aprendiste la lección? —dijo Vanessa con una sonrisa sarcástica—. Solo estás dando lástima. ¿O quieres que la próxima vez no sea tu violín el que destruya, sino a ti?
Mi corazón se aceleró y la furia comenzó a crecer dentro de mí. No podía creer lo que estaba escuchando. Me acerqué rápidamente, tratando de no hacer ruido.
—¿Qué has dicho, Vanessa? —dije, tratando de mantener la calma, pero con el rostro lleno de furia.
Vanessa se giró, sorprendida y asustada. Intentó mantener la calma, pero yo ya había escuchado suficiente.
—Sofía comenzó a decirme cosas —dijo Vanessa, intentando manipular la situación—. Solo me acerqué a preguntarle cómo seguía y ella empezó a acusarme de cosas que yo sería incapaz de hacer.
La miré con desprecio, sintiendo una mezcla de traición y arrepentimiento. ¿Cómo había podido ser tan ciego?
—Cállate —dije con firmeza—. Escuché todo. ¿Cómo pudiste ser tan miserable y caer tan bajo con esas niñerías? Debería darte vergüenza. ¿Qué clase de persona hace algo así? Aléjate de mi vida y no me busques más.
Vanessa, con lágrimas en los ojos, intentó defenderse.
—Leonardo, es un malentendido...
Pero no podía escuchar más. Me alejé, Me sentía traicionado por una amiga de la infancia, alguien en quien había confiado ciegamente. Pero lo peor de todo era el arrepentimiento que sentía por no haber creído en Sofía y por haberle dicho todas esas cosas hirientes.
Escuché los pasos apresurados de Vanessa detrás de mí. No podía creer que aún intentara seguirme después de todo lo que había dicho.
—¡Leonardo, espera! —gritó, con la voz quebrada por las lágrimas.
Me detuve y me giré bruscamente hacia ella, sintiendo una mezcla de furia y repulsión.
—¿No entiendes lo que significa alejarse? —dije, con la voz llena de desprecio—. En este momento, siento un asco profundo por haber sido tan estúpido al creerte, a ti, una persona tan miserable e infeliz.
Deberías sentirte avergonzada por lo que has hecho.Vanessa retrocedió, sus ojos llenos de lágrimas. Parecía que mis palabras la habían golpeado con fuerza.
—Leonardo... —susurró, intentando acercarse de nuevo—. Yo hice todo esto porque te amo. ¡No entiendes! —dijo, su voz subiendo de tono y volviéndose histérica—. Lo hice porque sé que esa mocosa no te hará ganar. Yo estaba dispuesta a hacer el trabajo sucio por ti. ¡Sé que estás enamorado de mí!
Intentó abrazarme, sus manos temblorosas buscando las mías. Sentí un escalofrío de repulsión recorrer mi cuerpo. La empujé, soltando sus manos con fuerza.
—¡Estás loca! —dije, impactado y asqueado—. ¿Cómo no lo vi antes? ¡Déjame en paz!
Vanessa cayó al suelo, sus lágrimas mezclándose con su maquillaje corrido. Gritaba mi nombre, pero no podía soportar escucharla más. Me di la vuelta y me alejé, dejando a Vanessa sola en el pasillo, llorando y gritando.
ESTÁS LEYENDO
MELODÍAS DEL CORAZÓN
RomantizmEn una prestigiosa academia, la rivalidad entre Sofía, una violinista apasionada, y Leonardo, un pianista atormentado, se convierte en una atracción peligrosa. Mientras compiten en un concurso crucial, su relación evoluciona de enemigos a amantes, p...