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"El libro que estás leyendo es una adaptación. La obra original pertenece a @Diother_Lu y puede hallarse en Wattpad y a la venta en Amazon (en formato físico y digital), donde está completa."
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El chico llamado Kibum entra, prendiendo las velas y alumbrando así la habitación. Eso me indica que es de día. Me doy cuenta, mirando la forma en que las llamas bailan, que hecho tanto de menos la luz del sol que su solo recuerdo me causa un vacío en el pecho.

¿Cómo puede uno extrañar cosas tan pequeñas que nunca se paró a apreciar?
—¿Te duele mucho? —pregunta señalando mis tetillas. Miro hacia abajo con horror, aunque por suerte la noche las ha mejorado bastante.
Rojas como cerezas, hinchadas y con pequeñas hendiduras donde la pinza las mordió. Asiento levemente y el chico pasa al frente con un cubo con agua jabonosa y unos cuantos trapos.
Los pasa en silencio por mi cuerpo, refrescándome de una forma que me reconforta.

Cuando toca mis pezones y yo exhalo con un ruido de dolor, él retira el paño y lo hace más gentilmente.
—¿Has vuelto a decirle que no obedecerás? —asiento, debería hacerlo con orgullo, pero no puedo. Solo me siento idiota. —Ya veo... ¿Por qué odias a los vampiros?

—¿Por qué tú no? Deberías.
—No debería ¿Qué razones hay?
—Son malvados, solo sirven para matar, para hacer daño, para destruir y torturar.
—Son buenos en eso, sí, pero porque están diseñados para ello. Tampoco significa que siempre hagan esas cosas. Ahora parecen más malvados porque la guerra endurece a todos, pero puedo asegurarte que ellos son personas, igual que tú y yo. —niego con la cabeza. A las personas les late el corazón, a las personas la muerte las deja en la tumba. Las personas sienten. Ellos no son personas.
—Son viles...
—Si lo fueran ya estarías muerto, igual que yo. —dice algo más serio, tirando los trapos al cubo y comenzando a secarme con especial cuidado. Su rostro está lleno de apatía cada vez que hablo.
—Precisamente por eso lo son. Solo me mantienen vivo para torturarme, para hacer de mi vida un infierno.
—¿Por eso te dan la oportunidad de obedecer y no recibir daño alguno? —sus palabras son como un golpe directo en la nuez, durante un segundo me desconcentran y yo mismo me hago esa pregunta.
—Es una trampa, si me someto a él acabaré igual o peor.
—Yo soy el esclavo de un vampiro ¿Acaso luzco como tú? —lo miro de arriba abajo y no sé siquiera como defenderme.
Está estupendo, obviamente bien alimentado, vestido e incluso su piel está bronceada. Ve el sol.
Agacho la cabeza, sin nada que decir. Mis principios no me dejan abandonar esta testarudez; está mal, no sé por qué, pero lo siento.
Él se inclina hacia mí, poniéndose puntillas para alcanzar los agarres metálicos. Cuando los libera y caigo al suelo él pasa un paño húmedo por mis muñecas.
—No deberías resistirte si te atan aquí, mira. —señala mi piel mojada, al agua se lleva la sangre seca y el óxido y queda mi piel limpia, con profundos cortes que rodean toda mi muñeca —Voy a traerte comida, ves a la cama, debes estar agotado y Minho  vendrá pronto.

Él chico sale un momento de la sala. Mis piernas y brazos entumecidos apenas funcionan así que ni aunque me liberase de la cadena de mi cuello podría oír. Emito un pequeño gemido lastimero y simplemente me echo en la cama. Todo mi cuerpo duele.
Me cuesta trabajo respirar con normalidad, pero lo consigo. Mis músculos se relajan y descanso unos segundos.
—Te dejo esto aquí. Lo he preparado yo, no soy buen cocinero, pero como soy humano al menos sé que tiene mejor pinta que la comida que preparan los vampiros. —dice riendo.
Lo veo andar hasta la puerta, con preocupación en el rostro. Entonces antes de abrirla se voltea y habla:
—Aunque no quieras complacer a Minho , aunque le odies... Por favor, obedécele. Hazlo por tu bien. Hazlo, aunque sea solo por no ser golpeado. —me mira con los ojos acuosos. Yo asiento casi imperceptiblemente y no sé si siquiera le haré caso.

Cuando se marcha hago un gran esfuerzo para incorporarme. Lo logro y echo un vistazo al plato. Carne con verduras y un zumo de naranja. Dios mío, para mí esto ahora es un manjar.
Después de comer vuelvo al lecho y en cuestión de segundos, a diferencia de la noche anterior, me quedo dormido.

Órdenes y desorden***adaptación***Donde viven las historias. Descúbrelo ahora