Los días continuaban pasando, cada uno mezclándose con el siguiente mientras intentaba mantenerme enfocada en mis responsabilidades. Sin embargo, un día, al salir de mi oficina, me encontré con una escena que me hizo detenerme en seco. Jenna estaba allí, en el pasillo, con los ojos hinchados y lágrimas corriendo por sus mejillas mientras su amiga la abrazaba.Mi instinto me llevó directamente hacia ella, sin pensar en nada más.
— Jenna... ¿estás bien? — pregunté, preocupada por su evidente angustia.
Jenna levantó la vista hacia mí, su rostro marcado por el dolor.
— Es mi madre... — susurró, separándose de su amiga. — Ella ha fallecido.
Sus palabras me dejaron sin aliento, completamente sorprendida por la noticia. No supe qué decir en ese momento, solo podía sentir el peso de su tristeza inundando el ambiente.
Jenna comenzó a llorar de nuevo, y antes de que pudiera pensarlo, la acerqué a mí, envolviéndola en un abrazo. Sentí su cuerpo temblar mientras se aferraba a mí, su dolor era palpable, y todo lo que quería era ofrecerle algún tipo de consuelo, por pequeño que fuera.
— Lo siento mucho, Jenna. — dije en voz baja, mientras la sostenía. — Estoy aquí, tómate todo el tiempo que necesites.
Nos quedamos así por un momento, en silencio, mientras ella lloraba en mis brazos. No importaba lo que estuviera sucediendo entre nosotras antes de este momento; todo lo que importaba ahora era estar ahí para ella en su momento de necesidad.
Sobaba su espalda suavemente mientras sus sollozos se ahogaban en mi hombro. La campana sonó, señalando el inicio de la siguiente clase, pero en ese momento, nada de eso importaba.
— Tranquila, Jenna. No debes ir si no quieres. — le susurré, intentando darle un poco de paz en medio de su tormenta.
En lugar de apartarse, Jenna se aferró más a mí, como si mi abrazo fuera lo único que la mantenía anclada. Sentí cómo su dolor traspasaba nuestras barreras, y su necesidad de consuelo resonaba profundamente en mí. Todo lo que podía hacer era sostenerla, dejando que supiera que no estaba sola en su dolor.
La sentí temblar contra mi pecho, su respiración era irregular mientras intentaba calmarse. Todo mi ser estaba concentrado en darle la seguridad que necesitaba en ese momento.
— Estoy aquí, Jenna, y estaré aquí todo el tiempo que necesites. — susurré suavemente, tratando de ser la fortaleza que ella necesitaba.
Los minutos pasaron lentamente, y aunque la campana seguía resonando en los pasillos, ninguna de nosotras se movió. Su amiga se había quedado cerca, observándonos con una mezcla de preocupación y alivio en sus ojos, pero entendía que Jenna necesitaba esto, que necesitaba sentirse sostenida.
Finalmente, los sollozos de Jenna comenzaron a disminuir, aunque su agarre en mí no cedió. Era como si estuviera tratando de absorber toda la seguridad que podía antes de enfrentarse a la realidad nuevamente.
— Si quieres, puedo hablar con los otros profesores y asegurarte un tiempo para descansar. — le ofrecí, sabiendo que necesitaría espacio para procesar todo lo que estaba sucediendo.
Jenna asintió contra mi hombro, sin decir nada. Solo se quedó allí, respirando profundamente, buscando la calma.
— No tienes que enfrentar esto sola, Jenna. — añadí, queriendo asegurarme de que lo entendiera. — Sea lo que sea, estoy aquí para ayudarte.
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Teacher's pet || Jenna Ortega x Fem.
Fanfic𝙈𝙤𝙧𝙜𝙖𝙣 𝙀𝙫𝙖𝙣𝙨, una profesora británica, llega de intercambio a una preparatoria en 𝙇𝙤𝙨 𝘼́𝙣𝙜𝙚𝙡𝙚𝙨, donde conoce a 𝙅𝙚𝙣𝙣𝙖 𝙊𝙧𝙩𝙚𝙜𝙖, una estudiante carismática que pronto se siente atraída por ella. A medida que el semestre a...