Athena.
Bajo las escaleras en dirección a la cocina. Desde hace dos semanas, Dorian me deja el desayuno hecho cada mañana. Es la única forma en la que logro comer, según él. A veces, me cuesta mucho terminar el plato. El estómago se me revuelca y siento el impulso de vomitar, pero lo hago, porque no puedo desobedecerle. Últimamente, he estado obsesionada con la idea de que he subido de peso, y eso me atormenta. No sé cómo evitarlo.Ana suele estar a mi lado mientras como, pero hoy estoy sola en la cocina. Juego con los trozos de carne en mi plato, moviéndolos de un lado a otro. La verdad es que no tengo apetito.
-Creí que salir de ese lugar iba a ser de ayuda -reconozco esa voz inmediatamente. La familiaridad de ella me envuelve.
Neva se sienta a mi lado en el taburete y sonríe, una sonrisa que siempre me da calma.
-Neva... -me abalanzo a ella para abrazarla con fuerza. El contacto con ella es un bálsamo para mi alma.
-También te extrañé, Athena -me aprieta contra su cuerpo, su calor me da seguridad, una sensación que hacía tiempo no sentía.
-¿Cómo fue que lograste venir y entrar? -le pregunto, al dejarla respirar después de la cálida bienvenida.
-Dorian... -empieza a hablar, pero una interrupción nos hace mirar hacia la puerta.
-Laborda, Antonio te espera en el despacho del Kaiser. -Roderick está allí, en la entrada de la cocina, mirando con su típica expresión de desdén. Neva asiente y se levanta rápidamente del asiento.
-Te veré luego -me dedica una mirada fugaz antes de irse, y por un instante me siento vacía al ver cómo se aleja.
Observo a Roderick en silencio, quien sigue de pie, vigilante. Su presencia siempre tiene algo amenazante. Él me dedica su mirada habitual, una que denota desprecio.
-¿Sabes por qué está aquí? -me atrevo a preguntarle, aunque no espero una respuesta amigable. Mi voz suena algo desafiante.
Su expresión se agria aún más, como si mis palabras le molestaran.
-Neva Laborda es un miembro importante en la organización -responde con tono grave, su mirada fija en mí, como si esperara que entendiera. -Tiene una misión nueva, y es crucial para el Kaiser que ella asista.
La revelación me deja atónita. En estas dos semanas, he aprendido cosas sobre la vida de Dorian y su posición como líder de la organización. Todos lo llaman "Kaiser", que en alemán significa emperador. Él tiene a su mano derecha, Antonio; Roderick está encargado de la seguridad, y, lamentablemente, de mí. Cada mañana, Dorian sale de la mansión y regresa por la tarde, o a veces por la noche. Mi vida aquí es un ciclo monótono de soledad.
-¿Neva, miembro de la organización? -mi voz tiembla un poco, la sorpresa es evidente en mis palabras.
Roderick suspira con desdén, claramente fastidiado por mi ignorancia.
-Tu amiguita es parte del cuerpo de inteligencia de Kaiserkrone -explica, como si me estuviera explicando algo de lo más obvio-. De hecho, es la segunda mejor del grupo.
De repente, todo tiene sentido. Las salidas del club nocturno cuando no se permitía a menos que pagaran una fortuna, los desayunos en cafeterías en lugar de los ofrecidos en Heaven's, la indiferencia de Neva frente a las torturas que presenciaba todo cuadra. Ella estaba asegurada, no la iban a tocar. Estaba dentro, conectada con la mafia.
Iba a hacerle más preguntas, pero Roderick me deja con las palabras atoradas en la garganta. Me quedo en silencio, procesando la nueva información.
-¿Cómo fue para entrar en la organización? ¿Qué trabajos hace? -las preguntas siguen rondando en mi cabeza, pero no las puedo decir en voz alta.
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El rubí del Emperador [+18]
Romantik-¡Lang lebe der Kaiser! -exclaman al unísono una vez abajo. Athena Harrison había vivido cuatro años terribles trabajando en el club nocturno Heaven's; había perdido toda esperanza de vivir otra vez, hasta que, en una noche inesperada, su destino ca...