Juliette y Mark estaban sentados en el jardín de su casa, disfrutando de una hermosa noche de verano. La luna llena iluminaba el paisaje con un resplandor plateado, y las estrellas titilaban como pequeños diamantes en el vasto cielo. El aire estaba impregnado del dulce aroma de las flores en plena floración, mientras los grillos cantaban su melodía nocturna. La brisa suave acariciaba sus pieles, creando un ambiente mágico.
Juliette se acurrucó cerca de Mark, quien la rodeó con sus brazos fuertes y protectores. Se miraron profundamente a los ojos, y en ese instante, todo lo demás se desvaneció. Sus sonrisas eran cómplices y llenas de ternura. Mark acarició suavemente el cabello de Juliette, dejando que sus dedos se deslizaran por las hebras suaves y sedosas. Luego, inclinándose hacia ella, le dio un beso suave en la frente que hizo que su corazón latiera más rápido.
"Te amo", le susurró Juliette, su voz temblando con emoción sincera.
"Yo también te amo", respondió Mark, su tono cargado de pasión. Sus palabras parecían resonar en el aire cálido de la noche.
Se besaron suavemente, sus labios se encontraron con dulzura mientras el mundo a su alrededor desaparecía. Era como si estuvieran flotando en una burbuja de amor. Luego, Mark tomó la mano de Juliette y la llevó a su corazón palpitante.
"Siempre estarás aquí", le dijo, mirándola intensamente a los ojos rojos que reflejaban la luz del amor.
Juliette sonrió radiante y se acurrucó más cerca de él. Mark la abrazó con fuerza, como si quisiera protegerla del mundo exterior. Sus labios se encontraron nuevamente, esta vez con más fervor y deseo.
De repente, Mark se levantó con determinación y tomó a Juliette en sus brazos con un gesto romántico y juguetón. La llevó hacia la casa y la depositó suavemente sobre el sofá del salón. La luz tenue del interior creaba sombras danzantes alrededor de ellos mientras se miraban a los ojos.
Mark comenzó a besarla suavemente desde la frente hasta los labios, cada beso era un susurro de amor. Juliette se estremeció de placer al sentir sus caricias delicadas. Con un movimiento lento pero decidido, Mark le quitó la blusa, dejando al descubierto su piel suave y cálida. Sus labios siguieron el camino que trazaba su mano, besando cada rincón expuesto: los hombros delicados, el pecho que subía y bajaba con cada respiración entrecortada.
Luego fue el turno de la falda; con cuidado y ternura, Mark la deslizó hacia abajo mientras sus labios recorrían las piernas de Juliette. Ella sintió una mezcla de vulnerabilidad y deseo abrumador al estar tan expuesta ante él. Su mirada ardiente le transmitía seguridad.
"Te amo, Juliette. Eres la mujer de mi vida", le declaró Mark con sinceridad.
Juliette sonrió entre lágrimas de felicidad mientras se acurrucaba más cerca de él, sintiendo cómo cada palabra resonaba en su corazón. En un instante lleno de complicidad y deseo compartido, Mark se quitó la camisa y se acostó junto a ella en el sofá. Se abrazaron fuertemente mientras sus labios se encontraban nuevamente en un beso lleno de pasión desenfrenada.
En ese momento mágico, todo lo demás desapareció; solo existían ellos dos en un mundo donde el amor reinaba por encima de todo. Se perdieron en su pasión mientras las estrellas seguían brillando fuera.
Mark comenzó a explorar cada centímetro del cuerpo de Juliette con besos ardientes; primero en su cuello delicado, luego bajando por sus hombros suaves hasta llegar a sus senos. Juliette soltó un gemido suave al sentir su calidez contra su piel sensible. La electricidad recorría su cuerpo mientras él continuaba bajando por su estómago hasta llegar a lo más profundo de su ser.
Finalmente, cuando ambos estaban completamente entregados al momento y sintiendo una conexión indescriptible entre ellos, Mark miró a Juliette a los ojos una vez más antes de hacer lo inevitable: acercándose lentamente hacia ella con ternura infinita, penetró suavemente en su interior. Fue como si dos almas encontraran finalmente su hogar después de haber estado perdidas durante tanto tiempo.
Juliette sintió una oleada abrumadora de placer que la envolvió por completo; cada movimiento era una danza perfecta entre ambos cuerpos que se fusionaban en uno solo. Se acurrucó aún más cerca de él mientras se movían juntos al ritmo del amor que compartían.
Cada beso era una promesa; cada caricia era un juramento silencioso. En ese instante sublime donde el tiempo parecía detenerse por completo, Juliette y Mark estaban inmersos en su propio mundo: un universo donde solo existía amor puro y desenfrenado. No había nada más importante que ese momento compartido entre ellos dos.