Capítulo 19

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Los rayos matinales se colaban por debajo de los visillos de la imponente mansión Ardlay, el personal de servicio iba y venía de la cocina al comedor por orden de la matriarca de la familia, la tía abuela Elroy, ella había ordenado que él desayuno estuviera listo para ser servido cuando el señor William Albert Ardlay se desocupara.

La imponente mujer supervisaba todo meticulosamente, las empleadas se cohibían al verla pasearse por el comedor, revisando la cristalería y cubiertos, ya que ante cualquier imperfecto perdía la paciencia.

̶ Estos cubiertos están manchados ̶ la dama miraba el tenedor a detalle.

̶ Los cambiare enseguida.

El ama de llaves vio a la joven encargada de lavar la loza, con una simple mirada le hizo saber que ese pequeño error le costaría muy probablemente un día de suelo. La joven se llevó el cubierto de inmediato y llego casi lloriqueando a la cocina.

̶ Irene, debes tener ser más cuidadosa al escoger al personal ̶ con la seriedad que la caracterizaba, la señora Elroy reprimió al ama de llaves.

̶ Lo siento mucho, no volverá a pasar mi señora ̶

«Maldita criada, me las vas a pagar»

El ama de llaves se retiró cuando vio a un joven entrando al comedor.

̶ ¡Anthony!, ¿Cómo pasaste la noche? Tuviste un viaje agotador, debiste de pedir el desayuno a tu habitación ̶ el semblante de la mujer cambio por completo, sus facciones se suavizaron para dar paso a una ligera sonrisa.

̶ Querida tía abuela, gracias por preocuparte por mi ̶ Anthony se acercó a ella y le dio un suave beso en la mejilla, él era al único que le permitía esos mimos.

̶ Sabes que eres mi consentido ̶ afirmó la dama.

̶ Que Stear y Archie no te escuchen decirlo o se pondrán celosos.

Anthony comentó a modo broma, aunque en el fondo no le gustaba que su tía abuela lo tratará como si aún fuese un chiquillo de diez años, sin embargo, no se quejaba para no causarle un malestar a la mujer a quien le aquejaban problemas de presión arterial.

̶ El tío William, ¿ya estará despierto?

̶ Sí, ya está en el estudio con George sabes que no deja el trabajo para nada, espero que ahora que estarás aquí lo convenzas de tomarse unos días de descanso.

̶ Lo intentaré.

El joven Brower sabía que esa sería una tarea imposible, si a ella no la obedecía, que la hacía pensar que William acataría una petición de él.

̶ Siento interrumpirlos, pero llego este telegrama para el joven ̶ Irene se acercó a Anthony y le entregó un sobre.

̶ Muchas gracias Irene, puede retirarse.

La tía abuela observo como Anthony sacaba un papel del sobre, sus ojos se iluminaron en cuanto comenzó a leer el telegrama.

̶ Y bien, ¿Quién lo envía? ̶ la curiosidad de la mujer fue evidente.

̶ Es de Candy, llegará por la tarde a la ciudad, viene con su amiga Annie y el hermano de ella.

«Sí ya es una molestia abrirle las puertas de esta casa a esa recogida, ahora tendré que soportar a la mujerzuela que Archie tiene por novia y de paso al hermano»

La sonrisa de la dama se borró dando paso a un ceño fruncido y una mirada fría, Anthony noto de inmediato la molestia de su tía abuela, era bien sabido que Candy no era de su agrado.

̶ ¿A que vienen?, nadie me informo nada.

̶ Pensé que William te había dicho de su llegada, de hecho, el motivo por el que yo estoy aquí es Candy.

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