"El amor jamás serán las palabras que decimos, porque todos podemos mentir con el corazón vacío, pero si te fijas en sus acciones y en su mirar te darás cuenta si en verdad te ama."
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La tarde se desarrollaba tranquila en el departamento de Aizawa. El sol comenzaba a descender, bañando la habitación con una luz cálida y suave. Sobre la mesa de café, había varias pilas de billetes y monedas, un reflejo del arduo trabajo que él y Bridget habían realizado en las últimas semanas con su emprendimiento de pastelería. La misión de reunir suficiente dinero para comprar los audífonos de Bridget estaba cada vez más cerca de completarse.
Bridget, con una sonrisa de satisfacción, estaba sentada en el regazo de Aizawa, ambos cómodamente instalados en el sofá. Tenía una libreta en la que anotaba cuidadosamente cada suma, mientras contaba las monedas y billetes que habían logrado juntar. A su lado, Aizawa la observaba con una mezcla de orgullo y afecto. Verla tan dedicada y entusiasmada por algo que habían construido juntos hacía que su corazón latiera más rápido.
—Faltan solo unos cientos de yenes más y lo lograremos— dijo Bridget en lenguaje de señas, mirando a Aizawa con ojos brillantes. Sus dedos se movían con rapidez y precisión, reflejando la emoción que sentía por estar tan cerca de su meta.
Aizawa sonrió y asintió, pero su atención estaba dividida. Mientras Bridget hablaba, su mirada se desviaba constantemente hacia sus muslos, que descansaban sobre sus piernas. Eran suaves y curvilíneos, y la sensación de tenerla tan cerca, con esa cercanía física y emocional que compartían, lo llenaba de una calidez que nunca antes había experimentado.
Sin pensarlo demasiado, Aizawa dejó que su mano se deslizara suavemente hasta los muslos de Bridget, comenzando a acariciarlos con ternura. Sus dedos recorrieron su piel, sintiendo la suavidad y la calidez bajo sus yemas. Al principio, fue un gesto casual, un simple acto de afecto, pero cuanto más lo hacía, más se daba cuenta de cuánto disfrutaba de ese contacto.
Bridget, concentrada en contar el dinero, tardó un momento en darse cuenta de lo que Aizawa estaba haciendo. Cuando finalmente lo notó, levantó la mirada, encontrando a su novio con una expresión juguetona en el rostro. Aunque intentó mantenerse seria, un ligero rubor cubrió sus mejillas, y una pequeña sonrisa curvó sus labios.
—¿Qué estás haciendo?— preguntó Bridget en lenguaje de señas, tratando de no reír mientras señalaba las manos de Aizawa.
Aizawa, sin dejar de acariciar sus muslos, simplemente encogió los hombros con una sonrisa tranquila.
—Solo estoy disfrutando de tenerte aquí conmigo— respondió él, también en señas, con un brillo en los ojos que dejaba claro cuánto le gustaba estar así.
Bridget no pudo evitar reírse suavemente, su risa muda llenando la habitación de una alegría que solo ellos dos podían entender. Sin embargo, no apartó las manos de Aizawa, sino que se acomodó aún más en su regazo, disfrutando del momento de intimidad que compartían.
—Sabes, nunca pensé que podría estar tan feliz— confesó Bridget, sus manos moviéndose con delicadeza mientras hablaba. —Todo esto… el negocio, estar contigo… es más de lo que podría haber soñado.
