Eres mi juego final

CAPÍTULO 112 El gran día

Por la madrugada la familia Kelce Swift estaba trasladándose a Las Bahamas, no quedaba tan lejos, por lo que pudieron disfrutar hasta tarde en la ciudad de Kansas con la familia de Travis Kelce, Taylor estaba acostada en el sillón cama de su jet, le estaba salvando el masaje que su esposo le dio, además del sinfín de accesorios para embarazada con los que cargaba, el cojín para embarazo le funcionaba perfecto.

—Dios, Travis, estoy a punto de escribirle una canción a mi cojín de embarazo a modo de agradecimiento— abrazaba fuerte la almohada, la acariciaba como si fuese uno de sus gatitos, apreciaba ese objeto.

—¿Qué? — estaba riendo a carcajadas.

—No te burles— dijo aguantándose la risa, pero la verdad es que si le encantaba su cojín.

—Bueno, puedes escribirle una canción, no te detengo— reía. —Pero justo ahora, creo que lo mejor sería que duermas en el trayecto, porque vamos a llegar agotados—

—Tienes razón— ella dio un rápido vistazo a sus hijos, quienes estaban acostados durmiendo, los sacaron temprano algo adormilados para tomar el vuelo y al menos, eso era un punto a su favor, descansarían en el viaje o al menos eso deseaban.

En Las Bahamas, los Swift ya estaban esperando con ansias a Taylor y su familia, se estaban hospedando en el hotel de lujo "Rosewood Baha Mar", el lugar había sido alquilado por completo para los asistentes a la celebración y así cuidar de la privacidad del evento, además de los invitados y sobre todo los Swift.

Los mellizos estaban en la carriola siendo empujados por su padre, quien se sentía demasiado ansioso, no debía, se sentía pésimo, el estarle ocultando a Taylor su verdadero pensar acerca de su madre le incomodaba, odiaría si se enojaba con él por ese asunto, no estaba seguro si sería capaz de confesarle al menos, que no logra superar los comentarios hirientes y sospechas infundadas de crímenes que él nunca cometió, Andrea Swift fue dura, dura sin razón.

Taylor por su lado caminaba lento, mirando la estancia, era bastante lujosa y elegante, todo se percibía seguro, ella apoyó en cuestiones de seguridad para que su hermano no la pasara mal debido a la gente entrometida que quería obtener información de dicho evento, Alex, Anton y Christian estarían rondando alrededor del lugar, además de que se pusieron de acuerdo con el personal de seguridad del hotel y uno que otro que contrataron de manera privada al menos por una semana más, por si decidían quedarse a disfrutar de las amenidades del lugar.

Cuando llegaron a su habitación Travis sacó a los niños de la carriola con cuidado de no despertarlos, acostando uno a uno con calma, luego, volteó a ver a Taylor quien ya se estaba quitando los zapatos.

—Dios mío, necesito encender el aire acondicionado, definitivamente un lugar con calor como este no está hecho para una embarazada— dijo mientras buscaba el control del aire acondicionado.

—Solo recuerda no ponerlo como si estuviéramos en el polo norte— Travis le dijo riendo.

Ella volteó a verlo molesta.

—Ok, mejor no digo nada— rio en silencio, no quería perturbar a su acalorada esposa, estaba en las últimas semanas del embarazo y eso debía tenerla exhausta.

Al colocar el aire a una temperatura decente, ella se sentó en la orilla de la cama mucho mejor. —Lo siento, de verdad estoy dando lo mejor de mí, pero ya se me está complicando eso de estar de buenas todo el tiempo— dijo apenada.

—Lo entiendo perfectamente— se acercó a ella para besar su frente, después caminó para asomarse al balcón y mirar por fuera, le parecía bastante increíble, la vista era genial, el hotel contaba con acceso privado a la playa y piscinas que incluían un servicio completo, además de restaurantes bastante elegantes del mar Caribe, su habitación era una suite, bastante lujosa, dos habitaciones dentro de la misma, así los mellizos podrían dormir separados sin problema.