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«Nivel de dificultad: ♥ ♥ ♥ ♥ ♥10 de corazones ♥ ♥ ♥ ♥ ♥»

El anuncio resonó en todo el hotel como una sentencia de muerte.

Mi corazón se aceleró al instante. Era como si todo el peso de la situación cayera sobre mí, aplastándome con una fuerza abrumadora. Sabía perfectamente lo que significaba un juego de corazones en este lugar. No era solo un juego de supervivencia física; era una prueba cruel, un juego retorcido de traiciones y manipulaciones. El caos que estaba a punto de desatarse sería indescriptible.

No podía soportar la idea de estar cerca de Niragi después de lo que acababa de presenciar. Cada fibra de mi ser me gritaba que huyera, que me alejara de él antes de que las cosas se salieran aún más de control.

Sin pensarlo dos veces, salí corriendo de la sala de castigo, con el corazón golpeando con fuerza dentro de mi pecho. Mis pies golpeaban el suelo con un ritmo frenético mientras corría por los pasillos del hotel, esquivando a otros jugadores que se movían apresuradamente, confundidos por el anuncio, tratando de prepararse para el juego mortal que estaba a punto de comenzar.

No sabía exactamente hacia dónde iba, solo que necesitaba poner la mayor distancia posible entre Niragi y yo. Los recuerdos de lo que había visto, de lo que él había hecho, se mezclaban con mi desesperación por escapar. No podía pensar con claridad; todo lo que quería era salir de ahí, alejarme de esa oscuridad que Niragi representaba.

Pero, por más que corría, sentía que no podía escapar de él.

Niragi, impulsado por una mezcla de rabia y algo más oscuro, algo que ni siquiera él mismo parecía poder nombrar, comenzó a correr tras de mí en cuanto me vio huir. Sus pasos eran rápidos y seguros, y su mirada estaba fija en mí, como si fuera un animal acorralado. No iba a dejarme escapar, no después de lo que había pasado. No sabía exactamente qué pensaba hacer cuando me alcanzara, pero estaba claro que no iba a permitirme alejarme.

Giré en un pasillo vacío, buscando desesperadamente una salida. Pero lo único que encontré fueron puertas cerradas y ventanas bloqueadas. El sonido de los pasos de Niragi, cada vez más cerca, retumbaba en mis oídos, haciendo que el pánico creciera dentro de mí. No podía dejar que me atrapara. No después de todo.

—¡Nanami! —gritó Niragi, su voz resonando por el pasillo, pero no me detuve.

Finalmente llegué a una puerta que daba a una escalera de emergencia. Sin pensarlo, la abrí y empecé a subir los escalones de dos en dos, sintiendo cómo mi respiración se volvía cada vez más errática. Estaba tan cerca de escapar, tan cerca de alejarme de él y de todo lo que había sucedido.

Pero justo cuando alcancé la terraza y traté de cerrar la puerta tras de mí, sentí una mano fuerte agarrar mi brazo, deteniéndome en seco. Era Niragi.

—¡Déjame ir! —grité, intentando zafarme, pero él era demasiado fuerte.

—No voy a dejarte —dijo en voz baja, sus ojos ardían con una mezcla de furia y algo más, algo que no podía descifrar—. No después de lo que pasó.

Luché con todas mis fuerzas, pero me empujó contra la pared de la terraza, su cuerpo bloqueando cualquier intento de escape. Mi corazón palpitaba con fuerza mientras lo miraba, con lágrimas ardiendo en mis ojos.

—¡No quiero verte! —grité, la desesperación mezclándose con la rabia—. ¡No después de lo que hiciste!

Él me observó por un largo momento, su expresión se endureció, pero sus manos no me soltaron. Sabía que estaba llena de ira, de dolor, y aunque parecía querer castigarme por intentar escapar, había algo en su mirada... algo casi humano. Pero ese algo se desvaneció cuando me soltó, solo para empujarme de nuevo hacia el interior de la terraza. Me empujó lo suficientemente fuerte como para desbalancearme y, antes de que pudiera reaccionar, cerró la puerta y echó el cerrojo.

Toxic Ties [Suguru Niragi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora