Cafes y Croissants
Lia dirigió una mirada a su compañero de años y notó que algo lo estaba perturbando.
—¿Hay algo que quieras contarme?
Lucas, mientras tomaba su capuchino, levantó su mirada de un color miel intenso. Su cabello negro hacía que sus ojos parecieran aún más penetrantes. Colocó el café de manera algo brusca sobre la mesa y suspiro, tirando la cabeza hacia atrás, como si algo lo tuviera harto. Metió las manos en los bolsillos de su suéter negro y bajó la mirada lentamente, para luego mirarla directo a los ojos.
—¡Mi padre me tiene HARTO! —exclamó.
Lia, algo sorprendida por la actitud de su amigo, no estaba acostumbrada a verlo así. Normalmente, Lucas era muy comprensivo, alegre y molestamente bromista.
— ¿Qué te ha dicho? ¿Sigue con lo mismo? —preguntó Lia en un tono un tanto burlón, tratando de contener su sonrisa.
—¡ESTÁ OBSESIONADO! Si tanto quiere un niño, que lo tenga él mismo, pff. —Lucas bufó—. Tengo 26 años y está empeñado en que me case con la primera que se cruza en mi camino.
Lucas se irguió en su asiento, puso una cara de pocos amigos y procedió a imitar a su padre.
—"Eres un hombre de 26 años y actúas como un niño. Yo, a tu edad, ya tenía... bla, bla, bla...". —Tomó un sorbo de su café con el meñique levantado imitando la manera de tomar el té de su padre, y al instante puso los ojos en blanco—. ¿Y sabes qué más dijo el viejo?
—No... —Lia intentaba mantenerse seria, pero resultaba difícil con Lucas imitando a su padre y poniendo caras.
Indignado, Lucas se acabó su café de un sorbo. —Me ha dicho que, en su tiempo, un "HOMBRE" sin esposa ni hijos a mi edad era porque tenía otras preferencias... ¡JA! ¡Me ha llamado gay! Solo porque no ando como un perro detrás de cualquiera.
Lia finalmente no pudo contener la risa. —A ver, yo nunca te he conocido una novia, o al menos algo serio. Quizás tu padre no esté tan loco —dijo Lia, cubriendo la boca para contener la risa.
Lucas tomó su croissant, o lo que quedaba de él, y lo metió en la boca de Lia.
—La próxima vez, desayunarás con él, ya que te agrada tanto —dijo, mirándola de manera desafiante, apoyando los codos en la mesa y las manos en las mejillas, cerrando los ojos y echando ligeramente la cabeza hacia la derecha con una sonrisa sarcástica .
Lía, algo nerviosa, lo empujó. —¡Quita!—dijo riendo— solo estoy bromeando, tonto. Aunque si fuera así, no tendría nada de malo —añadió, mirándolo con una sonrisa más dulce.
Lucas, dejándose caer en la silla por el empujón de Lia, cruzó los brazos, miró el interior de la cafetería y, con una rista que se le escapó, dijo: —Tú no sabes nada.
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Fragmneto de Espejo
Romance"Fragmentos de Espejo" Lia, de 24 años, se enfrenta a una encrucijada emocional tras una ruptura que dejó cicatrices profundas. Mientras intenta reconstruir su vida, la aparición de un antiguo amor y un nuevo compañero de trabajo añaden capas de com...