Capítulo 14: Entre El Amor y El Odio

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Hayden Bennett

La luz del sol se filtraba a través de las ventanas del Gran Comedor, llenando el espacio con un resplandor cálido. Sin embargo, a pesar de la brillantez del día, una nube oscura parecía haberse instalado sobre mí. Había pasado la noche dándole vueltas al beso con Draco Malfoy, y ahora no podía quitarme de la cabeza cómo había cambiado todo entre nosotros.

Nunca pensé que eso sucedería. Siempre había visto a Draco como el chico al que temía y despreciaba a la vez, un Slytherin que representaba todo lo que estaba mal en el mundo mágico: privilegio, arrogancia y esa inconfundible superioridad que emanaba de él. Pero ese beso había sido diferente. Había sido un instante cargado de emoción, y ahora no podía evitar preguntarme si había algo más detrás de la fachada de desprecio.

Mientras miraba a mi alrededor, vi a Draco sentado con sus amigos, luciendo despreocupado, como si nada hubiera pasado. Eso me enfurecía. No debería tener el poder de hacerme sentir así, de desestabilizarme. Tragué saliva, tratando de centrarme en mi desayuno, pero el nudo en mi estómago solo se hacía más apretado.

—¿Estás bien, Hayden? —preguntó mi amigo Max, al notar mi distracción.

—Sí, solo… un poco cansado —respondí, forzando una sonrisa que no llegó a mis ojos.

La verdad era que estaba lejos de estar bien. La imagen de los labios de Draco, su mirada intensa y esa chispa de desafío que había visto en sus ojos durante el beso, me perseguía. No podía negar que había sentido algo que nunca pensé que sentiría por él: una atracción inexplicable que me dejaba confundido y vulnerable.

Justo en ese momento, Draco levantó la mirada y nuestros ojos se encontraron. La tensión en el aire era palpable, y su expresión se tornó seria. Por un instante, el resto del mundo desapareció. Me pregunté si él también estaba recordando lo que había pasado. Pero, rápidamente, su mirada se desvió, y volví a sentir esa punzada de frustración.

—¿Lo ves? —dijo Max, interrumpiendo mis pensamientos—. ¡Te está mirando!

—No le des importancia. —Intenté sonar despreocupado, pero mis palabras carecían de la fuerza necesaria.

Era evidente que había algo diferente entre nosotros, algo que iba más allá del odio y la rivalidad. Pero el hecho de que él se comportara como si nada hubiera pasado me dejaba en una encrucijada. La idea de que solo había sido un juego para él me llenaba de rabia.

Cuando la hora de la clase de Pociones se acercó, sentí una mezcla de ansiedad y anticipación. Entrar en el aula me dio escalofríos, ya que sabía que Draco estaría allí. Tenía que enfrentar lo que había pasado. Aunque me decía que no quería volver a involucrarme con él, no podía negar que una parte de mí anhelaba esa confrontación.

El aula estaba fría y sombría, decorada con frascos y ingredientes que olían a moho. El profesor Snape estaba de pie frente a la clase, su mirada penetrante barriendo el aula. Al ver a Draco entrar, un escalofrío me recorrió la espalda. Me senté en mi lugar, intentando concentrarme en lo que decía Snape, pero mi mente estaba llena de pensamientos de ese beso.

—Hoy vamos a preparar una poción de confundus. —La voz de Snape resonó en el aula—. Espero que no hagan un desastre.

Mis ojos se desviaron hacia Draco, quien estaba a solo unos pocos asientos de distancia. Estaba seguro de sí mismo, concentrado en sus notas, y me pregunté si realmente le importaba lo que había pasado entre nosotros.

La clase avanzó con lentitud, y mientras Snape explicaba los ingredientes, sentí el peso de la mirada de Draco sobre mí. Levanté la vista, y al encontrar sus ojos, un torrente de emociones me invadió. Fue un instante electrizante, y por un momento olvidé todo lo que me había dicho sobre no involucrarme con él.

En un impulso, decidí enfrentarle. —¿Por qué actuaste como si nada hubiera pasado? —pregunté en voz baja, pero lo suficientemente fuerte para que él me escuchara.

Su mirada se tornó desafiante. —No sé de qué hablas —respondió, y su voz era tan fría como el acero.

—Claro que lo sabes. Fue un beso, Draco. —Las palabras se escaparon de mi boca con más intensidad de la que había planeado.

La tensión en el aire creció, y sentí que todos en la clase se volvían hacia nosotros. Snape nos lanzó una mirada severa, pero yo no podía apartar la vista de Draco.

—¿Y qué si lo fue? —dijo, su tono más fuerte, lleno de desafío. —No tiene por qué significar nada.

—¿No? —repuse, sintiendo cómo la ira burbujeaba en mi interior—. Solo fue parte de tu juego, ¿verdad? Como si fuera un premio de consolación.

—No soy como tú crees, Hayden. —Su voz era baja, pero había una intensidad que no podía ignorar—. Esto no es un juego.

La verdad es que su respuesta me sorprendió. La chispa de vulnerabilidad que había visto antes parecía resurgir, pero también podía sentir su ira. Era como si ambos estuviéramos atrapados en una danza peligrosa, un tira y afloja entre el deseo y el odio.

—No te creo. —Mis palabras eran un desafío—. ¿Por qué deberíamos creernos? Eres un Slytherin, y yo soy un “sangre sucia”.

Draco se enderezó, su expresión transformándose en un rictus de desdén. —No tienes idea de lo que estoy pasando, Bennett. Esto no es solo blanco y negro.

Mis palabras resonaron en el aire mientras la tensión entre nosotros alcanzaba un punto crítico. —¿Entonces qué es? ¿Qué quieres de mí?

Draco abrió la boca para responder, pero en ese momento, Snape se acercó, su mirada feroz enfocada en nosotros. —¿Hay algún problema, señores Malfoy y Bennett? —dijo, su tono despectivo.

—No, profesor —respondimos casi al unísono, y luego, en un esfuerzo por recuperar la compostura, me giré hacia mi mesa, sintiendo el ardor de la vergüenza.

A medida que la clase avanzaba, los ingredientes y las instrucciones se convirtieron en un murmullo de fondo. Mi mente estaba atrapada entre la rabia y la confusión. ¿Qué estaba pasando entre nosotros? La lucha que llevaba dentro me dejó exhausto.

La campana que indicaba el final de la clase sonó, y sentí que el aire se liberaba a mi alrededor. Recogí mis cosas y me preparé para salir, pero antes de que pudiera hacerlo, la voz de Draco me detuvo.

—¡Bennett! —me llamó, y no pude evitar girarme.

—¿Qué quieres? —pregunté, manteniendo el tono desafiante.

—Solo… —su expresión se suavizó por un instante, pero rápidamente se endureció de nuevo—. Solo no te engañes pensando que esto ha terminado.

Y con eso, se dio la vuelta y se marchó, dejándome con un torbellino de emociones y un nudo en el estómago. La lucha interna estaba lejos de terminar, y la pregunta que quedaba en el aire era si alguna vez encontraríamos una respuesta a esta extraña conexión que compartíamos.

Mientras salía del aula, me sentía más perdido que nunca. ¿Podía seguir odiándolo mientras sentía esta atracción hacia él? La batalla en mi corazón apenas comenzaba, y no sabía si estaba listo para enfrentarlo.

𝑬𝒍 𝒆𝒏𝒄𝒂𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝒐𝒑𝒖𝒆𝒔𝒕𝒐 || 𝑫𝒓𝒂𝒄𝒐×𝑯𝒂𝒚𝒅𝒆𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora