Alrededores de Ciudad del Cristal (Presente)

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De repente unas voces femeninas venidas del exterior interrumpieron la historia de Ezlar eran las madres de los niños que estaban allí escuchando con mucha atención el nuevo relato que Kith les contaba. El tiempo pasaba muy rápido y sin darse cuenta ya había anochecido. La taberna ahora cobijada por la gran chimenea que acompañaba a un gran fuego alimentado por abundante leña y por algunas velas que se distribuían por el local.  Sirviendo de apoyo para iluminar las distintas zonas del local en donde no llegaba del todo la luz que desprendía aquella chimenea.

Madre de Peter: Vamos Peter, es hora de volver a casa la cena ya esta preparada, hoy tenemos carne ahumada y patatas cocidas, tus preferidas. -decía la madre con un tono humilde seguida de esa voz dulce y calmada que llenaban de armonía a aquellas palabras. -Siento haberle interrumpido Ezlar. -se disculpó la madre ante el cuenta cuentos, mientras cogía la mano de su hijo.

Ezlar: No hace falta que se disculpe Margaret, la verdad es que se me han pasado las horas volando y ni siquiera me he percatado de que ya era de noche, así que las disculpas son mías

-dijo mientras le sonreía-.

Margaret: No pasa nada. Siendo sincera es de agradecer ya que los niños aprenden muchas cosas de sus historias, a veces demasiadas diría yo. pero lo más importante es que los mantienes distraídos en estos tiempos monótonos. -respondió. Vamos hijo, despídete de Ezlar.

Peter: Hasta mañana Kith estoy deseando que los ruiseñores llamen al nuevo día para seguir escuchando su historia. -dijo mientras se marchaba con su madre con una sonrisa de oreja a oreja-.

Peter era un niño bastante educado y maduro para su temprana edad, seguía los modales de su madre e incluso la ayudaba en lo que podía. Mientras se despedía del niño, Ezlar vio como las madres de Sam y Emily recogían a sus hijos para llevarlos a casa. Sam como siempre hacia bromas a su madre mientras al mismo tiempo evadía como podía los manotazos de esta, este era un niño fornido para su edad, ya que estaba acostumbrado a ayudar a su padre en la fragua y en las demás secciones de la herrería de este. Por otra parte, Emily seguía muy de cerca a su madre siempre tan callada y de forma misteriosa al lado de ella, era algo impresionante ya que podía cambiar de un estado a otro en cuestión de segundos, incluso a veces pasaba desapercibida delante de la gente.

La taberna volvió a sus festejos pero esta vez, habían mas individuos en los alrededores de esta. Como siempre Ezlar recogía su bolsa de viaje y cambiaba de lugar para posicionarse en la barra de aquella taberna para dialogar más de cerca con el tabernero, uno de sus más fieles amigos por estos lugares. Con dificultad pasaba entre las personas que allí estaban celebrando y bebiendo una noche más, evadiendo los derrames de pintas y empujones de los grupos que permanecían en pie. Era casi sublime la cantidad de clientes que acudían todas las noches a aquella taberna, de ahí a que fuera catalogada como la mejor Taberna de toda Esthea. Por fin pudo llegar hasta donde quería. El tabernero ya desocupado de atender a toda esa gente y dejando el resto del trabajo a su aprendiz. Se acomodo en la barra para charlar con Ezlar.

El Cuenta Cuentos - Jack NjeilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora