Seres del fuego

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La suave melodía de la flauta resonó al borde del oscuro camino, alumbrado solo por la luz de la luna y de una pequeña fogata que parecía empezar a bailar al ritmo de la música, algo que hizo que los ojos del hombre sentado sobre una pequeña roca se iluminaran, porque ahí estaba otra vez. Las llamas danzantes, como las había llamado la primera vez, pero ahora eran mucho más que eso.

El aire fue soplado con cuidado en la flauta y, sus dedos se movieron entonando las diferentes notas que parecieron avivar las llamas, mientras él no podía apartar la mirada de estas, como cada noche desde que empezó su viaje a través del bosque. Al principio pensó que era su imaginación, pero no creía que podía estar todas las noches alucinando con la misma situación, aunque parecía increíble como lo que fue un fuego para calentarse, se convirtió en llamas que se movían al ritmo de su melodía.

Lo había pensado, cuando llegara a la ciudad al otro lado del bosque, nadie le creería que podía hacer danzar al fuego con su música, pero les demostraría lo contrario. Además, ya no solo era el fuego bailando al ritmo de sus canciones, sino que ahora podía ver una silueta humana moverse en este. Sí, sabía lo irreal que sonaba eso, pero no lo era, lo estaba viendo y, probablemente, al día siguiente, cuando llegara a la ciudad, podría ganar mucho dinero con ese nuevo talento que había adquirido en ese viaje.

Como cada noche desde que entró al bosque, el fuego tuvo otro cambio y la silueta de fuego que antes bailaba al ritmo de su música se convirtió en una persona de carne y hueso, que pareció no darse cuenta de eso, ya que nunca dejó de bailar, mientras que los ojos cafés del joven de la flauta brillaron con entusiasmo, porque si antes estuvo maravillado con la silueta de fuego, ahora mucho menos podía apartar la mirada.

La silueta de fuego no hacía justicia a los movimientos del joven que bailaba al ritmo de sus melodías. Era suave pero entusiasta, con un movimiento muy lírico, pareciendo haber sido creado para interpretar su música. Sus pies descalzos apenas parecían tocar el suelo, en un movimiento hipnótico que casi hizo que no pudiera notar la gruesa cadena alrededor de su tobillo. El joven se movía como si no estuviera ahí, pero desde que sus ojos cayeron en esta, el músico no pudo apartar la mirada de ella. Antes, cuando era solo una silueta no se podía ver, pero siempre se escuchó el tintineo con los movimientos, pero hasta ese momento fue consciente de la cadena, lo que provocó que sus melodías perdieran el ritmo.

El joven danzante trastabilló y el músico se levantó de la piedra en la que antes estuvo sentado. Fueron solo unos segundos en los que dejó de tocar la flauta, pero fue el tiempo suficiente para que el joven danzante abriera los ojos y lo mirara. Sus brazos que se elevaban por el aire, bajaron y, sin apartar la mirada, empezó a caminar lentamente hacia el músico.

El joven danzante extendió su mano derecha hacia él y, por unos segundos, sus ojos azules parecieron suplicarle que no la tomara, sin embargo, el músico no dudó en tomar su mano, provocando que sus ojos se llenaran de pena.

Los labios del bailarín se separaron y en su garganta se forzó su temblorosa voz, entonando la melodía que antes el músico tocaba en su flauta. Su voz era suave y hermosa, que hizo que el músico sintiera que estaba escuchando a un ángel, y comenzó a mecer su cuerpo lentamente.

El flautista fue algo torpe al seguirlo, lo que provocó que el joven danzante riera un poco, pero la alegría de sus labios nunca llegó a sus ojos, sino que entre más interesado parecía el músico en querer seguir su ritmo, estos se llenaban más de angustia, incluso su agarre en su mano se aflojó, pero nunca la pudo apartar.

―Hermoso ―susurró el músico, acomodando un mechón de cabello detrás de la oreja del bailarín.

El músico solo pudo ver cómo los ojos del bailarín parecieron llenarse de terror, porque parecían ser los únicos que podían expresar lo que él sentía, ya que su cuerpo continuó moviéndose y nunca dejó de tararear. La expresión en el bailarín se volvió fea mientras intentó apretar los labios y evitar que algún sonido más saliera de estos, pero no pudo hacerlo, no obstante, la melodía que tarareaba, cesó para convertirse en palabras.

―Soy Taemin ―se presentó el bailarín con una melodiosa voz ―M-Mi-Min Ho, ¿te gustaría quedarte a bailar conmigo?

El joven bailarín esperó que el músico se asustara al darse cuenta de que sabía su nombre, que retrocediera, que soltara su mano y que tal vez huyera, que quizás apagara la fogata para acabar con esa fantasía, pero nada de eso sucedió, porque los ojos del flautista solo parecían brillar más.

Taemin quiso gritarle la respuesta correcta a su pregunta, pero su garganta se apretó, impidiendo que pudiera emitir algún sonido, lo que provocó que las lágrimas cayeran por sus mejillas mientras esperaba una respuesta.

El joven músico asintió lentamente, sintiéndose preocupado por las repentinas lágrimas de Taemin. Quería limpiarlas, preguntarle lo que le pasaba, pero en ese momento fue como si su cuerpo fuera poseído por algo que no pudo explicar, comenzando a moverse al ritmo de la melodía que anteriormente tocaba y que ahora sonaba en su cabeza.

El tintineo que provenía del tobillo del bailarín, desapareció por unos segundos antes de que lo notara en su propio tobillo derecho. Al levantar la mirada, se encontró con la expresión angustiada de Taemin mientras por sus mejillas caían las lágrimas con mayor ahínco. Quiso preguntarle por lo que estaba pasando, pero todo lo que pudo salir de sus labios fue la melodía que se repetía en su cabeza.

―No, no ―dijo Taemin con desesperación, mientras intentaba bailar, pero sus pies parecieron haber perdido esa habilidad.

Sus ojos se posaron en la flauta en la mano del músico y en un rápido movimiento se la arrebató, lanzándola al fuego, no obstante, para el fuego fue imposible de quemarla, mientras que los ojos de Min Ho lo miraban confundidos y algo desesperados porque no podía controlar su cuerpo ni su voz.

En un acto de desesperación Taemin se abalanzó hacia Min Ho, torpemente tomó su rostro entre sus manos y unió sus labios, provocando que un grito gutural se escuchara provenir del fuego antes de que el peso perdido en su pie regresara, dejando escuchar no solo uno, sino dos tintineos de cadenas mientras su cuerpo pareció retomar la ligereza y ritmo de antes.

―Perdón ―dijo mentalmente Taemin.

Sintió sus lágrimas ser limpiadas y, al abrir los ojos se encontró con los cafés del flautista, que estaban llenos de compresión, como si le dijera que entendía que no era su culpa.

En los pueblos alrededores del bosque, había una leyenda que iba de generación en generación. Decían que el bosque no debía de atravesarse, inclusos si eso les ahorraría días de camino, mucho menos se podía cantar o tocar alguna melodía dentro de este en la noche, porque si lo hacían, los seres del fuego aparecerían y se los llevarían.

Parecía el cuento que contaban a los niños para que no entraran en el bosque y no se perdieran, pero hacía que las personas tomaran el camino largo para no estar en problemas.

Como toda leyenda, esta se había modificado a lo largo de los años, y lo que al principio era un ser del fuego, que danzaba y te hipnotizaba para que tomaras su lugar en las llamas, luego se convirtió en dos.

La gente que decía haberlos visto, expresaba que eran hermosos, que bailaban como dos enamorados, pero el constante tintineo de las cadenas de sus tobillos no dejaba de traerlos a la realidad y que nunca se sumergieran demasiado en las llamas, ni en su música. Nunca quisieron que tomaran su lugar.

Había otra gente que decía que no solo aparecían en el fuego, que cuando la luna alumbraba, se podía ver sus sombras mientras bailaban y correteaban en el bosque. Otros habían dicho que en algunas ocasiones se los podía escuchar cantar y tocar una flauta.

Era una leyenda, igual que aquel músico prodigio de nombre Choi Min Ho, que un día desapareció, dejando nada más que su nombre como muestra de que existió.



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Hola, espero que esta historia les haya gustado y que la disfrutaran. Gracias por leerla.



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