La Batalla

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Vladis:

–Baje a la cocina, mi mente está inundada de preocupaciones. Sabía que el nacimiento del cachorro, el futuro Alpha estaba próximo, era un momento crucial para la manada, especialmente con los ataques recientes que los habían mantenido en constante alerta. Al llegar, buscó a la señora Wendy, quien estaba ocupada con sus tareas habituales.

"Señora Wendy, venga acá,” le ordene con voz firme,autoritaria y  evidente.

–La señora Wendy, siempre obediente y respetuosa, se acercó de inmediato. “Sí, Alpha,” respondió, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto.

–“Necesito que cuide a Azahia,” le dije, en tono grave. “Hoy podría ser el día en que nazca el futuro Alpha. Quiero que esté con ella en todo momento. Si algo ocurre, llamen de inmediato a la doctora Joselyn. ¿Le queda claro, señora Wendy?”

Wendy:

–“Por supuesto, Alpha. No se preocupe, cuidaré de Azahia como si mi vida dependiera de ello,” respondí con determinación.

Vladis:

–Asentí , satisfecho con la respuesta. Aunque sabía que Wendy era capaz, no podía sacudirme la sensación de inquietud. Con un último asentimiento, salí de la cocina, dispuesto a reforzar la seguridad de la manada y asegurarme de que todo estuviera en orden para el inminente nacimiento.

Vladis:

–Siento un dolor punzante en mi cabeza al despertar. Mis ojos, aún desenfocados, intentan adaptarse a la oscuridad que me rodea. El frío de las cadenas de plata me envuelve, drenando mi fuerza, dejándome débil y vulnerable. La tenue luz de una antorcha en la distancia apenas ilumina las paredes de piedra del calabozo, llenas de humedad y musgo. Un eco de pasos resuena en la lejanía, acercándose lentamente. Mi corazón late con furia, aunque mi cuerpo apenas responde. De repente, una figura emerge de las sombras, con una sonrisa torcida que reconozco de inmediato. Es Izan, mi hermano.

Izan:

—Hermano, es un gusto tenerte aquí.

Narrador:

—Su voz, gélida y burlona, viene acompañada de una risa malvada que reverbera por las paredes—

Izan:

–No voy a perder el tiempo. Quiero tu manada y al cachorro. La luna sería un buen premio para mí.

Narrador:

—Izan se relame los labios, su mirada se oscurece al mencionar a Azahia—. Solo de pensar en ella...

Vladis:

—¡Maldito! Suéltame y verás lo que te espera si no lo haces.

Narrador:

—La voz de Vladis es ronca, apenas un susurro mientras lucha contra la debilidad que lo consume—.

Vladis:

–Ya tienes una maldita manada, ¿para qué deseas otra?

Narrador:

—Vladis... —dice Izan, dando un paso más cerca, sus ojos ardiendo con resentimiento—.

Izan:

– Siempre fuiste el favorito de nuestro padre. El primogénito, el alfa proclamado. Mientras yo... tuve que conformarme con ser tu sombra. Pero eso se acabó. Ahora es tiempo de reclamar lo que debió ser mío desde el principio, me voy hermano disfruta de este lugar estaras mucho tiempo aquí iré a ver a mi cachorro y a la hermosa Azahia.

Narrador:

—Su tono se endurece, y el brillo de odio en sus ojos se intensifica.
Vladis lucha por liberarse, pero las cadenas de plata lo mantienen atrapado. Siente la furia arder en su interior, pero la impotencia lo devora mientras observa a Izan, quien finalmente ha mostrado sus verdaderas intenciones.

– La traición de su hermano duele más que las cadenas que lo sujetan. Sin embargo, Vladis no está dispuesto a rendirse, y aunque su cuerpo esté debilitado, su mente ya empieza a buscar una salida, un plan para recuperar lo que es suyo y salvar a los que ama.

Vladis:

– Debo liberarme, pensé con determinación, sabiendo que no había otra salida. Tendré que dejar que mi maldad posea mi cuerpo, solo así podré salir.

–Con esa decisión tomada, permití que la oscuridad me envolviera por completo. En un instante, sentí cómo mi cuerpo se transformaba, mis músculos se hinchaban y se volvían más poderosos, mis venas ardían con una fuerza sobrehumana. Dentro de mi mente, una voz profunda y maligna comenzó a susurrarme.

Mata a todos... Libérate... Tráeme al niño... Sal de aquí..., la voz repetía, implacable y dominante. 

–Ahora convertido en un demonio , rompí las cadenas que me aprisionaban con un solo movimiento. Mi furia desatada me impulsó hacia adelante, corriendo a una velocidad inimaginable. Era un ciclón encarnado, un huracán de destrucción que se abalanzaba sobre la manada. Ningún obstáculo era capaz de frenarme; mi demonio interior me dominaba por completo, y con cada paso, el caos y la muerte seguían una estela.

Vladis:

– ¿Donde estas, Izan?, –dije con una voz demoníaca–, lo volví a repetir ¿dónde estas Izan? .

Izan:

– Hermano qué gusto verte mira a quien tengo aquí–sonríe con malicia mostrando a Azahia–, la futura luna, preciosa dije.

Azahia:

– Vladis ayúdame, por favor no permitas que dañe a mi bebé,– le digo con lágrimas en los ojos mientras Izan me tiene sujeta del brazo con fuerza.

Vladis:

–Suéltala si quieres tener que pelear por ella, si ganas es tuya pero sino te mataré.

Izan:

–De acuerdo, salgamos y peleemos disfrutaré despedazarte .

Vladis:

– Salimos afuera donde otros lobos de la manda de Izan estaban, junto con los lobos de mi propia manada.

Narrador:

–La situación se torno en una batalla feroz. Izan tenía trucos pero Vladis contaba con su parte demoníaca. Lo que le otorgaba una fuerza sobre humana.La pelea fue larga y brutal, hasta que en un momento crítico Vladis le arrancó la cabeza Izan. Con sangre aún caliente escurriendo por su boca la mio sus labios avivando aún más a su demonio interior, volviéndose incontrolable, tanto que termino matando a los lobos de la manada de su hermano. Al ver la carnicería los lobos de su propia manada huyeron pero Vladis aún estaba sediento de sangre.

Azahia:

– ¡Vladis, por favor detente! , te lo pido, escúchame.

Narrador:

– Pero Vladis no escuchaba.,su parte oscura lo había dominado por completo. Sus ojos brillaban con un rojo intenso, su parte lobuna estaba ausente , y apenas quedaba rastro de  humanidad en él. Su aspecto era completamente demoníaco. A pesar de todo Azahia continuaba suplicando.

Azahia:

– ¡Vladis, por favor detente! , —Me acerqué a él, temerosa, sabia que podría atacarme en cualquier momento pero era un riesgo que debía asumir. Paso a paso me acerqué más lo miré a los ojos y le dije– "Te amo Vladis". Te he amado desde que te vi. Por favor para todo esto.

Vladis:

– Esas palabras resonararon en mí como un eco, desatado una lucha interna con la oscuridad. ¡Dejemen en paz voces malignas!.

Narrador:

– La lucha interna qué se liberaba en Vladis lo hacía gritar de dolor y frustración. Así fue transcurrieron varias horas, hasta que el mal finalmente se manifiesto como una sombra liberandolo de su maldición. 

Azahia:

– ¡Corro a abrazarte y besarte, tenía miedo de perderte, Vladis!

Vladis:

– Gracias, pequeña, por no abandonarme y ser la luz que me liberó.

El odio del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora