ELLIE WILLIAMS no era ajena a la pérdida. Se aferraba a ella como una maldición, se alimentaba de ella como gusanos dándose un festín con el cadáver putrefacto de lo que una vez había sido una manifestación de vida. Su camino entre las empinadas colinas y los sinuosos senderos de esta tierra ha sido corto, pero terrible. A la tierna edad de veinte años, había perdido, perdido y vuelto a perder.Había perdido gente, de esa clase tan cercana a su corazón que, al irse, lo había desgarrado por las costuras. Esa era quizá su mayor carga: la costumbre implacable del dolor. Sabe que nada se pega de la misma manera que las personas. Y los fantasmas que dejan atrás... Sí, sabía de ello también.
Ha perdido recuerdos. Algunos seguían ahí, colgando de hilos manchados, volviéndose más borrosos con el paso de los días. Otros, los ha perdido por completo: lugares iluminados por el sol; el nombre de una fruta desconocida, cuyo sabor aún perdura; los colores de su antigua habitación en la escuela militar; la sensación de la mano de Riley entre las suyas, el sonido de su risa, la forma de sus dientes; tumbas que recuerda haber cavado, pero no para quién; el olor de la esperanza, el tacto de la victoria, el calor de tener a alguien que te dice que todo va a salir bien y creerlo. La lista era interminable.
Había perdido hogares. Algunos habían sido crueles, otros habían durado poco, pero todos habían sido su hogar. En todos ellos había algo (alguien) que la enraizaba, un pilar del que salían cuerdas para rodearla y asentarla. Solía tener razones que la unían a esos lugares. Esta fue la primera vez que no.
Había perdido familias. Ahora su suelo había desaparecido, lo había destruido con sus propias manos, había visto cómo se derrumbaba tras propinar los golpes. Debe ser por eso que ahora estaba vagando sin propósito, sin mente, y una jaula vacía donde debería estar su corazón. De una manera general, se dirigía a un lugar sin nombre ni registro. Sus pensamientos estaban sumidos en la niebla. Estaba en piloto automático, en modo supervivencia (¿no lo había estado siempre?), y sin embargo, de un punto muy profundo de su ser surgía el ansia ilimitada de paz. Siempre la había deseado. Paz mental y corporal. Tener la compañía de la permanencia y la seguridad, saber que todo iba a salir bien.
Seguirá adelante, sabiendo que sus posibilidades son escasas y finas como un velo. Tirará por un nuevo comienzo. Novedad. Algo que la aleje de las vidas que ha vivido y de los recuerdos con los que se ha quedado. Había un cierto anhelo de hacer otros nuevos, mejores, más felices, impolutos. ¿Pero cómo podría enfrentarse a tanta pérdida, tan reciente, tan fresca?
"Dejaré ir, seguiré adelante, empezaré de nuevo", se había dicho a sí misma mientras caminaba por un sendero de dorada tristeza a través de campos de trigo. El sol indiscreto y la granja estaban a su espalda, y las palabras de Joel resonaban en su cabeza como una promesa que debía mantener: "Sigues encontrando algo por lo que luchar". Era más que pura incertidumbre cómo conseguiría alcanzar su objetivo, pero sabe que lo anhela profundamente, con urgencia y desesperación, porque la decadencia de su mente ya le había costado todo lo que apreciaba.
Lo que sí sabe de su objetivo es que era alcanzable. El trastorno de estrés postraumático—o cualquier otra tortura mental—no era un demonio sólo suyo. Había conocido gente que ha luchado contra él, y no pocos. Joel solía hacerlo. Sarah era su todo, pero la había perdido y consecuentemente a su mundo y a sí mismo. No obstante, luego halló otras cosas y la vida se había vuelto más dulce, incluso con toda la sangre manchando las páginas. Era posible. Ella intentaba no olvidarlo, repitiéndose las palabras en su mente cuando le costaba abrir los ojos, cuando le dolía respirar y levantarse y poner un pie delante del otro; seguía intentando mantener la esperanza de una mañana más brillante, una noche en paz, una mente tranquila.
Su viaje había sido largo y agotador, aunque sin senderos claros. Había intentado concentrarse y trazar un plan, pero la cara lagrimosa de Dina en su mente no le permitía pensar mucho en nada. Una nueva ciudad estaría bien. Incluso un pueblo. Un lugar seguro, donde su corazón pudiera crecer y florecer, con caras nuevas, amables y acogedoras.
La lucha tampoco había parado. Dondequiera que iba, mataba, hería. No es que fuera un gran dilema sobre el que reflexionar, pero sus manos estaban permanentemente ensangrentadas; lo único que quería era poder enjuagárselas.
Se había dado cuenta de que ya no podía bajar la guardia; sus hombros permanecían bloqueados, sus puños en alto. Se había tropezado con gente que parecía decente, pero lo único que supo hacer fue apuntar con su arma, maldecir y escabullirse. Después, el pánico y el arrepentimiento se apoderaban de ella.
Sentía como si corriera contra un límite de tiempo, uno que contaba cuánto tardaría en dejar de ser humana. La mayoría de las noches no se sentía como tal. No sabía cómo o si se libraría de la dura coraza en la que se ha refugiado. Por consiguiente, había contemplado la posibilidad de establecerse por su cuenta, quedarse sola—pero tan rápido como vino el pensamiento también se fue. Era lo bastante consciente para reconocer que no soportaría más soledad, que su mente la sepultaría en sus interminables dolores y codiciosos tormentos: no podría cumplir las palabras de Joel. Se volvería irreconocible para él.
Días mortales dieron paso a noches inquietantes, los caminos siguieron serpenteando y la caza por la vida siguió en pie. Ellie corrió, mató y repitió el ciclo. Entonces lo encontró.
"Deadwood
Resucitado desde el principio del infierno
Si quieres cruzar, sigue adelante".
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𝗗𝗘𝗔𝗗𝗪𝗢𝗢𝗗, ellie williams ㅤ❲ ESP ❳
Romance( ESP ) ꆭㅤׅㅤㅤ 𝗿𝗶𝘀𝗲𝗻 since the 𝗯𝗲𝗴𝗶𝗻𝗻𝗶𝗻𝗴 of 𝕳ell ㅤ ៸ㅤ៸ ──ㅤ ㅤ❲ 000 ❳ =͟͟͞ ▂▂▂▂▂▂▂▂ 𝗘𝗟𝗟𝗜𝗘 𝗪𝗜𝗟𝗟𝗜𝗔𝗠𝗦 había perdido hasta que sus huesos se habían convertido en ceniza y viento. Había visto el cambio y d...