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𝗛𝗢𝗣𝗘𝗦 𝗙𝗔𝗥 𝗔𝗡𝗗 𝗪𝗜𝗗𝗘

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EL AIRE era cálido y húmedo, sus heridas rojas y antiguas. Un rastro de viento podría aplastarla—o a su espíritu deshecho. Una señal torcida la absorbió, y ella notó que su sangre bombeaba y su piel estaba en carne viva. El viento seguía impasible, y ella necesitaba una victoria.

Una búsqueda en un lugar de jade y hojas retorcidas—un laberinto verde lleno de vida. Sus dedos rojos habían encontrado el camino al papel, una entrada sobre pájaros, troncos y: ¿Qué pasa si no saco nada bueno de esto?

La vida era todo ímpetu y filo. Ella no esperaba que la recibieran puertas abiertas y una morada celestial—no tan pronto. ¿Quién estaba dispuesto a soportar la presencia de un extraño, sin siquiera plantear una amenaza y establecer un reto? De igual manera, ella esperaba otra cosa. No sabía muy bien qué.

Esta era una prueba para la mente, el cuerpo y el alma. Esperaban ver de qué estaban hechos los recién llegados, y Ellie les demostraría lo dura que era su piel; aunque el reto fuera exigente, aunque fuera la primera vez—en estos últimos sombríos meses—que se centrara tanto en algo que no fuera su pasado. Sus manos eran ásperas y preparadas. Habían hecho cosas peores.

Aun así, ¿y si...? ¿Y si todo esto fuera un engaño o una especie de trampa enfermiza? Confiar en cualquiera y en cualquier cosa en estos días era como caminar sobre cuchillos y espinas. Pero Ellie le había dado mucha mente, y teorizado que se había invertido demasiado trabajo en esto, del tipo que los grupos viciosos no harían. Había sido construido por las manos de personas dispuestas a abrir puertas—no a asesinos vulgares y otros tipos de desechos humanos, sino a quienes estaban seguros de que podían ser valiosos para su comunidad.

Un pensamiento cortante saltó a su cerebro—: ¿Era más fácil convencerse a sí misma de que esta era la dirección correcta? Decirse a sí misma que estaba tomando el camino acertado, porque ¿qué iba a hacer si no era así?

3254. Ellie abrió otra caja fuerte, dentro de la cual había un trozo de papel amarillo. Con letra elegante decía: "Tú mides mi vida en horas y yo te sirvo expirando. Soy rápido cuando estoy delgado y lento cuando estoy gordo. El viento es mi enemigo". Qué fastidio. Se preguntaba qué más haría falta para encontrar aquel lugar. Llevaba demasiado tiempo en el bosque y la luz del día menguaba.

Tratando de no sentirse derrotada, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta de la cabaña, ojos desviándose hacia sus converse por algunos segundos. La tela estaba agrietada y frágil, sus colores apagados. Has sufrido mucho, ¿eh?

En el exterior, de vuelta a la naturaleza, echó un vistazo al bosque. Todo esto, con sus acertijos, códigos y cacerías le recordaba a Seattle. No era agradable. Nada que viniera de ese lado de sus recuerdos lo era. Veía cosas cuando cerraba los ojos: el sol cegador, intenso en su cara; gigantes de cristal; el rostro de la tristeza—Dina. Jesse. Joel.

𝗗𝗘𝗔𝗗𝗪𝗢𝗢𝗗, ellie williams  ㅤ❲  ESP  ❳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora