Debería dejarlo ya , pensó Marta . El sol hacía tiempo que se había puesto, dando paso a una temprana noche de invierno . En aquella pequeña habitación llena de libros y fotografías, reinaba una paz que hacia que Marta se olvidara del mundo exterior. Pero sus ojos empezaban a doler y le volvía el pequeño cosquilleo en los labios . Recorrió con su mirada cansada los papeles esparcidos por la mesa de madera, hasta encontrarse con la cajetilla de tabaco que había comprado hace unos días . -vacía- dijo suspirando, volviendo a dejarla en el mismo sitio . Se reclino en la vieja silla de cuero con la que se había fundido ,y ,aprovecho para estirar sus brazos y crujir las articulaciones de sus muñecas . Volvió a mirar la pantalla de su pequeño portátil y decidido que había avanzado lo suficiente en sus informes como para sentirse realizada . Al apagarlo, la pequeña habitación se quedo en penumbra , solo la luna ,que brillaba entre las nubes de un cielo que avecinaba lluvia, se colaba levemente por la ventana abierta . No Pero no lo hacia sola , el olor suave del mar inundaba la habitación. No era raro para la época del año que en aquella pequeña ciudad lloviese durante varios días seguidos .Marta sabía que aquella humedad no le sentaría bien a la decenas de libros que tenía apilados en la sala , pero era el precio a pagar para poder fumar dentro de esta. Era consciente de los riesgos que podría suponer una ceniza entre un gran número de informes impresos y anotaciones varias en cuadernos de bolsillo . Asique siempre que sus labios picaban y sus manos se cansaban de teclear , Marta se levantaba de la silla y sin andar más de tres pasos llegaba a la ventana abierta y allí se reencontraba con un cenicero en el alféizar . Y así, en una estampa un poco deprimente para algunos Marta se fumaba un cigarro con la espalda apoyada en la pared y la mirada perdida.
Pronto harían seis meses desde que consiguió suficiente financiación para comenzar sus investigaciones y con ello había empaquetado toda su vida , la cual consistía en colecciones de libros (todos relacionados con su ámbito de conocimiento) y un par de plantas que habían sobrevivido casi por arte de magia, para mudarse a aquella ciudad costera. La gente que con suerte habían conseguido mantener breves conversaciones, se aventuraban a decir que Marta era ,antes que nada ,una mujer solitaria, a la cual se le hacía imposible disimular que preferiría volver a esconderse detrás de la puerta siempre cerrada del centro de investigación, antes que mantener banales conversaciones sobre el tiempo o el resultado del partido del equipo local.
Recorrió el pasillo absorta en su pensamiento, con su abrigo largo puesto y buscando inconscientemente las llaves del centro de investigación en el fondo de su bolso. Todo se había vuelto parte de una cómoda rutina . Llegaba sobre las 12 de la mañana al trabajo , y , tras mirar el estado de su investigación decidía a que le dedicaba la tarde , solía optar por una tarde en el laboratorio que con suerte estaba vacío, las noches siempre era de redactar sus avances o retrasos , solía cenar algo rápido del bar de enfrente y volvía a montarse en el coche sobre las 3 o 4 de las mañana después de cerrar la puerta con llave del centro y apagar las luces del lugar .
Aquella noche no parecía nada fuera de lo común, estaba lloviendo , asique se preparó antes de correr hacia el único coche del aparcamiento. El camino hacia la casa era tranquilo y solitario , obviamente porque Marta era la única que conducía a esas horas . Solo los fines de semana podía ver algún otro coche en el sentido contrario y supondría que serían los jóvenes volviendo de fiesta. Y como si salirse de su rutina fuese pecado ,Marta llegaría a su casa en una media hora , dejaría el abrigo colgado en la percha cerca de la puerta , se cambiaría de zapatos por sus pantuflas de andar por casa y sus pies la llevarían hasta el baño ,donde se ducharía. Habiéndose puesto su vieja camiseta que servía todas las noches de pijama, se dormiría en su cama de matrimonio siempre vacía .
Pasarían semanas sin que la rutina se viese alterada a gran escala , a veces cambiaría de cena ,o, a veces ,se quedaría dormida durante unas horas encima de la mesa y se despertaría enfadada consigo misma por malgastar el tiempo. La mayoría de días hablaría con las mismas personas , y escucharía la misma música de camino a casa. Pero a Marta la tranquilidad en aquella pequeña ciudad le iba durar poco.
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El Secreto de las Aguas
FanfictionEn la pequeña ciudad costera de Santa Marina, donde el romper de las olas se convierten en la banda sonora de una vida tranquila. Marta, una investigadora solitaria tiene una nueva vida marcada por el aislamiento tras haber abandonado la antigua en...