- Capitulo 66 - Campanas de Boda

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5:40 AM

Melo

Atravesamos el hotel hasta el muelle; me sostiene la mano en la arena antes de pisar la madera, no estoy cansada; la emoción no me dejó dormir un minuto; me muero por pasar tiempo con Nany. Bosteza a mi lado con el puño cubriendo la boca, tengo claro que yo no he hecho más que dormir, pero él no.

—Ve a dormir, Jeff...—

— Dormiré cuando me muera... ¿En serio no quieres que vaya con ustedes? Prometo no intervenir, no meterme, ni hablar; pero me preocupa que vayas a meterte al medio del mar con la Barbie demente...—

— Pero no te preocupa que duerma en la misma cama que tú y habite el mismo edificio que ocupa la bestia de Raymond Vargas... Por favor; estoy más segura con Jannett.—

—Claro que no, yo puedo ser peligroso para cualquiera pero no para ti y Ray es pura espuma, no te tocaría...—

— Umju...—

Me quedo abrazando su espalda con el único propósito de olerlo mientras esperamos a que vuelva Jannett.

—Tengo algo para ti...— Digo calentando mis manos en el interior de su camisa.

— Damelo.—

— No puedo, lo olvidé en el departamento pero quería decirte para que te emociones.—

— Si lo olvidaste no puede ser tan importante.— Me toca las manos despacio, con cariño.

— Es muy importante, mi amor; lo olvidé porque me quedé dormida, ¿Quieres saber qué es? —

— Me gusta que estés durmiendo, me encanta que te duermas en el carro, en mis brazos, me encanta verte los ojitos pequeñitos mientras intentas pelear con el sueño...— Dice volteandose para abrazarme.

— No es tan divertido como suena, es como si mi cuerpo no me perteneciera... ¿No quieres saber lo que tengo para ti?—

— No es importante Pelusa; a mi ya me diste más de lo que merezco; Dios mio, solo hay que mirar lo hermosa que es mi esposa, lo feliz que me hace, solo hay que ver esos ojos, esa boca, esa sonrisa y esto. — Es la primera vez desde que salimos de la habitación antes de ritual que me toca el abdomen, eso también me gusta; tiene sus momentos, ha pasado noches enteras sosteniéndome el abdomen mientras duerme pero me permite olvidarlo a veces y eso me gusta.— Usted no lo sabe señora Rivera — continua — pero no le puedo pedir nada mas, sabes que siempre he querido tener una familia grande, siempre he querido ser el papá de alguien y hacerlo contigo es mas de lo que le puedo pedir a Dios. —

— Amiguito; usted es hermoso, es precioso, pero es demasiado empalagoso y yo no estoy acostumbrada a eso... Me da cringe. —

— Pues ahoguese en vergüenza ajena; a mi no me importa, acostúmbrate a que te diga esta clase de cosas todos los días del resto de tu vida... Ahora dime, ¿Que me compraste? —

—No te compre nada...—

El amanecer en la playa es una cosa, pero ver a este hombre con el pelo suelto, vestido de lino, con esos ojazos mirándote fijo mientras escuchas las olas es un regalo para el mundo.

Cuando me fui de la organización hace años; quería llevarme dos cosas; la pulsera que me regaló mi padre cuando cumplí ocho años y su anillo de bodas, perdí la pulsera la noche que me fui en el forcejeo con Ana, pero he tenido el anillo conmigo desde entonces y de alguna manera, entregárselo a Jeff se siente correcto, como si le estuviera dando la bendición de mi papa.— Es un anillo; me regalaste uno pero ya nos casamos y tuviste que comprar el tuyo, quiero arreglar eso; ¿Aceptarías el anillo de mi papa? Entenderé si no quieres usarlo, es algo inusual empezando por el hecho de que tiene un diamante pero creo que si alguien puede hacerle justicia eres tu.—

Eros -BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora