—¡Duele! ¡Sal de mi cabeza! ¡No quiero! .—Tomo con ambas manos mi cabeza y ejerzo tanta presión que puedo estar seguro que explotara como una sandía pero ese dolor punzante segue ahí no para no me deja aclarar mis pensamientos como una trepanación lenta y dolorosa que solo va en aumento pero que no deja huella en mi piel. Ni siquiera puedo ver a mi alrededor todo es borroso y con demasiada luz.— ¡Ayuda! ¡Ahhhhhh! ¡Ayuda! .—Miro el espejo del baño y solo pienso en una solución, debo desmayarme o matarme para colapsar y que deje de doler. Sin pensarlo con la parte razonable de mi cerebro y tomando un gran impulso estampó mi cabeza contra el vidrio del espejo, fallo pero antes de que empiece a escurrir la sangre por mi cabeza lo vuelvo a intentar y otra vez, otra vez, otra vez.
—¡Esta en trance! ¡Rápido padre Esteban! —rito en cuento me doy cuenta de aquella escena frente a mi para despues correr con la intención de detener a aquel joven ya ensangrentado pues no es capaz de escuchar mis gritos diciendo que se detenga.— ¡Basta muchacho! ¡Detente! ¡Te vas a matar! .— Escucho pasos acercarse a nosotros y finalmente veo al padre Estaban en quien pongo mi esperanza para que pueda detenerlo.
—¡Dios mío muchacho! .—Me acercó a él y aunque la escena es impactante mi prioridad es ayudarlo con la ayuda del padre Sebastián logramos que el joven deje de golpearse es así que dispongo a poner mis manos sobre la sangre que cubre su cabeza y doy inicio al rezo—. Pater noster, qui es in caelis, sanctificetur nomen tuum. Adveniat regnum tuum.
—¿Quién? ¿Cómo? ¡Ahh¡ .—pregunto sin entendimiento de que ocurre o de cuando aparecieron estas personas y con miedo de que ahora este delirando busco respuestas. Escucho a una voz recitar algo mientras siento un peso en mi frente que entre pequeños movimientos de mis ojos apenas logro detectar. No es que el dolor allá parado simplemente a dejado de incrementar.
—Fiat voluntas tua, sicut in caelo et in terra. Panem nostrum quotidianum da nobis hodie. Et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris —recito.—Parece recobrar la conciencia —anuncio al padre estaban pues al tener los ojos cerrados no pueden saber si está teniendo efectividad.
—Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo —recito.
—¿Quienes son? ¿Porque? —Pregunto finalmente pues aunque al principio el dolor se mantuvo ahora finalmente puedo sentir como este va desapareciendo y logró formular una pregunta llena de curiosidad pues no soy tan arrogante como para preguntar de manera agresiva al hombre que impide que mi cuerpo caiga por completo al suelo pues carezco de fuerzas. Sin embargo otro nuevo dolor nace y es el de los golpes entre mi cabeza y aquel espejo ahora roto por completo y del cual puedo ver mi imagen distorsiona entre los pedazos que aún yacen del espejo y la sangre que no para de escurrir manchando todo a su paso, sin duda estoy irreconocible.
—Te ayudaremos hijo, soy el padre Sebastián .—Lo tomo con menos fuerzas pero sin dejarlo caer pues logro sentir su intento de poner de su parte para disminuir su peso. Contesto sus preguntas para intentar que se ubiqué de la situación .— El es el padre Esteban.
—Amen .—Finalizo la oración, siempre debemos entregar todo de nosotros con cada oración, nuestra fé, esperanza, súplica y concentración. Cada parte de nosotros debe estar en cada una de las palabras. Abro los ojos y veo que el joven ya está haciendo preguntas, retiro mi mano ya tenida de su sangre de su frente .— Llamaré a una ambulancia para que puedan ayudarlo.
—Gracias pero ¿Cómo pudo pararlo? ¿Qué hizo? .—Estos hombres saben que ocurre conmigo ellos tienen la respuesta .— Llevo semanas con esto. No han parado desde que el bautizo, acudí a muchos médicos pero nadie sabe que hacer conmigo. ¿Ustedes pueden ayudarme? ¡No son solo los dolores de cabeza!
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A su imagen y semejanza.
EspiritualEl mundo se encontraba protegido por el sacrificio de un hombre, a pesar de ello, la humanidad recuperaría su naturaleza sádica, lo cual provocaría que el gran creador rompiera el pacto de protección en nuestro mundo. Y aquel hombre tan conocido del...