"i want to be forever young"
Es increíble cómo pasa el tiempo. Hace seis años, Guido y yo estábamos en medio de una tormenta de emociones, Pero acá estamos, con dos hijos que nos llenan la vida.
Bruno, nuestro nene de 5 años, es una copia exacta de Guido: el pelo rubio, esos mismos labios y una pasión por la música que parece innata. Y Mila, nuestra nena de 3 años, es como mirarme al espejo cuando era chiquita: morocha, de piel blanca, con esos ojos marrones oscuros que siempre parecen estar pensando algo más, y esas pecas que le dan un toque especial.La casa siempre está llena de risas, de gritos, y música. Es un caos, pero es nuestro caos, y no lo cambiaría por nada. Bruno es un nene tan curioso, siempre anda preguntando todo, quiere saber cómo funciona cada cosa,como su papá.
Me encanta verlo con Guido en la sala de ensayo. Aunque es chiquito, ya tiene ese algo que lo hace especial con la música, y Guido está chocho enseñándole a tocar la batería. A veces dice que Bruno es como una mini versión de él, y no puedo evitar sonreír porque es verdad.
Mila, en cambio, es más tranquila, pero tiene una personalidad fuerte que te la regalo. Le encanta bailar, y ya nos ha dado varios shows en el living, inventando pasos y moviéndose como si estuviera en un escenario. Cada vez que la veo, me sorprende más lo segura de sí misma que es. Esa nena tiene algo especial.
_____________________________________________________________________años más tarde...
Guido y yo estábamos en la cocina preparando la merienda, Mila entró corriendo, toda transpirada y con una sonrisa gigante, y se subió a la silla de un salto.
-Pa, hoy estuve jugando con Tomás en la plaza -dijo, como si fuera lo más importante del mundo.
Guido levantó la vista del café que estaba preparando y arqueó una ceja, tratando de sonar despreocupado, pero lo conozco demasiado bien como para no darme cuenta de que le había tocado una fibra.
-¿Tomás? ¿Ese es tu mejor amigo, no? -le preguntó, con un tono casual que no le salía natural.
-Sí, es mi mejor amigo. jugamos al voley y después me invitó un helado -respondió Mila con la misma naturalidad.
Vi cómo la mandíbula de Guido se tensaba un poquito, y tuve que morderme la lengua para no largar una carcajada. Le di un toque en el brazo, acercándome para susurrarle:
-Relajá, gordo, es solo un amiguito.
Guido suspiró, pero igual se inclinó para darle un beso en la frente a Mila.
-Me alegra que te diviertas con Tomás, princesa. Pero avisame siempre si vas a ir a algún lado, ¿sí? -le dijo, tratando de sonar más protector que controlador.
-Sí, papi, prometido.
Mila saltó de la silla y salió al patio, donde Bruno estaba intentando hacer jueguitos con una pelota.
Guido la siguió con la mirada, y en su cara se dibujó esa mezcla de orgullo y preocupación que solo un padre podría entender.
-No puedo creer que ya tenga 16 años -murmuró, casi sin darse cuenta.
Lo miré y apoyé mi cabeza en su hombro, sintiendo el calor de su piel.
-Nosotros también empezamos así, ¿te acordás? Y mirá cómo estamos ahora -le recordé, con una sonrisa.
Guido sonrió también y me abrazó más fuerte.
-Tenés razón. A veces me olvido de lo rápido que pasa todo.
Nos quedamos un momento en silencio, disfrutando de la paz de estar juntos, viendo a nuestros hijos jugar en el patio.
De repente, desde la ventana de la cocina, pude ver cómo Bruno, que hasta ese momento estaba completamente concentrado en su pelota, dejó de jugar y se quedó mirando a Mila con una expresión seria, casi idéntica a la que había tenido Guido cuando mencionó a Tomás. Era como si de repente el mundo no girara alrededor de él, y eso no le gustaba nada. Se acercó a Mila, intentando llamar su atención con la pelota, pero ella seguía inmersa en su propio mundo, sin darle demasiada bola.
Guido, que también estaba mirando la escena, frunció el ceño, como si no entendiera qué pasaba. Pero yo sí entendía.
-Mirá lo que heredó tu hijo -le dije con una sonrisa, señalando a Bruno con un gesto de la cabeza.
Guido levantó una ceja, sin entender a qué me refería, hasta que vio a Bruno tratando de captar la atención de Mila, con la misma cara que él había tenido hacía unos minutos.
-Es igual a mi boluda-dijo, medio sorprendido y medio divertido
No pude evitar largar una carcajada.
-Sí, igualito. hace exactamente los mismos gestos que vos -le respondí, dándole un beso en la mejilla-. Ya sabés a quién salió.
Guido se quedó mirándolos un rato más, y después se rió.
-Bueno, al menos sé que no soy el único que se pone así cuando alguien se acerca a la nena -dijo, entre broma y verdad.
Nos quedamos así un rato, viendo cómo nuestros hijos seguían jugando, con Bruno finalmente logrando que Mila le preste atención. Y aunque a veces me cuesta creer lo rápido que pasa el tiempo, en esos momentos me doy cuenta de que lo estamos haciendo bien. Después de todo lo que pasamos, somos una familia, y estamos bien. Y eso es lo único que importa.
fin.
ESTÁS LEYENDO
𝑆ℎ𝑎𝑑𝑒𝑠 𝑂𝑓 𝐶𝑜𝑜𝑙- 𝐺𝑢𝑖𝑑𝑜 𝑆𝑎𝑟𝑑𝑒𝑙𝑙𝑖
Fanfiction"Your hot, hot weather in the summer High, high, neglectful lover"