Jennie, una modelo y abogada argen-coreana de 25 años, desempleada y con una gran lista de deseos, decide abandonar su país natal, Corea del Sur, para encontrar una nueva oportunidad en Francia y vivir allí, donde conocerá a una joven, con muchísima...
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Habían pasado cinco meses luego de todo el escándalo por el chip, el paquete con las conversaciones y las fotografías impresas, los sentimientos por parte de las dos y el tiempo que se habían tomado en la relación, pocas cosas.
¿Lo bueno de todo esto? Mi-digo "nuestro" restaurante, según ella, florecía cada día más. Cualquier hora que pasábamos a supervisar, el lugar estaba repleto de gente probando las delicias de mis países natales. Los fines de semana y durante las mañanas, la fila afuera era interminable. Todos deseaban la chocotorta y las Yakgwa.
¿Otra cosa buena en estos meses? Volví a comer la comida cotidiana de Argentina, la necesitaba demasiado.
Como una milanesa, te extraño tanto.
No es como si no extrañara también Seúl, pero la milanesa es inevitable.
Habíamos contratado uno de los chefs más conocidos de Paris, los mejores a decir verdad y los más flexibles, aprendieron rápido como cocinar empanadas y locro.
Mi trabajo como abogada realmente me sofocaba, pasaba muchas horas sentada en la silla de mi oficina.
O arriba de mi escritorio por culpa de una tal rubia.
Por la gran cantidad de clientes que solicitaban citas todos los días para que yo misma les otorgue mis servicios. Por un momento pensé que era la única persona que trabajaba en el estudio jurídico o me otorgaban todos los clientes a mí a propósito o pura casualidad. Actualmente, estoy resolviendo un caso bastante pesado sobre una desaparición de un hombre. Me tiene casi muerta.
Casi no tenía tiempo ni para almorzar, debía ir a juicios muy seguido, pasar tiempo con Lisa, atender citas, pasar tiempo con Lisa, supervisar el restaurante, pasar tiempo con Lisa, hacer entrevistas para nuevos empleados, pasar tiempo con Lisa. Durante los fin de semana, pasaba a supervisar mi emprendimiento, salía con mis amigos a cenar y a bailar, o almorzaba en casa de Paul y su familia o en la casa de Chitthip.
¿Mencioné pasar tiempo con Lisa?
De todos modos, todos los días Lisa se escapaba de la escribanía para traerme los almuerzos y comer juntas, ya que ya no estaba obligada en contra de su voluntad en hacerlo con Sana. Algunas veces se tomaba el día para poder pasar el resto de la tarde conmigo, comer unas hamburguesas y ver alguna película de la interminable lista que había hecho.
O a veces no la mirábamos.
Y otras veces solamente pasaba a dejarme el almuerzo, que normalmente eran milanesas napolitanas o pastas que especialmente su madre enviaba para mí o pasaba ella en persona y almorzábamos juntas cuando su hija no podía. Su objetivo principal era que yo pueda comer.
—Faltan 20 minutos para que empiece tu almuerzo—hablé sin ni siquiera sacar la vista de mis papeles; me daba cuenta fácilmente de su sonido y aroma tan característico—. ¿Qué haces aquí?
