Capitulo 1:

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El sol de la tarde se filtraba suavemente a través de las ventanas del hospital, bañando la sala en una luz dorada que contrastaba con la fría blancura de las paredes. Shen Miao, con su uniforme limpio, se movía con rapidez entre las camas, revisando a cada uno de sus pacientes con una dedicación.

En una de las camas, una anciana de cabello canoso y ojos penetrantes la observaba con atención. Había algo en Shen Miao que la intrigaba.

Cuando la joven enfermera se acercó a verificar sus signos vitales, la anciana sonrió con suavidad y habló con una voz preocupante.

—Mi pequeña niña, acércate a mí —susurró la anciana, haciendo un gesto con su mano temblorosa—. Déjame ver tus manos.

Shen Miao, curiosa, obedeció y se sentó en una silla al lado de la cama. Con cuidado, extendió su mano hacia la anciana, que la tomó entre las suyas con una calidez inesperada.

—Dicen que la vida de una persona está escrita en las líneas de su palma, ¿sabes? —murmuró la anciana, sus ojos brillando con un conocimiento antiguo—. He visto muchas manos en mi vida, y cada una cuenta una historia. La tuya... la tuya es una historia demasiado triste y dolorosa.

Shen Miao sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero no dijo nada, permitiendo que la anciana continuara.

—Tu vida ha estado marcada por el dolor, mi niña. Las sombras de quienes codician lo que es tuyo te rodean, y aquellos que te hicieron daño en el pasado regresarán, trayendo consigo la oscuridad. —La anciana hizo una pausa, trazando una línea en la palma de Shen Miao con un dedo arrugado—. Debes tener cuidado, especialmente con el puente. Esa emoción que llevas dentro, esa tristeza que nunca te abandona, puede ser tu ruina.

La voz de la anciana se tornó más baja, casi como si estuviera recitando un antiguo conjuro.

—Hay un camino oscuro que se abre ante ti, húmedo y traicionero. Pero veo una luz en medio de la penumbra, una figura que llegará a tu vida para salvarte... sin embargo, debes evitar a algo, aléjate del...

Antes de que pudiera terminar, un médico irrumpió en la habitación.

—¡Shen Miao! Necesitamos tu ayuda, hay un paciente convulsionando en la sala de emergencias.

Shen Miao se levantó de inmediato, sus pensamientos aún con las palabras de la anciana. Mientras se dirigía a la puerta, la voz de la anciana la alcanzó, como un último susurro en el viento.

—¡Aléjate del peligro! —gritó la anciana con una intensidad inusual, sus ojos fijos en la joven enfermera.

El grito se escucha en la mente de Shen Miao mientras se apresuraba a la sala de emergencias, sus pasos más pesados de lo habitual.

En el fondo de su mente, Shen Miao no podía dejar de preguntarse: ¿qué había querido decir la anciana? Y, más importante aún, ¿por qué sentía que esas palabras eran el preludio de algo inevitable?
...
Shen Miao llegó a la sala de emergencias con el corazón acelerado, aún agitada por las palabras de la anciana. La sala estaba iluminada por las frías luces blancas, creando un ambiente estéril y distante. Al entrar, vio que el paciente que convulsionaba era una mujer que reconoció de inmediato: su antigua compañera de secundaria, Liu Mei.

El doctor, con una expresión cansada, se dirigió rápidamente hacia otra sala.

—Voy a necesitar tu ayuda en la sala 3, Shen Miao. Mantén la calma y atiende a Liu Mei hasta que regrese.

Shen Miao asintió y se acercó a la cama de Liu Mei. La mujer, que había estado convulsionando, de repente se detuvo y empezó a reír de una manera inquietante. Con un movimiento brusco, Liu Mei agarró las manos de Shen Miao, apretando sus dedos con fuerza.

Liu Mei:(riendo) —Maldita... ¡Maldita seas, Shen Miao! ¿Acaso olvidaste lo que hiciste? Hace años, cuando éramos pequeñas, el orfanato se incendió por tu culpa. Murió mucha gente ahí. ¡Eres una desgraciada! Si todos supieran la verdad...

Shen Miao: (inquieta) —Liu Mei, no estás convulsionando. Suéltame, hay otras pacientes que necesitan atención.

Liu Mei:(sin soltarla) —¿No sientes culpa por lo que hiciste? ¿No te atormenta cada noche?

Shen Miao se puso más nerviosa, con el rostro pálido. Intentaba encontrar las palabras adecuadas, pero el doctor volvió justo en ese momento.

Doctor:—Shen Miao, ven conmigo. Necesito que atiendas a otros pacientes.

Pero Liu Mei estalló en un grito, su voz estalla en toda la sala.

Liu Mei:—¡Todos, escuchen! ¡Esta es Shen Miao, la que incendió el orfanato hace años! ¡Ella es la razón por la que tanta gente murió!

Los pacientes, al escuchar las acusaciones, se miraron entre sí con horror. Algunos empezaron a lanzar las bandejas de comida, mientras otros gritaban en señal de rechazo. Shen Miao, helada por el shock, intentó explicar la situación, pero los pacientes no lo permitían.

Doctor:(firme) —Es mejor que te vayas a casa a descansar, Shen Miao. Esto está fuera de control.

Con el rostro enrojecido y los ojos llenos de lágrimas, Shen Miao salió del hospital, sintiéndose mal y culpable. El viento frío de la noche la golpeaba mientras se dirigía hacia el puente que cruzaba sobre el río.

Al llegar al puente, sus pies comenzaron a temblar. Se agachó y se puso de rodillas, abrazándose a sí misma. Tapó sus oídos con las manos y se dijo a sí misma que dejara de recordar, que dejara de llorar. Su mente estaba inundada de recuerdos dolorosos y confusos sobre el incendio.

Shen Miao: (llorando) —No es mi culpa... No puedo recordar... ¿Por qué me culpan?

Mientras lloraba, miró al mar desde el puente y sintió una abrumadora desesperación. El deseo de terminar con el sufrimiento, y estuvo a punto de lanzarse al vacío. Sin embargo, al dar el primer paso hacia el borde, un impulso repentino la hizo retroceder.

De repente, sintió una presión en la espalda, como si alguien la empujara. Con un grito, se tambaleó hacia adelante, pero logró aferrarse al barandado del puente.

Shen Miao: —No, no, no...

Sus manos comenzaron a resbalarse, en el último momento, antes de que cayera, Shen Miao se encontró flotando y y unas alas de luz dorada la rodearon, en un abrazo protector.

Shen Miao:—¿Quién... quién está ahí?

revelando una figura con alas radiantes que la sostenía con suavidad. Shen Miao miró hacia arriba, y vio a un ser demasido hermoso.

Yu Tu: —No temas. Soy tu angel...

La ultima misión del angelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora