True Blood - El punto muerto - Libro 12

5K 46 4
                                    

1

Incluso a esa hora de la noche hacía más calor que en las calderas del infierno y el día en el trabajo había sido movido. Lo último que me apetecía era estar en un bar atestado, viendo cómo se desnudaba mi primo. Pero era una de esas noches exclusivas para mujeres en el Hooligans, habíamos planeado la excursión desde hacía semanas y el establecimiento estaba lleno de mujeres chillonas dispuestas a pasar un buen rato.

Mi embarazadísima amiga Tara estaba sentada a mi derecha, y Holly, que trabajaba en el bar de Sam Merlotte, al igual que Kennedy Keyes y yo misma, se encontraba a mi izquierda. Kennedy y Michele, la novia de mi hermano, ocupaban el otro lado de la mesa.

-Esa Suuuk-iii -gritó Kennedy con una sonrisa traviesa.

Kennedy había sido la primera finalista del certamen de Miss Luisiana algunos años atrás, y a pesar de su paso por la cárcel, había conservado su aspecto espectacular, incluida una sonrisa con la que podría cegar a un autobús.

-Me alegro de que al final decidieras venir, Kennedy -dije-. ¿A Danny no le importa? -Ella no había dejado de quejarse de su novio la noche anterior. Y yo estaba casi segura de que iba a quedarse en casa.

-Eh, a mí me apetece ver a unos chicos guapos desnudos, ¿a ti no? -respondió. Eché un vistazo a las otras mujeres.

-A menos que me haya perdido algo, todas tenemos ocasión de ver chicos desnudos habitualmente -señalé. Aunque mi intención no había sido la de ser graciosa, mis amigas se echaron a reír. Estaban con el puntillo.

Pero no había dicho más que la verdad: yo hacía tiempo que salía con Eric Northman; Kennedy y Danny Prideaux estaban en pleno ascenso de fogosidad; Michele y Jason vivían prácticamente juntos; Tara se había casado y, ¡Dios mío!, estaba embarazada; si hasta Holly estaba prometida con Hoyt Fortenberry, quien apenas aparecía ya por su propio apartamento.

-Al menos tendrás curiosidad... -dijo Michele, alzando la voz para hacerse oír en medio del clamor-. Aunque puedas ver a Claude por tu casa en cualquier momento. Con la ropa puesta, sí, pero aun así...

-Eso, ¿cuándo va a volver a su casa? -intervino Tara-. ¿Cuánto se puede tardar en cambiar las tuberías?

Por lo que yo sabía, las tuberías de la casa de Claude en Monroe estaban en perfecto estado. Pero la excusa era simplemente mejor que decir que mi primo era un hada y que necesitaba estar en compañía de seres como él, ya que se encontraba exiliado, o que mi tío abuelo mestizo Dermot, casi un calco de mi hermano, venía incluido en el paquete. Las hadas, a diferencia de los vampiros o los licántropos, deseaban mantener su existencia en secreto.

Además, la asunción de Michele de que nunca había visto a Claude desnudo era incorrecta. A pesar de que el espectacularmente atractivo Claude era mi primo -y yo, desde luego, iba por la vida con la ropa puesta-, la actitud feérica hacia la desnudez era del todo natural. Claude, con su larga melena negra, rostro juvenil e impresionantes abdominales, era de esos que dejan bocas abiertas a su paso... hasta que él abría la suya. Dermot vivía también conmigo, pero era mucho más modesto en sus hábitos..., quizá porque yo había compartido con él mi opinión acerca de los familiares con el culo al aire.

Dermot me caía mucho mejor que Claude, quien me provocaba sentimientos encontrados, y ninguno de ellos sexual. De hecho, recientemente, y con mucha reticencia, le había permitido volver a casa tras una discusión.

-No me importa que Claude y Dermot vivan conmigo. Me han ayudado mucho - dije con escasa convicción.

-¿Y Dermot, qué? ¿También hace striptease? -inquirió Kennedy, esperanzada.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 15, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

True Blood - El punto muerto - Libro 12Donde viven las historias. Descúbrelo ahora