Los días pasaron y Valeria se concentró en su proyecto de investigación para la clase de física cuántica. Pero un día, mientras estaba en la cafetería revisando sus apuntes, Alejandro se le acercó. No parecía el chico despreocupado y seguro de sí mismo que siempre había sido.—Valeria, ¿puedo hablar contigo? —preguntó con cautela, su voz cargada de sinceridad.
Valeria lo miró, dudando si debía escuchar. Sin embargo, el peso de las emociones no resueltas la empujó a asentir.
—Dame cinco minutos —dijo ella, apartando sus libros.
Alejandro se sentó, nervioso. —Sé que no tengo derecho a pedirte esto, pero... quiero que sepas que lo lamento. No fue solo una apuesta. No lo fue después de conocerte de verdad.
Valeria levantó una ceja, incrédula. —¿Y esperas que te crea?
Alejandro suspiró. —Entiendo que no lo hagas. Yo tampoco me lo creería. Pero tú eres diferente, Valeria. No sé cuándo pasó, pero me importas.
Valeria sintió su corazón latir más rápido, pero intentó mantener la calma. —¿Y Sebastián? ¿También vino a disculparse?
Alejandro bajó la mirada. —Él también siente algo por ti. Pero no sé si él esté listo para admitirlo.
Esas palabras confundieron a Valeria más de lo que la consolaron. ¿Podía ser cierto? ¿Ambos habían desarrollado sentimientos por ella?
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El juego del corazón
RomancePrólogo A veces, la vida universitaria puede parecer una película, llena de personajes memorables y giros inesperados. Para Valeria, una chica introvertida y amante de los libros, su mundo giraba en torno a sus estudios de física cuántica y las tard...