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POV GAEL

— ¡Te dije que no quería ir a París por mi cumpleaños! – grité.

— ¿En serio preferías ir a un concierto de los tigres del norte? – me preguntó el doctor De la Barrera, mi profesor con quien estaba comenzando un romance.

— Sí, ya te había dicho que era mi más grande sueño... aparte de quitarles las caries a los integrantes – suspiré triste.

De nuevo pasó lo que ya esperaba. El doctor salió del consultorio sin decir nada más. Últimamente no me escuchaba mucho y solo discutíamos. Es verdad que nunca tuvimos una relación formal, pero me duele saber que en realidad no se preocupa nada por mí.

La única persona que me escuchaba y entendía era Kim Sunoo, mi único amigo. Desde que mis padres murieron por culpa de unas gorditas con carne de cerdo mal cocida, él ha sido el único que ha estado para mí. Quedé solo desde ese entonces, también tuve que ver lo duro que es la vida. Lo único que me dejaron de herencia fue 20 millones de dólares. Si quería seguir con mi estilo de vida, tenía que trabajar mucho hasta ser un gran odontólogo.

— Hey, Sunie. ¿Cómo estás? – dije en cuanto contestó mi llamada.

— Ya sabes, escuchando los Ángeles Azules – me contestó.

— Ya te dije que los Tigres del Norte son mejores, no te entiendo – respondí.

— Gay... digo, Gael. Te escuchas triste, ¿pelearon de nuevo? – me preguntó.

— Sí – comencé a llorar un poco – y lo peor es que tenemos una consulta juntos para una limpieza dental en cinco minutos.

— Ya no dejes que juegue contigo, tú necesitas alguien que te ame y te comprenda, así como... – le colgué al escuchar que alguien tocaba la puerta.

— ¡Pase!

Y en cuanto abrió la puerta el paciente, mi corazón se aceleró.

— Buenas tardes, soy Kai Kamal Huening – sonrió el chico alto con rasgos tanto asiáticos como occidentales.

— Buenas tardes – le sonreí de regreso.

Al ver sus hermosos ojos olvidé todos mis problemas, casi olvidaba que estaba triste. No pude olvidarlo porque a los segundos entró de nuevo el doctor De la Barrera.

— Veo que ya llegó el paciente, comencemos – dijo el doctor y comenzó a revisar a Kai.

Yo no podía dejar de mirar a Kai, era muy guapo. Él también me miraba y sonreíamos un poco. El doctor se dio cuenta y me volteó a ver molesto. Agaché mi mirada y ya no pude ver a Kai el resto de la operación.

Terminando la operación, Kai me volteó a ver – adiós, nos vemos pronto – me sonrió y se fue.

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