La noche estaba tranquila, con la luna llena brillando intensamente en el cielo, como si la propia diosa estuviera bendiciendo los eventos que estaban a punto de desarrollarse. Los preparativos para la boda de Huaáneri y Kalik estaban en marcha, y todos en Günatyz se movían con un propósito y entusiasmo que hacía tiempo no se veía en la aldea.
Huaáneri observaba el lago desde la colina cercana, su corazón latiendo con una mezcla de anticipación y felicidad. El lago, con sus aguas cristalinas que reflejaban la luz plateada de la luna, era el escenario perfecto para lo que sería la ceremonia más importante de su vida. El lugar no solo era hermoso, sino también sagrado para los Günatyz, ya que se creía que la luna bendecía a aquellos que se unían en matrimonio bajo su luz.
—Todo está casi listo, Huaáneri —dijo Harini, acercándose a ella con una sonrisa cálida—. La ceremonia será hermosa.
Huaáneri sonrió en respuesta, sus pensamientos llenos de recuerdos de todo lo que había llevado a este momento. —Gracias, Harini. No puedo creer que el día finalmente haya llegado.
Harini asintió, mirando hacia el lago. —Es un nuevo comienzo, no solo para ti y Kalik, sino también para todos nosotros. Esta boda representa la unión de nuestras culturas y la esperanza de un futuro brillante.
Mientras tanto, Kalik estaba con Arandú y Tareq, ayudando a colocar las últimas decoraciones en el área ceremonial. Los tres hombres trabajaban en silencio, cada uno de ellos consciente de la importancia del momento.
—Recuerdo la última ceremonia de este tipo que presencié aquí en Günatyz —comentó Tareq, su voz llena de nostalgia—. Era una época muy diferente, pero algunas cosas nunca cambian. El amor y la devoción siempre han sido el núcleo de nuestras tradiciones.
Arandú, quien había pasado gran parte de su vida en Sumbru, sonrió mientras ataba unas guirnaldas de flores alrededor de un arco hecho de ramas de árboles. —Me alegra estar aquí para esto. Günatyz es un lugar especial, y ver cómo ha resurgido gracias a ustedes es algo que nunca olvidaré.
Kalik miró a Tareq, reconociendo en sus ojos la sabiduría y experiencia de alguien que había visto y vivido muchas cosas. —Es un honor que seas tú quien dirija la ceremonia, Tareq. Sabes lo que significa para nosotros.
Tareq asintió solemnemente. —Es un honor para mí también, Kalik. Esta boda no es solo un símbolo de su amor, sino de la unión de nuestras culturas, de nuestras familias. Estoy orgulloso de ser parte de esto.
Cuando la luna alcanzó su punto más alto en el cielo, todo estuvo listo. Los habitantes de Günatyz, junto con los invitados de Naribiu, se reunieron alrededor del lago, formando un círculo bajo la luz de la luna. Los animales, que Kalik había domado y cuidado a lo largo de los años, se acercaron silenciosamente, como si también quisieran ser testigos de la ceremonia.
Huaáneri apareció primero, caminando lentamente hacia el lago. Vestía un atuendo tradicional de los Günatyz, una túnica blanca adornada con bordados plateados que brillaban bajo la luz de la luna. Su cabello estaba decorado con flores y pequeñas ramas, y llevaba en sus manos un ramo de flores silvestres que Kalik había recogido para ella esa misma mañana.
Kalik la esperaba al borde del lago, vistiendo una túnica similar, con detalles que representaban la conexión con la naturaleza y los espíritus de los animales. Cuando sus ojos se encontraron, todo lo demás pareció desvanecerse, dejando solo a los dos bajo la mirada benévola de la luna.
Tareq se adelantó para recibirlos, levantando sus manos en un gesto de bienvenida. —Hoy, bajo la luz de nuestra madre luna, nos reunimos para celebrar la unión de estos dos corazones. Huaáneri, descendiente de Naribiu, y Kalik, hijo de Günatyz. Sus caminos los han traído hasta aquí, y ahora se unen no solo como compañeros, sino como líderes de un nuevo capítulo en nuestras vidas.
La ceremonia continuó, con Tareq recitando antiguos versos que hablaban de amor, sacrificio y la importancia de la unión bajo la luz de la luna. Huaáneri y Kalik intercambiaron promesas, sus voces llenas de emoción y compromiso. Cada palabra que pronunciaban resonaba en el aire, como si los espíritus de sus antepasados estuvieran presentes, escuchando y bendiciendo su unión.
Cuando llegó el momento de sellar su compromiso, Kalik tomó las manos de Huaáneri y las levantó hacia la luna. —Prometo, bajo la luz de la luna, amarte y protegerte, estar a tu lado en los momentos de felicidad y en los desafíos que enfrentemos juntos.
Huaáneri sonrió, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad. —Y yo prometo, bajo esta misma luz, caminar a tu lado, apoyarte y amarte con todo mi ser, en cada día que compartamos.
Tareq levantó sus manos una vez más. —Que la luna, que nos ha guiado a lo largo de nuestras vidas, sea testigo de esta unión y bendiga su camino. Que su luz siempre los guíe, incluso en las noches más oscuras.
Con esas palabras, Tareq pronunció a Huaáneri y Kalik como esposos, y un suave suspiro de alegría recorrió a los presentes. El viento sopló, acariciando suavemente a los recién casados, mientras los animales emitían sonidos que parecían una bendición de la naturaleza misma.
La celebración continuó bajo la luz de la luna, con música, danzas y la alegría compartida de todos los presentes. Huaáneri y Kalik, ahora unidos no solo por su amor, sino también por el compromiso de liderar y proteger a su pueblo, sintieron en ese momento que estaban comenzando el viaje más importante de sus vidas.
Juntos, enfrentaron el futuro con la certeza de que, sin importar lo que viniera, siempre tendrían la luz de la luna y el amor que compartían para guiarlos.
Fin.
[•••]Habrán uno o dos capítulos extras.
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Hijo de Luna.
FantasiDe un amor imposible surje una petición sagrada a la madre Luna; tu primogénito a cambio de poder estar con la persona que amas. Confusión, temor e ira, son lo que llevan a esta pareja a la destrucción pero la historia debe continuar. Una historia...