𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐗𝐈𝐕: Equinoccio

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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐗𝐈𝐕: ❛ Equinoccio ❜




El equinoccio de otoño, recuerda Hinata, no es su época del año favorita, esa suele ser el invierno y por supuesto que no le ve nada de malo a la entrada del otoño, pero esa sensación de melancolía y de tristeza que la acompaña la hace estremecer. Ama ver las hojas de los árboles caer, ama la sensación de frío que comienza a surgir y no importa que diga, ama el festival de otoño de la Aldea de la Hoja aquel al que nunca volvió.

Por lo menos los últimos dos años.

Hinata intenta ignorar por completo la sensación que le provoca aquel amanecer. Nostalgia, tristeza y falta de calidez.

La mirada oscura, oscura, oscura la hace estremecer; la estudia de pies a cabeza, intenta buscar la mentira en sus palabras, la burla o el desconocimiento de lo que habla. Él la subestima y parece no querer entender lo que sea que esté hablando. Debe evitar decir alguna tontería, debe ser concreta con lo que sabe.

Hinata siente el nerviosismo calar su cuerpo, una cosa es Itachi, pero otra es el enmascarado.

¿Qué se supone que debe hacer si Obito la hace estremecer?

—¿Qué intentas decir? —Itachi habla serio.

Es justo lo que provoca Obito en Itachi, se vuelve más oscuros, más expresivo, más iracundo, menos Itachi. Hinata es capaz de leerlo, es capaz de sentir la manera en la que Itachi suele perder un poco de él cuando el enmascarado deambula por su habitación.

Todo fue tan rápido, fue a explicarle a Itachi su repentina forma de haber dado con un cabo suelto qué nunca había notado. Que ni siquiera hubiese entendido, la razón: Obito llegó con su extraña habilidad a la habitación.

Tenía su vestimenta oscura, su cabello rebelde y su inigualable máscara, esa aura de seguridad retorcida y con una pizca de oscuridad que logra hacerle estremecer. Hinata puede sentir algo extraño en él, algo oscuro que brota o susurra por salir en un grito.

Hinata es extrañamente observadora.

—Hay algo que no consideré —Itachi tiene su vista en ella, seria, sin emociones, sin vida. Ninguno dice nada y Hinata lo toma como una señal para que continúe— salí de Konoha un par de semanas antes del Festival de Otoño. Por un rastro que nunca apareció, por una misión que nunca tuvo efecto.

Obito entrecierra su mirada.

—Niña, sé del viaje en el tiempo —dice con sorna Obito, jactándose de su comportamiento, sintiendo el cómo Obito disfruta de hacerla sentir pequeña y débil.

—¿Qué deseas con saber? —Itachi cuestiona, está parado justo a lado de la ventana, viendo los rayos del sol amanecer en el horizonte.

—Itachi, Itachi, Itachi —llama Obito con ese tono divertido y extraño, es una advertencia o una broma— te olvidas qué siempre estoy un paso frente a ti y la niña no es muy discreta.

—No te servirá de nada —Itachi es jodidamente altanero e inexpresivo, no mira a Obito y, por el contrario, está bastante ocupado mirando el cielo. Está en paz.

—Eres un maldito bastardo con conocimiento, Itachi —Obito cruza su pierna, Hinata ve ese movimiento como algo de los Uchiha, Itachi suele hacerlo, pero Obito es descarado lejos de ser elegante— pero te recuerdo que Konoha depende de un hilo y tengo una promesa que puedo romper.

𝐔𝐓𝐎𝐏𝐈𝐀 | 𝐢𝐭𝐚𝐢𝐧𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora