El Lamento Del Cielo

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El mundo de Mitsuki se había vuelto gris desde el día en que Boruto desapareció. El sol, que alguna vez brilló intensamente sobre él, ahora parecía haberse apagado, dejando tras de sí solo una sombra fría y desolada.

La desaparición de Boruto era un misterio que se envolvía en capas de incertidumbre, y cada día que pasaba, Mitsuki sentía cómo su esperanza se desvanecía, como la niebla al amanecer. Boruto era su sol, y sin él, la vida carecía de color, de sentido.

La desesperación de Mitsuki lo llevó a enfrentar a la familia Hyuuga, una confrontación que fue como una tormenta desatada. Se presentó en la gran mansión, su corazón ardiendo con una mezcla de furia y dolor.

Al enfrentarse a Hiashi y Hanabi, sus palabras fueron como flechas lanzadas al viento, cargadas de acusaciones y exigencias. Pero los Hyuuga, con su frío desdén, lo repelieron con la misma indiferencia que se le muestra a un mendigo que pide limosna.

-Boruto no está aquí -dijo Hiashi, su voz tan afilada como una daga-. Ha tomado su propio camino, uno que tú no puedes seguir.

Las palabras resonaron en la mente de Mitsuki como un trueno en un cielo despejado, pero no creyó ni por un segundo en la explicación de Hiashi. La verdad estaba oculta tras una cortina de mentiras, y Mitsuki lo sabía. Se volvió hacia Hanabi, buscando en su rostro alguna señal de compasión, pero lo que encontró fue un muro de piedra, una expresión dura y fría que lo dejó aún más desesperado.

-Él jugó contigo -añadió Hanabi, sus palabras impregnadas de veneno- Boruto nunca te quiso, solo eras una diversión pasajera. Es mejor que lo olvides.

Mitsuki sintió cómo esas palabras se clavaban en su corazón, como espinas en una rosa. Pero su amor por Boruto era demasiado profundo para ser arrancado con mentiras.

Sin embargo, por más que discutió, por más que exigió la verdad, todo lo que recibió fue un portazo en la cara y la promesa de que Boruto ya no formaba parte de sus vidas.

Cuando los Hyuuga se trasladaron a otra ciudad, alejándose de todo, Mitsuki quedó solo, envuelto en una sensación de pérdida tan grande que su alma parecía desgarrarse.

Era como si el mundo se hubiera cerrado sobre él, dejando solo una oscuridad insondable donde antes había estado la luz de su amado. La idea de que Boruto se hubiera ido para siempre era un tormento constante, un dolor que no podía mitigar, sin importar cuánto lo intentara.

La naturaleza misma parecía reflejar la angustia que sentía Mitsuki. El cielo, que alguna vez fue un vasto lienzo de azul inmaculado, ahora estaba cubierto de nubes grises que lloraban sin cesar.

La lluvia caía como lágrimas, empapando la tierra, mientras el viento, gélido y cortante, se colaba por las grietas, como si intentara arrancar el calor que aún quedaba en su corazón. Los árboles se inclinaban bajo el peso de la tormenta, sus ramas desnudas golpeándose unas contra otras, emitiendo lamentos que resonaban en el alma de Mitsuki.

Cada día que pasaba sin encontrar a Boruto era una daga más en su corazón. Caminaba por las calles que alguna vez compartieron, buscando en cada esquina, en cada sombra, un rastro de su amado.

Pero el mundo parecía haberse convertido en un lugar hostil, donde cada puerta cerrada, cada mirada esquiva, le recordaba que Boruto ya no estaba allí. Mitsuki, que alguna vez había sido fuerte y seguro, ahora se sentía como una hoja a merced del viento, sin dirección, sin esperanza.

El dolor de su pérdida era tan profundo que a veces Mitsuki sentía que no podía respirar. Era como si el aire se hubiera vuelto denso y pesado, como si cada inhalación fuera un esfuerzo monumental.

Entre Rejas Y Secretos (MitsuBoru) (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora