Capítulo 05 ~ Tanto que decir

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Un hombre joven ataviado con una vaporosa túnica gris avanzaba por el estrecho pasillo con su habitual aire fastidioso. Era Ranulf, el alto mago encargado de los asuntos de los novicios. Sin prestar atención a la mirada de desaprobación de la bibliotecaria, el hombre se acercó a Maxi.

— Me alegro de haberte encontrado aquí. Me ahorro el viaje a tu aula.

— ¿Ha-Hay algún problema?

— ¿De verdad no lo sabes?

Con las manos en la cintura, el alto mago le dirigió una mirada imperiosa. Aunque Maxi podía sentir las miradas curiosas de los otros magos que leían junto a la ventana, Ranulf parecía poco dispuesto a mostrar discreción. Sacó de su túnica un grueso manojo de pergaminos y se lo sacudió a Maxi en la cara. Sus ojos vacíos y parpadeantes se abrieron de par en par cuando se dio cuenta de que era la carta que había pasado muchas noches en vela escribiendo.

El alto mago se frotó la sien y lanzó un suspiro.

— ¿No te he dicho innumerables veces que las cartas de los novicios deben ser breves y sencillas porque se inspeccionan antes de enviarlas? ¿Acaso dos rechazos no bastaron para asimilarlo?

— ¡P-Pero esta vez sí que la hice lo más corta posible! — se quejó Maxi, temerosa de un tercer rechazo.

A los novicios sólo se les permitía enviar comunicación dos veces al año, y como había dicho el alto mago, la suya había sido rechazada las dos veces. Agraviada, Maxi lo fulminó con la mirada.

— U-Usted me dijo que no pasara de diez páginas... y-y yo cumplí.

— ¿Cumpliste?

Prácticamente al borde de las lágrimas, el alto mago extrajo una página doblada del fajo y la aplastó. Maxi chilló y se apresuró a intentar cubrir el contenido de la carta. Ignorando su angustia, Ranulf colgó el pergamino; del tamaño de un mantel, frente a sus ojos.

— ¡¿A esto le llamas cumplir?! ¡Estos pergaminos sirven para delinear grandes artefactos mágicos y tú los llenas con tu letra diminuta! Mis ojos casi se salen. Me esforcé por seguir adelante porque esta vez sí que quería dejarte una carta, ¡pero me resultó imposible! - gruñó Ranulf, señalándose los ojos inyectados en sangre. - ¿Es algún tipo de tortuoso experimento el que estás llevando a cabo? La última vez, me confundiste con una carta tan gruesa como las Sagradas Escrituras, y ahora este ridículo... -Parecía esforzarse por encontrar la palabra adecuada antes de bramar- ¡¿No tienes ninguna consideración por la persona que tiene que comprobar esto? ¿Comprende la tortura de verse obligado a leer una carta de amor tan prolija?

— ¡E-E-Esto no es una carta de amor! ¡Yo s-simplemente le hacía saber a mi marido cómo estaba! ¡Sólo se nos permite enviar cartas dos veces al año... a-así que por supuesto que tendría mucho que decir!

El alto mago levantó la barbilla y resopló con fuerza.

— Deberías alegrarte de que las rechazara. Habría sido desastroso si se les hubiera permitido cruzar el mar. ¡Créeme, esas patéticas cartas tuyas habrían ahuyentado a tu marido!

La conmoción drenó el color del rostro de Maxi. ¿Cómo podía decir algo tan terrible cuando ella estaba fuera de sí por la preocupación?

Olvidándose de que estaban en un espacio público, gritó.

— ¡Se equivoca! ¡M-Mi esposo... no es un hombre sin corazón como usted, Maestro Ranulf!

— Suficiente. Sólo reescríbalo — dijo el alto mago entre dientes apretados.

Con eso, sacó un pergamino de una sola kevette de largo y lo agitó hacia ella.

— Te voy a dar otra oportunidad. Las cartas saldrán dentro de dos días, así que tienes hasta mañana para escribir otra. El pergamino debe ser de este tamaño...

Debajo del Roble ~ Libro 07 [Temporada dos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora