Capítulo 24 ― Promesas escondidas ―

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 A pesar de la conversación que tuve con James, o mejor dicho, sobre la conversación que quería tener él pero que no dejé que llegara a más, intentaba tener los pensamientos a raya.

Intentaba que no llegaran a controlar mi estado emocional.

A controlarme a mí.

Porque aunque sabía que esos pensamientos no tenían una raíz real, mi mente me hacía creer que tenían algo sólido a lo que aferrarse.

Entré en la habitación hecha un manojo de nervios y pensamientos, pero se fueron poco a poco cuando empecé a hablar con las chicas, que me ayudaron a distraerme aunque ellas no fueran conscientes de ello.

Teníamos unas tres horas para prepararnos nosotras, ir a casa de James y prepararlo todo, y no perdimos el tiempo.

Nos llevamos la ropa para cambiarnos y acabarnos de arreglar allí. Los chicos ya iban de camino porque les dejamos la parte de decorar y colgar las cosas.

En verdad fue porque Ethan dijo que quería saber cuántos globos seguidos podía inflar hasta que se sintiera a punto de marearse. Algo de querer tener experiencias y que le diera adrenalina.

Nunca entendería del todo los pensamientos coherentes que cree tener, pero se le apreciaba de igual manera.

Nos aseguramos de que lo teníamos todo y nos pusimos rumbo a casa de James.

Llamamos al timbre y esperamos a que alguno de los chicos abriera la puerta. Pero el tiempo pasaba y nadie hacía el ademán de abrirnos. Se veían luces en el interior, señal de que había alguien en casa. Volvimos a llamar, pero nada.

― Espera, voy a llamar a Andrew. A lo mejor están liados.― Felicity dijo mientras sacaba el móvil y se lo llevaba a la oreja. Los segundos pasaban y nadie respondía.

Madeleine probó con Sebastian.

Nada.

¿Dónde demonios estaban?

Nos dirigimos hacia la ventana de la calle que daba al salón. Las cortinas no estaban echadas del todo, por lo que se podía ver más o menos el interior.

Esto era increíble.

Estaban todos en el sofá viendo la tele. Más concretamente lo que parecía un partido de fútbol.

― ¡Pero bueno! ― Felicity dijo indignada.

Les hacíamos gestos, pero no logramos captar su atención. Estaban demasiado concentrados en la pantalla como para recordar el motivo por el que estaban ahí.

― Venid. ― Las chicas me miraron extrañadas, pero me siguieron cuando me dirigí hacia la puerta principal otra vez. Más concretamente hacia los arbustos con flores que decoraban su entrada. Según él, cortesía de su abuela.

Recordé cuando James me dijo una vez que entre los primeros arbustos de la izquierda, había enterrada una llave de la puerta en un pequeño frasco.

Así que mientras las chicas me miraban como si hubiera perdido la cabeza por parecer un perro buscando algo, logré sacar el frasco y la llave, aunque con las manos y las uñas llenas de tierra.

― ¿Habéis llegado a esa confianza? Pero bueno Olivia, nos tienes que contar muchas cosas. ― Como respuesta reí y fui a meter la llave para entrar.

― Espera. ― Madeleine dijo en voz baja. ― Tengo una idea.

No hizo falta decir nada más, porque la entendimos al instante. Abrí la puerta con el máximo sigilo posible y cerré sin hacer ruido.

Nos dirigimos al salón, y ahí estaban ellos. Sentados en el sofá, libres de preocupaciones y comiendo palomitas.

Esto era el colmo.

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