Capítulo 21: Un cambio de identidad

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Sofía estaba acurrucada en su sofá, envuelta en una manta suave, mientras el sol de la tarde se filtraba por las cortinas de su sala. Había pasado un día bastante normal después del último castigo de Lucía, pero aún se sentía nerviosa, esperando el próximo movimiento de su exnovia. A pesar de todo, se sentía aliviada de que Jorge hubiera decidido volver a verla después de la última discusión.

Jorge tocó la puerta suavemente, y Sofía se levantó para abrir. Cuando sus ojos se encontraron, una sonrisa de alivio cruzó los labios de ambos. Jorge, aún confundido por los eventos recientes pero sin dejar de sentirse atraído por Sofía, se inclinó hacia adelante y la besó suavemente.

—Perdóname por lo de la otra noche —dijo él, sus ojos llenos de arrepentimiento—. No supe lo que estaba pasando, y debí estar más atento.

Sofía asintió, tomando su mano y llevándolo hacia adentro.

—No te preocupes, Jorge. Todo esto ha sido... muy extraño para ambos —respondió ella con una sonrisa débil—. Lo importante es que estás aquí ahora.

Se sentaron en el sofá, eligiendo una película al azar para ponerla de fondo mientras charlaban. Con el paso de las horas, la tensión entre ellos comenzó a desaparecer. Se sentían cómodos y cercanos, y el ambiente se llenaba de una reconfortante calidez. A medida que la tarde avanzaba y la luz se atenuaba, se fueron acercando más y más, hasta que Jorge tomó a Sofía de la mano, mirándola con una intensidad que la hizo temblar.

—Te he extrañado tanto, Sofía —susurró él, acercándose lentamente—. A veces no puedo dejar de pensar en ti.

Sofía sintió cómo su corazón comenzaba a latir más rápido, sus labios se encontraron, y la pasión creció rápidamente entre ellos. De repente, todos los problemas y preocupaciones parecieron desvanecerse, reemplazados por el deseo compartido. Sin más palabras, se levantaron del sofá y se dirigieron a la habitación de Sofía.

La ropa cayó al suelo en un torbellino de emociones, y pronto ambos estaban en la cama, explorándose mutuamente con manos ansiosas y labios ávidos. Pero justo cuando estaban en el clímax de su pasión, algo extraño comenzó a suceder.

Sofía sintió un extraño cosquilleo en su cuerpo, una sensación que había aprendido a reconocer con temor: la magia de Lucía estaba en acción. Abrió los ojos y miró a Jorge, esperando ver su reacción, pero lo que vio la dejó completamente anonadada. Los brazos de Jorge comenzaron a cambiar, volviéndose más delgados y suaves. Su torso, firme y musculoso, empezó a transformarse en el de una mujer, con pechos creciendo rápidamente en su pecho.

—¡Jorge! —gritó Sofía, sorprendida, apartándose ligeramente.

Jorge abrió los ojos, sintiendo también la transformación en su propio cuerpo. Miró hacia abajo y vio cómo su cuerpo cambiaba, el miedo y la sorpresa grabados en su rostro. Sus manos se elevaron hacia sus nuevos pechos, y su expresión era una mezcla de confusión y terror.

—¿Qué está pasando? —preguntó, su voz más aguda por el pánico—. ¡Mi cuerpo... se está transformando!

La cara de Jorge aún conservaba sus rasgos masculinos, pero su cuerpo era completamente femenino. Sus piernas eran largas y suaves, sus caderas se habían ensanchado, y los músculos de sus brazos y abdomen habían desaparecido, reemplazados por la figura curvilínea de una mujer.

 Sus piernas eran largas y suaves, sus caderas se habían ensanchado, y los músculos de sus brazos y abdomen habían desaparecido, reemplazados por la figura curvilínea de una mujer

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Sofía observó con asombro y miedo, tratando de entender lo que estaba sucediendo. Era otro castigo de Lucía, estaba segura de ello, y este era más cruel y retorcido que cualquiera anterior. Se acercó a Jorge, tratando de calmarlo.

—Jorge... creo que es magia... de Lucía —dijo en voz baja, intentando mantener la calma—. Está jugando con nosotros de nuevo.

Jorge miró a Sofía con desesperación en sus ojos, y luego sintió una corriente extraña recorriendo su cuerpo. Era como si su piel se volviera más sensible, cada toque, cada roce, se amplificaba en una sensación intensa que nunca había experimentado.

—Esto... se siente tan... diferente —susurró, confundido y algo abrumado por las nuevas sensaciones que inundaban su cuerpo.

Sofía, aún sorprendida por lo que estaba viendo, se acercó más a Jorge, tratando de ayudarlo a adaptarse a la nueva situación. Sabía que no tenía mucho control sobre lo que estaba sucediendo, pero no quería que Jorge se asustara más de lo necesario.

—Tranquilo, Jorge. Vamos a superar esto juntos, ¿de acuerdo? —dijo, colocando suavemente su mano en la mejilla de Jorge.

Jorge asintió lentamente, sus manos explorando su nuevo cuerpo con una mezcla de curiosidad y miedo. A pesar del caos, había algo en la forma en que Sofía lo miraba, algo reconfortante que lo ayudó a calmarse un poco.

Entonces, la magia de Lucía hizo su siguiente movimiento. Ambos sintieron una oleada de calor corriendo por sus cuerpos, un deseo creciente que no podían ignorar. La hechicera había desatado un nuevo tipo de atracción entre ellos, una atracción que encajaba perfectamente con la nueva situación de Jorge.

Sofía, sintiendo este calor en su propio cuerpo, se acercó más a Jorge, casi involuntariamente. Sus manos se movieron hacia él, acariciando su piel suave y nueva, explorando las curvas que antes no estaban ahí. Era una sensación completamente diferente y, de alguna manera, intensamente emocionante.

Jorge, aún en estado de shock, se dejó llevar por la sensación. Las caricias de Sofía eran gentiles y llenas de amor, y aunque su mente estaba llena de confusión, su cuerpo reaccionaba de maneras que nunca había imaginado. Pronto, estaban de nuevo en medio de la pasión, pero esta vez, como dos mujeres.

La noche se llenó de descubrimientos. Sofía y Jorge, ahora ambos con cuerpos femeninos, se exploraron mutuamente de una manera nueva, descubriendo las diferencias y similitudes de sus nuevas formas. Las sensaciones eran más intensas de lo que jamás habían experimentado, y aunque había una capa de incomodidad y extrañeza, no podían evitar sentirse atraídos el uno por el otro.

El hechizo de Lucía los mantuvo enredados en esta nueva dinámica hasta altas horas de la madrugada, cuando finalmente el agotamiento los venció. Se quedaron dormidos en la cama, aún enredados, sus cuerpos femeninos entrelazados de una manera íntima y única.

A la mañana siguiente, el hechizo se deshizo lentamente. Jorge comenzó a sentir cómo su cuerpo volvía a su forma original, la transformación revertiéndose como si fuera un sueño extraño. Sofía, despertando a su lado, observó cómo el cuerpo de Jorge volvía a ser el de un hombre, y aunque sentía alivio, también había una extraña sensación de pérdida.

Jorge se despertó, parpadeando con confusión, antes de recordar lo que había sucedido la noche anterior. Miró a Sofía, sus ojos llenos de preguntas.

—¿Fue... fue todo real? —preguntó, su voz de nuevo grave.

Sofía asintió lentamente, sin saber qué decir. El hechizo de Lucía había dejado su marca, no solo en sus cuerpos, sino en sus mentes y corazones. Y mientras Jorge se levantaba para vestirse, ambos sabían que las cosas nunca volverían a ser las mismas.

Sofía miró hacia la ventana, donde la luz de la mañana entraba suavemente en la habitación. Se preguntaba qué otros retos le esperaban y cómo su relación con Jorge seguiría evolucionando en este nuevo y extraño mundo de magia y deseo.

EL CASTIGO DEL INFIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora