Después de la tensa noche que habían vivido, Sofía y Jorge despertaron temprano, todavía agitados por los eventos recientes. La pesadilla parecía no tener fin, y ambos se sentían vulnerables y agotados. Lucía no les daba descanso, y la preocupación por el próximo castigo los tenía constantemente en alerta.
Se levantaron de la cama, tratando de sacudirse el cansancio de sus cuerpos. Sofía se estiró, sintiendo un leve tirón en su espalda, mientras Jorge la observaba desde el otro lado de la habitación. Se acercó para consolarla, pero justo cuando sus dedos rozaron la piel de Sofía, sintieron una ráfaga de energía mágica que los envolvió.
De repente, el mundo pareció girar y una sensación extraña invadió sus cuerpos. Ambos cayeron al suelo, sintiendo que algo muy profundo y visceral estaba cambiando dentro de ellos. Un resplandor brillante llenó la habitación, y cuando la luz se desvaneció, Sofía y Jorge ya no eran las mismas personas.
Miraron hacia abajo y se quedaron sin aliento. Sus cuerpos se habían fusionado en uno solo. Desde la cabeza hasta los pies, sus formas habían sido divididas en mitades perfectas. La mitad derecha pertenecía a Sofía: cabello largo y ondulado, un ojo delicado y femenino, un pecho redondeado y una pierna delgada. La mitad izquierda era de Jorge: cabello corto, un ojo más profundo y masculino, un torso musculoso y una pierna más robusta.
Ambos intentaron hablar al mismo tiempo, pero se interrumpieron mutuamente, creando un sonido confuso y disonante.
—¿Qué... qué nos ha hecho? —gritó la mitad de Sofía, tocando su propia mejilla con la mano femenina.
—Esto no puede estar pasando —dijo la mitad de Jorge, sintiendo su rostro con la mano masculina.
La confusión y el pánico comenzaron a apoderarse de ellos. Intentaron levantarse, pero la falta de coordinación en sus nuevos cuerpos compartidos hacía que cada movimiento fuera torpe y difícil. Caían al suelo repetidamente, una mezcla de risa nerviosa y desesperación escapando de sus labios compartidos.
Mientras tanto, Lucía observaba desde lejos con una sonrisa torcida. Había planeado este castigo para llevar su juego a un nivel completamente nuevo. Verlos luchar para mantener el equilibrio, compartir cada sensación y pensamiento, la hacía sentir un retorcido placer de venganza.
—¡Lucía! ¡Sabemos que estás detrás de esto! —gritaron ambos a la vez, sus voces fusionándose en una cacofonía extraña.
Lucía se teletransportó mágicamente a la habitación, apareciendo frente a ellos con una expresión de satisfacción.
—Ah, veo que ya te has dado cuenta —respondió con una sonrisa malévola—. Hoy, compartirán más de lo que jamás pensaron posible.
Sofía y Jorge miraron a Lucía con una mezcla de odio y desesperación. Intentaron moverse hacia ella, pero tropezaron torpemente una vez más, luchando por controlar sus movimientos compartidos.
—¿Qué es lo que quieres, Lucía? —preguntó Jorge, frustrado por la falta de control sobre su propio cuerpo.
—Quiero que ambos entiendan lo que es realmente estar unidos en todos los sentidos —respondió Lucía, disfrutando del caos que había causado—. Este castigo no terminará hasta que experimenten el placer juntos. Solo entonces, entenderán la lección.
Sofía y Jorge intercambiaron miradas desesperadas, sus mentes trabajando frenéticamente para encontrar una salida. Pero Lucía desapareció tan rápidamente como había llegado, dejándolos solos para enfrentar este nuevo reto.
Con esfuerzo, lograron ponerse de pie y se tambalearon hacia el baño, apoyándose en las paredes para mantener el equilibrio. Frente al espejo, estudiaron su nueva apariencia, una mezcla surrealista de sus cuerpos y rostros.
—Esto es... surrealista —murmuró Sofía, tocando su cabello largo que se mezclaba con el corto de Jorge.
—Tenemos que encontrar una forma de revertir esto —añadió Jorge, mirando su reflejo, donde un ojo femenino y uno masculino parpadeaban de forma desigual.
Decidieron que lo mejor era quedarse en casa, lejos de miradas curiosas y potenciales problemas en la universidad. El día avanzó lentamente, cada minuto una lucha por acostumbrarse a esta nueva realidad. Comer, beber, incluso sentarse requería una coordinación cuidadosa y constante comunicación entre ambos.
A medida que pasaban las horas, comenzaron a sentir una incomodidad creciente. La mitad del cuerpo de Sofía respondía a estímulos de manera diferente a la mitad de Jorge. Un simple roce de una tela, un movimiento de la mano, todo se sentía amplificado, más intenso.
—Creo que esto es lo que Lucía quería —dijo Sofía en voz baja, sintiendo un cosquilleo que recorría su parte femenina—. Quiere que sintamos... todo juntos.
Jorge asintió, sus propios pensamientos reflejando la misma preocupación. Sabía que, de alguna manera, necesitarían experimentar placer para romper el hechizo. Pero no estaba seguro de cómo podrían hacerlo en su estado actual.
Finalmente, después de muchas horas de incómodos intentos, se dejaron caer en la cama. El cansancio y la frustración se mezclaban con una sensación de desesperación. Sus respiraciones eran sincronizadas, y sus cuerpos se entrelazaban de manera extraña.
De repente, una sensación cálida comenzó a crecer entre ellos. Al principio, era solo un leve hormigueo, pero pronto se convirtió en un calor más profundo que se extendió por sus partes compartidas. Sofía y Jorge se miraron, dándose cuenta de que esta era la única manera de romper el hechizo.
Luego de esto, ambos empezaron con la acción del momento, con ambas manos, una permanecía tocando el miembro de Jorge, mientas que la otra mano estaba adentro de la vagina de Sofia, ambos sentían una electricidad y una sensación impresionante, haciendo que sus gemidos y sentimientos sonaran igual.
Con un entendimiento silencioso, comenzaron a explorar sus nuevas sensaciones compartidas, sus manos tocando las partes femeninas y masculinas de su cuerpo combinado. Cada toque era una mezcla de placer y sorpresa, cada caricia un descubrimiento de algo nuevo.
A medida que continuaban, la intensidad creció, y las barreras entre ellos parecían desvanecerse. Sentían cada emoción, cada latido del corazón del otro, y cuando finalmente alcanzaron el clímax juntos, una ola de energía los envolvió.
De repente, el hechizo se rompió. La fusión desapareció, y Sofía y Jorge se encontraron separados una vez más, respirando pesadamente, pero aliviados. Se miraron el uno al otro, ambos sorprendidos por la intensidad de la experiencia.
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EL CASTIGO DEL INFIEL
Ficção CientíficaCarlos era uno de los chicos más populares de la universidad, con una vida que cualquier persona envidiaría. Sin embargo, todo cambió la noche en que traicionó a su novia, Lucía, durante una fiesta. Lo que Carlos no sabía es que Lucía tenía poderes...