Epílogo

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Los murmullos en la sala cesaron cuando él abrió los ojos.
     —¿Cómo te encuentras, Principito? —cuestionó la pelirroja con un temblor en la voz.
     —¿Amélie?, ¿Eres tú?
     —Sí, Extranjerito. Los médicos te han devuelto a la vida.
     —Pe-pero ¿Y la tormenta solar? ¡Hay que salvar a los padres!
     —Gaston, los padres están aquí, en el planeta Gliese. La tormenta solar fue ayer.
     —Espera, ¿He estado tres días durmiendo?
     —En efecto.
     —Oh —miró a su alrededor y se encontró en una cama, típica de un hospital—. En ese caso, dame un abrazo, anda.
     Amélie se acercó a él y lo rodeó con los brazos con suavidad, teniendo cuidado de no hacerle daño. Unos golpes en la puerta llamaron la atención de el chico, pero la adolescente ni se inmutó.
     —Tus padres quieren hablar contigo, Gaston —acto seguido, salió de la habitación y entraron sus seres queridos. Al volver a ver sus rostros, Gaston no pudo evitar llorar de felicidad y alivio. David y Clara corrieron hacia él y lo abrazaron, también con lágrimas en los ojos.

     La familia, de nuevo al completo, se dijo en ese abrazo todo lo ocurrido durante esas últimas semanas.

     Sus padres no habían hecho una promesa falsa. Como prometieron, se habían vuelto a encontrar.

Veinte años luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora