Los días se arrastraron para Clara, cada uno llevándola más cerca del día en que se marcharía a Miami. La alegría de la beca luchaba por salir a la luz, pero el temor y la ansiedad se interponían en el camino. La imagen de Daniel y Leo la perseguía, cada vez más clara en su mente, y los sentimientos de afecto hacia ambos la mantenían despierta por las noches.
Una tarde, Clara decidió visitar su lugar favorito, un pequeño café en la esquina de la calle donde se reunía con Leo y Daniel. La brisa cálida acariciaba su piel mientras entraba al establecimiento, el aroma del café recién preparado envolviéndola. Se sentó en una mesa junto a la ventana, y mientras observaba el bullicio de la ciudad, su mente divagaba entre sus sueños y las relaciones que estaba a punto de dejar atrás.
Momentos después, Leo apareció, su sonrisa iluminando el lugar. Al verlo, Clara sintió que el corazón le daba un vuelco. Pasaron días desde su última conversación, y al instante, el deseo resurgió en su interior.
—Hola, Clara —dijo Leo, sentándose frente a ella—. Te he estado buscando. ¿Cómo te sientes?
—Hola, Leo —respondió Clara, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. He estado reflexionando sobre todo esto. La beca, mi futuro... Estoy emocionada pero también asustada.
Leo inclinó su cabeza, mirándola fijamente. —Es una gran oportunidad. Pero entiendo que separarte de lo que tienes aquí debe ser difícil —dijo, su tono suave, pero lleno de preocupación.
Clara sintió el nudo en su estómago. —No quiero perder lo que hemos construido. Te tengo tanto cariño, Leo. Pero, al mismo tiempo, necesito ser honesta: siento que debo irme para crecer —dijo, vislumbrando sus propios temores.
El rostro de Leo se tornó serio. —Si esto es realmente lo que deseas, apoyarte es lo único que puedo hacer. Pero, Clara, no quiero que te alejes por completo de mí. No puedo negar que siento algo más fuerte.
El deseo se hizo palpable entre ellos, una tensión familiar que nunca había desaparecido por completo. Clara sintió cómo su pulso se aceleraba, sus pensamientos tambaleándose entre la tristeza de dejarlo y la ansía de estar a su lado. Sin pensarlo, se acercó un poco más y, en un acto impulsivo, lo besó.
El beso fue potente y lleno de emociones reprimidas. Era un cruce de caminos, donde el miedo y el deseo chocaban. Mientras sus labios se tocaban, Clara sintió que el mundo exterior se desvanecía. Todos los temores, la angustia y las inseguridades se evaporaron por un momento.
Cuando se separaron, ambos se quedaron en silencio, respirando con dificultad. Los ojos de Leo ardían con pasión, y Clara sintió una mezcla de felicidad y terror al mismo tiempo. Sabía que el beso significaba mucho más que una simple sorpresa. Era una declaración que no podían ignorar.
—No sé qué significa esto —susurró Clara, sintiendo su corazón latir con fuerza—. Me asusta dejarte, Leo. Pero también me asusta no seguir mis sueños.
Leo tomó suavemente su mano. —Clara, lo que hay entre nosotros es real, pero entiendo que necesitas explorar tu futuro. Solo espero que, sea lo que sea que elijas, no te olvides de mí —dijo, su voz llena de sinceridad.
Las palabras de Leo la hicieron sentir dichosa y a la vez temerosa. Clara sabía que su decisión estaba tomada: iría a Miami y exploraría esta nueva etapa en su vida. Pero el peso de las emociones que estaba dejando atrás era abrumador.
—Voy a irme —dijo finalmente, con la voz quebrada—. Pero quiero que sepas que siempre estaré agradecida por lo que compartimos.
Leo sonrió, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y orgullo. —Siempre estaré aquí para ti, Clara. Eres increíble, y mereces esto. Nunca lo olvides.
Clara se sintió aliviada y apenada al mismo tiempo. El deseo de irse se mezclaba con el miedo a alejarse de las personas que más quería. Pero sabía que este era su momento. Con cada latido de su corazón, Clara decidió que enfrentar el futuro sería su mayor desafío, uno que tenía que asumir.
Mientras se levantaban, la atmósfera seguía cargada de emociones. Clara sabía que cada paso que daba hacia su nueva vida significaba dejar atrás sus viejas certezas y abrazar lo desconocido. Pero estaba lista, y aunque el miedo y la tristeza la acompañarían, la esperanza de un nuevo comienzo iluminaba su camino.
Con una última mirada hacia Leo, Clara se marchó del café sintiendo que, aunque el futuro era incierto, tenía la fuerza para enfrentarlo.
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Antes de Septiembre
RomanceEn un pequeño y pintoresco pueblo donde los inviernos son largos y las noches estrelladas invitan a la reflexión, se desarrolla un intenso triángulo amoroso que desafía el concepto del amor verdadero. Clara, una joven apasionada por la poesía, se en...