Sunghoon se sentó en una de sus muchas habitaciones libres, encorvado sobre los varios archivos de trabajo esparcidos sobre la mesa en frente de él. Era difícil trabajar así, pero no encontró otra alternativa. Cada vez que intentaba trabajar en su oficina, Sunoo siempre lo distraía, llegando con comida recién cocinada o balbuceando algo divertido que había observado. Y no era que a Sunghoon no le gustaran las distracciones de éste, de hecho, el pelinegro se encontraba muy atento a las cosas divertidas que salían de la boca del chico, pero encontraba cada vez más difícil hacer algo con Sunoo alrededor. En la última semana y media que el chico angelical había estado viviendo con él, Sunghoon no había terminado absolutamente ningún trabajo en casa. Nada. Cero. Ni siquiera había sido capaz de enviar por fax un solo documento debido a las interrupciones de Sunoo. Se encontró siendo completamente improductivo, y no estaba acostumbrado a eso en absoluto.
—Tengo que terminar todos estos informes para el final del día.— Se dijo a sí mismo con determinación absoluta.
Después de todo, era Park Sunghoon. Era la persona que sin ayuda creó el negocio que actualmente dirigía. Nunca perdía el enfoque y ciertamente no se dejaba distraer por chicos de 19 años que tenían contagiosas sonrisas y caminaban alrededor usando nada más que camisas de vestir apenas con el largo suficiente...
Sunghoon rápidamente sacudió los pensamientos y comenzó a escribir algunas notas en una de las piezas de papel más cercana a él, cuando el familiar sonido de suaves pasos llegó a sus oídos.
—Oh, Dios— susurró el empresario antes de que oyera la puerta abrirse. A regañadientes, levantó la vista justo a tiempo para ver a Sunoo asomar la cabeza en la habitación. El cabello rubio del chico estaba desordenado y enredado y vestía su habitual sonrisa luminosa en el rostro.
—¡Ah, aquí estás, Hoonie!— Dijo felizmente, rebotando en el cuarto. —¿Decidiste trabajar en otro lugar en vez de tu oficina hoy? Me gusta esta habitación, es mucho más brillante.
Sunghoon se limitó a sacudir la cabeza, sin querer admitir el apodo "Hoonie". El pelinegro todavía recordaba la primera vez que Sunoo le había llamado por ese nombre. En ese momento había estado furioso por el hecho de que lo llamara por un nombre tan informal. Le había gritado hasta el punto que lo había hecho estallar en lágrimas. Viendo el usualmente alegre rostro angelical manchado por lágrimas, había sido tan extraño y desgarrador que Sunghoon se sentía como si acabara de asesinar a un campo lleno de cachorros.
Así que, a regañadientes, Sunoo se convirtió en la única persona en la historia que tenía permiso de llamar a Sunghoon, "Hoonie".
—Sunoo, es necesario que empieces a usar ropa normal en la casa— Le dijo, mirando la combinación habitual de boxer y una larga camisa blanca de vestir que llevaba el más bajo. —Algunos de mis inversionistas rutinariamente me visitan en casa y no me creo que tu elección de ropa sea aceptable para darles la bienvenida.
—Pero me gusta vestirme así— Comentó Sunoo mirando a su ropa. —Me recuerda a los trajes que solía llevar en mi casa.
—¿Túnicas? ¿De dónde diablos eres de todos modos? ¿De la era de la Dinastía Joseon?— Le preguntó con una ligera burla.
—¡No! Soy del Cielo.— Sunoo respondió alegremente, mientras se abría camino hacia las ventanas, descuidadamente tirando de las cortinas dolorosamente caras, abriéndolas para dejar entrar más luz del sol.
—Ah, sí, el cielo ¿Cómo podría olvidarlo?— Sunghoon exhalo, preguntándose por qué Sunoo mantenía la farsa de pretender ser una especie de ángel. Claro, el chico tenía la pinta para seguir con la historia, pero Sunghoon no era estúpido. Él sabía que no había tal cosa como un ángel real. E incluso si existieran los ángeles, Sunghoon estaba seguro de que estarían haciendo milagros o vomitando arco iris y felicidad, en vez de andar alrededor de la Tierra, usando trajes escandalosos y horneando galletas como si tuvieran todo el tiempo en el mundo.
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꒰ 𝗲𝗹 𝘀𝗼𝗻𝗶𝗱𝗼 𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗰𝗮𝗺𝗽𝗮𝗻𝗮 ꒱ ⊹ ࣪ ˖ 𝘀𝘂𝗻𝗴𝘀𝘂𝗻ᵃᵈᵃᵖᵗ
FanfictionKim Sunoo, era un ángel que se mantenía metiéndose en problemas. Cuando finalmente comete el error más grande que pudo haber hecho, es exiliado a la tierra como castigo. Park Sunghoon, un millonario e indiferente empresario que creía que el dinero p...