Lali y Peter estaban en la cocina, terminando de organizar los detalles de su escapada de fin de semana. La casa estaba en un ajetreo alegre mientras los niños se preparaban para ser cuidados por otras personas.-¿Estás lista para este descanso? -preguntó Peter, mientras revisaba los detalles finales del itinerario.
-¡Sí! -respondió Lali, con una sonrisa mientras empacaba su maleta-. Me hace bien desconectar un poco.
Mientras Lali organizaba las últimas cosas, Peter se acercó para asegurar que todo estaba en orden. Lali había decidido que sus hijos se quedaría con su hermano y Ursula, mientras que Peter había arreglado para que sus hijos, Alma y Joaquín, se quedaran con Manuela.
-Mamá se va a ir de viaje, van a quedarse con los tíos el fin de semana -le dijo Lali a Bruno, abrazándolo-. Se van a divertir mucho.
Bruno asintió sin darle importancia, y Lali se inclinó para darle un beso en la frente.
-Cuida de tu hermanito, ¿dale? -le dijo a Bautista con una sonrisa, quien estaba ocupado con sus juguetes.
Ursula se acercó y tomó la mano de Bautista.
-Disfruta wacha -le dijo a Lali mientras le daba una palmada.
Después de un tranquilo viaje por carretera, Lali y Peter finalmente llegaron a su destino: una acogedora cabaña en la montaña, rodeada de un paisaje sereno. El aire fresco y la tranquilidad del lugar les dieron una cálida bienvenida.
-Mira qué lugar tan hermoso -dijo Lali, mientras se bajaban del auto y observaban la cabaña.
Peter la miró con una sonrisa, notando cómo sus ojos brillaban con entusiasmo. Mientras descargaban el equipaje, no pudieron evitar intercambiar miradas llenas de complicidad y cariño.
-Valió la pena el viaje -respondió Peter-. Vamos a disfrutar cada minuto.
Al entrar en la cabaña, fueron recibidos por un ambiente acogedor: una chimenea que prometía calidez, ventanas grandes que ofrecían vistas panorámicas, y un ambiente que invitaba a la relajación.
Lali se dejó caer en uno de los cómodos sofás y miró alrededor con satisfacción.
-Esto es perfecto -dijo-. No puedo esperar a relajarme aquí.
Peter se acercó, se sentó junto a ella, y la rodeó con un brazo.
-Vamos a hacer de este lugar nuestro pequeño refugio -dijo, mientras le daba un beso en la frente.
Lali se acurrucó contra él, disfrutando del contacto cercano. Ambos se miraron con ternura, sintiendo el calor de su conexión y el alivio de haber dejado atrás las preocupaciones diarias.
-¿Qué te parece si vamos a caminar por acá? -sugirió Peter.
Lali asintió, emocionada por la idea. Se levantaron juntos, y mientras se preparaban para salir, no podían dejar de sonreírse y tomarse de las manos. El tiempo para ellos dos era preciado, y lo estaban aprovechando al máximo.
Al salir de la cabaña, caminaron de la mano por los senderos rodeados de árboles y naturaleza. La tranquilidad del lugar les permitió relajarse aún más y disfrutar de su compañía mutua.
-Mira eso -dijo Lali, señalando un rincón pintoresco del sendero, con una pequeña cascada al fondo-. Parece una pintura.
Peter la miró, con su brazo alrededor de su cintura, y la abrazó un poco más fuerte.
-Sí, y me alegra que estemos aquí juntos para disfrutarlo -respondió-. No podría pedir nada mejor.
Se detuvieron cerca de la cascada y se sentaron en una roca, disfrutando del sonido relajante del agua. Lali se recostó en el hombro de Peter, y él la rodeó con su brazo.
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Vínculos Renacidos
Hayran KurguLali, una mujer de 30 años, regresa a su ciudad natal en Argentina después de varios años en Madrid. Ahora, como madre soltera de dos hijos, Bautista y Bruno, Lali busca comenzar una nueva etapa en su vida tras una serie de desafíos personales y pro...