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Capítulo 31:
Lágrimas de una segunda oportunidad.

Tú hablas del dolor como si estuviera todo bien...

Pero sé que tú sientes como si una parte de ti estuviera muerta por dentro.


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Vistió la marca que su madre le causó hacía apenas un día como un trofeo, sin avergonzarse en lo absoluto. La hinchazón se había ido, sin embargo, el horroroso color bordó seguía intensificándose con el pasar de las horas. La vocecita angustiada de Kim Jungwoo al verla aparecer una vez más en la habitación que compartieron, aún le hacía sonreír entre sus recuerdos. Sus grandes ojos de cachorro buscando otra herida que no fuese visible, preocupado y con el deseo perenne de cubrirle las espaldas, era una imagen que se quedó quieta en su cabeza, inamovible. Era conmovedora la manera en que sus acciones siempre le hacían parecer que quería salvarla de algo o alguien.

¿Cómo podía explicarle que debía salvarla de ella misma? No existía un desarrollo coherente para ello.

Su madre se lo dijo entre lágrimas gruesas llenas de culpa, pidiéndole una vez tras otra que no repitiera los mismos errores que ella en un pasado. Debía alejarse de Kim Jungwoo, como lo hizo Oh Haerin de Kim Seojun años atrás.

"Nunca podrás darle lo que él necesita" Repetía como una grabación dañada, acariciando el mismo espacio que ella golpeó ante su insolencia. Y aunque no quiso creerle, Miranda tenía el presentimiento en que, tarde o temprano, tendría que concederle la razón.

Fue a la universidad el lunes por la
mañana, sin evitar ver sus últimas clases con su profesor favorito-como él ahora de manera burlona solía llamarse a sí mismo-. Se sentó en el mismo asiento de siempre, evitando el flujo exagerado de alumnos que se acumulaban cercanos al podio principal. Le gustaba uno de los últimos de la escalera, cercano a los ventanales que ahora filtraban un poco el clima más azulado de la cercana primavera. La mirada de John Suh se deslizó sobre ella incluso en la lejanía, observándola con detenimiento pese a que un puñado de sus estudiantes demandaban su atención antes que comenzara la clase.

Perdida en sus anotaciones, la chica evitó hacer contacto visual con él. No porque no quisiera, sino porque, necesitaba sacarlo de sus casillas un poco si deseaba conseguir exactamente alguna reacción por su parte. Era divertido verle divagar entre sus palabras inteligentes, argumentos agudos o explicaciones que lo hacían lucir tan interesante, todos estos desviados por miradas entrometidas que querían obtener una respuesta de Miranda. Sin embargo, ella siquiera reparó un minuto en él, enfocada en lo que garabateaba para el último ensayo que debería entregar antes de terminar su pregrado.

La clase acabó, y un común "El Profesor Suh necesita que te quedes al final de la clase" le hizo sonreír con una vaga añoranza familiar. Era extraño cómo aquella misma frase los había hecho cruzar sus caminos en primera instancia, y ahora, se sentía impersonal por el grado de relación que mantenían en secreto. Miranda bajó los escalones entre los asientos, uno a uno, llevándose los ojos ofuscados del mayor justo encima de ella, quemándole con su-no-caracterísca impaciencia.

-¿Terminaste? -Sus brazos duros se presionaban con fuerza contra su pecho, haciéndolo lucir más alto bajo aquél chaleco gris que llevaba puesto esa mañana.

Miranda asintió sin más, bajando el último escalón con un ruido molesto de sus zapatos de tacón bajo resonando por todo el salón ahora vacío. Estando frente a él, le dio una sonrisa ligera al tenerlo de cerca, pensando de vuelta en la idea que había tenido al no haber accedido en intimar con Kim Jungwoo el sábado por la noche. Su mirada curiosa recorrieron los brazos cubiertos del hombre por la tensa camisa blanca, y sin vergüenza alguna, permitió que un leve rubor rosa se posara en lo alto de sus mejillas para que él pudiese leer sus pensamientos sin dificultad.

𝐑𝐢𝐜𝐡 𝐆𝐢𝐫𝐥𝐬 𝐃𝐨𝐧'𝐭 𝐂𝐫𝐲 [NCT REVERSE HAREM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora