Me quedé mirándolo por un segundo, sin saber si reír o llorar, pero finalmente opté por abrazarlo.
—Obvio que sí, Bastián —le respondí.
Nos quedamos abrazados un rato, hasta que nos separamos
—¿Entonces ahora eres mi señora? —dijo, arqueando una ceja, como si la idea todavía no le cuadrara del todo.
—Se supone que sí —respondí, dándole un empujoncito—. A menos que te estés arrepintiendo ya...
—¡Ni cagando! —respondió rápido, y me tomó de la mano y acercándome hacia él—. Si te tengo donde quiero. Cerquita mío —dijo, tomándome de la cintura y chantándome un beso, como si con eso sellara el trato.
Sentí un cosquilleo recorrerme el cuerpo entero.
—Te veí' entera linda cuando te enojai. Pensé que me ibai a sacar la chucha cuando entraste.
—¡Weón! Si estuve a punto —respondí riendo, pero en serio no sabía si abrazarte o pegarte por el susto.
Se quedó mirándome, como si estuviera memorizando cada detalle de mi cara.
—Soy feliz contigo y espero que tú también lo seas conmigo—me soltó de repente, más serio.
Sentí como el corazón me latía fuerte.
—Obvio que lo soy Basti—le dije, mirándolo a los ojos.
Él sonrió, me dio otro beso y luego rompió la tensión.
—Ya ¿y qué hacemos ahora? Porque con el susto que te di, no sé si sigues para más sorpresas o te dejo descansar.
—Te pasaste con la broma, pero... creo que todavía te aguanto un rato más.
—Tsaaa pa' que po'—Dijo riéndose
Nos tiramos en su cama mientras hablábamos y nos creíamos de weás. El Bastián no dejaba de hacerme cariño en el pelo y las miradas que me pegaba me tenía la guata pa la caga.
—Nunca más hagas ese tipo de bromas —le dije, dándole un golpecito en el brazo.
—Es que sabía que ibai a venir de una si te decía eso—me respondió, mirándome con una sonrisa traviesa.
—Obvio que iba a venir, po' ¿Qué querí' que hiciera? —le respondí, tratando de sonar molesta, aunque ya me estaba ablandando con cada palabra que me decía.
—Que vinieras corriendo pa' mí —dijo acercándose otra vez, esta vez más lento.
—Eri' tonto Basti.
—Pero un tonto que te gusta ¿o no? —me dijo con una ceja levantada, sonriéndome con ese aire canchero tenía el culiao.
—Obvio que si.
—¿Ah sí? —preguntó él, acercándose más. Su cara estaba tan cerca de la mía que podía sentir su respiración.
—Sí, pero no te agrandí tanto —le respondí, media nerviosa.
El se rió, y sin decir nada más, me chantó un beso otra vez, esta vez con más confianza.
Cuando nos separamos, me miró medio serio y caché que le brillaban los ojitos.
—Sabí', Tami... sé que hueveo harto y todo, pero contigo voy en serio. De verdad quiero hacerte feliz.
Mi corazón no podía más ¿Como podía ser tan lindo el chuchetumare?
—Y lo estai' haciendo, Basti —le respondí, sincera—. Yo también quiero que esto funcione.
Él me sonrió, esta vez medio tímido. No era fácil verlo así, tan vulnerable, y eso lo hacía aún más tierno.
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Pesao' culiao
RomanceLa Tamara llega a vivir por una semana a la casa del weón que le caía mal cuando chica, el Bastián. Claramente los años pasaron y con ello ambos crecieron y se desarrollaron. ¿Cómo se llevarán luego de no haberse visto en 7 años?