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La noche envolvía el penthouse de Michael Kaiser en un manto de intimidad. Desde las ventanas, las luces de la ciudad brillaban como diminutas estrellas, pero en el interior del lujoso apartamento, solo la tenue luz de las lámparas daba vida a la habitación. (N) y Michael estaban sentados juntos en el gran sofá, el silencio entre ellos era inusualmente denso.
Michael observó a (N) mientras ella miraba distraídamente hacia la ventana. Él siempre había sido consciente de su belleza, pero esta noche, había algo en ella que lo atrapaba de una manera diferente. Quizás era la forma en que su cabello caía suavemente sobre sus hombros, o tal vez era el brillo en sus ojos que reflejaba la luz suave de la lámpara.
-¿En qué piensas? -preguntó Michael finalmente, rompiendo el silencio con su voz grave y profunda.
(N) se giró hacia él, sus labios curvándose en una pequeña sonrisa.
-En lo rápido que pasó el tiempo. Parece que fue ayer cuando nos conocimos.
Michael sonrió, recordando aquellos primeros días. Siempre habían sido buenos amigos, pero debajo de esa fachada amistosa, ambos sabían que existía algo más, algo que nunca se habían atrevido a explorar.
-Sí, y mira dónde estamos ahora -respondió él, sus ojos oscuros fijos en los de ella.
(N) se echó a reír suavemente, pero había un nerviosismo en su risa, como si supiera que estaban acercándose a un límite que nunca antes habían cruzado.
-¿Qué pasa? -preguntó ella, tratando de aligerar el ambiente.
Michael se inclinó hacia adelante, sus codos apoyados en sus rodillas mientras sus dedos jugaban con el borde de su camisa.
-Siempre he tenido muchas chicas interesadas en mí, ¿verdad? -dijo con una media sonrisa.
(N) asintió, acostumbrada a escucharlo hablar de sus conquistas. Era parte de la dinámica entre ellos, bromear sobre las mujeres que caían a sus pies, aunque ella nunca había admitido que, en el fondo, esas conversaciones siempre despertaban una ligera punzada de celos.
-Sí, no me sorprende -respondió ella, intentando mantener el tono ligero-. Estoy segura de que tienes una lista interminable de admiradoras.
Michael soltó una risa, pero en sus ojos había una seriedad que contradecía su tono despreocupado.
-Puede ser -dijo, antes de detenerse y mirarla fijamente-. Pero, ¿y tú? ¿Alguien ha llamado tu atención últimamente?
(N) se quedó en silencio por un momento, sorprendida por el giro de la conversación. Nunca habían hablado de sus vidas amorosas de esa manera. Era más fácil mantenerlo todo superficial, sin entrar en temas personales que pudieran complicar las cosas.
