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Anton ya estaba fuera del salón antes de que sonara la campana del almuerzo, dejándome con los papeles para nuestro experimento extendidos sobre la mesa. Suspirando junté todas las hojas sueltas y las metí en mi carpeta. La mayor parte de la escritura estaba con mi letra pero en algunos pocos el texto estaba escrito por él. Su letra era tosca, el bolígrafo cavaba en el papel con brusquedad mientras su mano se movía. Pensé eso la mayor parte del tiempo, cuando Anton intervino con algunas ideas breves las tomé, agradecido de que al menos estuviese haciendo un esfuerzo para parecer que lo estaba intentando. Estaba seguro de que Yuna habría estado en su teléfono todo el jodido tiempo sin molestarse en fingir que estaba trabajando.  

Mientras obtenga la calificación que quería, estaba bien.  

Agradeciendo a la Sra. Jeon cuando salí del salón, la mujer alzó rápidamente la vista de sus notas para despedirse de mí con la mano, rápidamente me dirigí a mi casillero y Shotaro ya estaba allí esperándome impaciente.  

—Tómate tu tiempo. —se quejó el japonés con sarcasmo, golpeándome en el brazo mientras abría mi casillero y sacaba mi bolso. Una vez listo, nos dirigimos hacia la cafetería que ya estaba llena de personas que intentaban comprar algo de comer antes de que se agotara todo. —¡Joder pero mira que gentío! Tardaste tanto que lo más probable es que cuando sea nuestro turno no quede nada.

—Cállate Shotaro. —mascullí con el ceño fruncido mientras presionaba para abrir paso entre la multitud que de alguna manera se había vuelto más espesa de lo que ya era cuando Shotato y yo entramos en la cafetería. Deslizándome entre la masa de personas logré llegar al mostrador y las damas del almuerzo me dieron miradas cansadas debajo de sus redes para el cabello.  

—¿Qué desean? —preguntó una de ellas, bostezando levemente mientras yo señalaba una caja de arroz y curry empujando el dinero en su mano antes de escabullirme de la multitud. Retirándome a lo largo de los bordes, traté de mirar por encima de las cabezas de las personas que quedaban hacia Shotaro y al parecer su melena todavía luchaba por llegar hacia el mostrador.

—¡Hola Wonbin! —una voz atravesó la multitud haciéndome mirar a mi alrededor, confundido sobre dónde estaba la misma. Una risa surgió detrás de mí luego de un leve golpe en el hombro, girando mi cara confundida se volvió más brillante cuando vio a Winter sonriéndome. Ella acababa de ver a Shotaro gritar triunfante mientras él levantaba su caja de pasta sobre su cabeza como si fuera su hijo recién nacido.  

—No sabía que nuestra escuela estaba haciendo una producción en vivo del Rey León. —comentó Winter mientras se reía.  

—No conozco a ese tipo por si te lo estás preguntando. —le comenté y ella resopló con gracia. Sintiendo de repente el peso del japonés descansando sobre mis hombros mientras se colgaba de ellos, suspiré.  

—Sí, definitivamente no lo conoces. —dijo Winter. Shotaro me miró antes de volverse hacia la chica, con una cálida sonrisa en su rostro.  

—Gracias por hablar con Bin, estaba empezando a creer que él bateaba para el otro equipo ya que nunca habla con chicas. Nunca. —recalcó lo último, dejando escapar un sollozo falso mientras Winter se reía elegantemente detrás de su mano y yo me congelaba.

Imágenes del brazo tatuado de Anton a mi alrededor me vienen a la mente sin perder el ritmo, por lo que sacudiendo mi cabeza, salí de debajo del brazo de Shotaro golpeándole a un lado antes de girar hacia Winter.

—Ignóralo. —le pedí y ella me dio una sonrisa amable para después girar su cabeza detrás de ella hacia un grupo de personas sentadas alrededor de una de las mesas en el patio.  

—Mis amigos y yo estamos almorzando por allá. ¿Quieres unirte a nosotros? —preguntó con ojos esperanzados mientras tiraba tiernamente de mi manga.  

entre sábanas  |  wontonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora