—La familia Hënë no siempre fue una gran familia —le contaba un hombre mayor a su nieto más pequeño—. Vinieron de tierras extranjeras, pocos de número, sirviendo a familias grandes y sin recibir una gota de dignidad, muriendo a manos de actos horripilantes. Hasta que mi tátara abuela, siendo la última descendiente que sobrevivió, decidió huir y comenzar una nueva vida, no sin antes recibir una terrible maldición: que todos sus hijos se convertirían en monstruos salvajes...
—Papá, basta —interrumpía una mujer cargando al niño—, deja de contarle cuentos absurdos.
—No es solo un cuento, es real. Le pasó a la abuela de tu abuela.
—Sí, sí, como digas. Si me disculpas, tengo problemas más grandes con los qué lidiar, te pedí que le enseñaras hechizos de escudo burbuja, y aún no puede hacerlos.
—Tiene tres años, eso no lo aprenden hasta los cinco.
—Sabes por qué te lo pido —exclamó mientras dejaba a su hijo en la cuna y tomaba una maleta—. Volveré a finales de este mes.
—Sarah, por favor...
—No empieces con dramas, ya te dije, volveré, no soy como el tarado de mi ex esposo.
No siguieron discutiendo, la dama le había jurado a su padre que tendría un viaje de negocios y estaría ausente, pero aquello solo le dolía, pues el pequeño no conocía otras figuras a parte de ellos dos; ignoró el sentimiento por el bien del niño, y pronto jugaba de nuevo con él, mientras terminaba su historia.
—Temiendo que la maldición fuera irreversible, aquella tátara abuela usó su magia para debilitar el maleficio, si bien sus hijos se convertirían en fieras salvajes, lo harían solamente si tenían que defender lo más importante para sus vidas.
El infante sonreía mientras perseguía las ilusiones de su abuelo, caminando con torpeza y murmurando palabras que solo los bebés podían entender. Volviéndolo a ver, solo pudo velar internamente.
—Querido nieto, seguro eres muy pequeño para entender esto, pero te amamos mucho, y no queremos que te lastimen. Es importante que aprendas a defenderte de todo lo malo que vaya a pasarte en la vida, porque no siempre estaremos contigo.
El niño, ajeno a su alrededor, solo le extendía los brazos, feliz de tener su compañía.
15 años después...
El carruaje pasaba por un camino en medio de la ciudad, habían varios similares a ese, todos llenos de jóvenes y padres que se dirigían a un sitio en común, un instituto donde impartirían clases de magia a ciertas criaturas mágicas: hadas, elfos, duendes, centauros... En particular, Jonathan estaba en aquel transporte solo, con una cuervo blanco en su hombro, y una gárgola frente a él que lo miraba en silencio, el cual rompe antes de llegar al edificio.
—Tu madre espera que te portes bien, y no busques problemas.
—Lo sé —contestó el joven, sin apartar la mirada de la ventana.
—Tu abuelo espera que perfecciones tus hechizos de ataque.
—Ajá.
—Tus primos no van al mismo colegio, tus tíos esperan que sobrevivas, y esperan que hagas amigos.
—Lo dudo.
—No es tonto —interrumpió el ave del muchacho—, le dijeron eso TODO el verano. Ya sabemos que nos quieren lejos.
—Intento ser suave, urraca endemoniada —le gritó la bestia.
—Ya no es un bebé, sabemos toda esa basura.
—Loth, no seas grosera —le reprendió su amigo—. Creo que estás demasiado ansiosa.
—¿Y qué si lo estoy? Es mi deber defenderte de esas cosas incómodas.
—Relájate. Además, nos va a acusar con madre.
Sólo así se quedó callada; el resto del camino transcurrió en silencio, hasta que llegaron a la entrada norte y el joven bajó con sus maletas, no sin antes despedirse de la gárgola.
—Adiós Fitz. Saluda a la familia.
—Cuídate, niño.
El chico asintió y se dirigió al interior del castillo, en la sala principal estaban los de nuevo ingreso, alistándose y recogiendo las llaves de una habitación que, según escuchó, sería compartida, aunque desconocía la causa de ello. Al presentarse, tomó un horario y una canilla, donde un profesor los llevó en grupos hasta los dormitorios, y así comenzó su vida escolar.
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Moon Nymph
FantasyJonathan es un chico que busca una vida normal, pronto iniciará la escuela en un internado y quiere ser el orgullo de su familia, o al menos volver a ganar el afecto de su familia tras un evento de su infancia. Asistir a una escuela llena de hadas...