Te contaré una vida, te contaré la rotura más grande de una alma, su más grande pesar, y tal vez, su terminal.
Una alma corría sola por los rincones más abastos de la oscuridad. Ella se pegaba a cada pared en que la luz golpeaba buscando un brillo de calma, un retazo de palabra que le dijera en dónde hallar a un compañero. Pero aquella luz tenue, suave como una tela de pelaje, solo dormía.
Cuando esa alma creyó que ya no podía correr más, gritar más, que alguien le hablara al menos cinco minutos, porque sentía que se ahogaba en sus propias palabras jamás dichas, se dio cuenta que las hojas del suelo le acompañaban, que el árbol imponente del parque le trataba de abrazar para que lo sintiera, pero siempre lo esquivaba sin miramiento, que su vecino ponía la música a tope para que dejara de escuchar el silencio senil que nunca se va, pero solo apretaba los dientes y apretaba los ojos con coraje.
Pero cuando nota esto, ya lleva más de días de huirle al solo, ya no aguanta su solo y ha caído en un poso profundo y oscuro.
¡Cuándo empezó a estar tan solo!
El alma, empotrada, entró sola en el armario. Se encerró con la oscuridad, se tragó las palabras atascadas en su garganta, selló sus ojos con sentimientos y se llamó así misma Alma triste, aquella que nunca se encontraría como Alguien tranquila. No podría acostarse sin lágrimas en las mejillas o levantarse con una sonrisa, porque se atoró en un mundo en el que solo huye de la soledad.
Esa soledad mata.
Esa soledad quema.
Esa soledad ahoga el respirar
Porque esa soledad es un suplicio.
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Aciago
PoetryEsta es una antología de melancolía. Aquí se apreciara distintos pesares, desde la misma soledad hasta la tristeza más profunda. No se esta alegre siempre; pero la tristeza trae su propia eternidad, arraigada en lágrimas y gemidos de dolor. ...