Las primeras clases terminaron y era hora del almuerzo. Fui a la cafetería y empecé a pensar cómo es que Alexander logro saber mi nombre... No podía ser casualidad, y no había forma de que supiera cual era. Algo no estaba bien. Durante las clases escuchaba sus voces, ninguna se parecía a la del chico demonio que había escuchado antes, supuse que estaba cansada y era por tener sueño... O demasiada imaginación. También me entere de que la chica que le dio su número a Alexander se llama Agatha. Era una de las conquistas de Alexander. Otro punto para mí, estaba en lo correcto.
Me senté en una de las mesas que aún estaban vacías y saqué de mi pequeño bolso-mochila una bolsa más pequeña de papel, ahí tenía mi almuerzo: un sándwich de jamón, un jugo de durazno y un poco de mango y piña picados. Empecé a comer mi sándwich, decidí que debía pensar un modo más lógico de como Alexander se enteró de mi nombre; las listas. Tal vez me miro cuando estaba buscando mi nombre. Sí, eso era lo más posible.
De pronto, una chica de cabello rojo intesto, ojos negros, vestida con un estilo roquero que se demostraba por todos lados. Camisa de tirantes que tenía la imagen de una carita sonriente con los ojos en forma de cruz y arriba decía "Nirvana", un short de mezclilla y medias rotas acompañadas de unas botas negras de cuero. Ella extendió su mano hacia la mía y la apretó con algo de fuerza.
-Un gusto, soy Dalia.- Dijo apretando mi mano, al menos era amable al presentarse.- Dalia Marshall, tengo 19, un placer conocerte.- Sonrió.
-Yo soy Alice Grey y 18.- Dije, mirando a la chica, su apellido me sonó bastante familiar.- ¿Marshall? Creo que lo escuche hace poco...-
-Tengo un hermano aquí, es un idiota.- Dijo ella, el único Marshall que había escuchado era Alexander... Oh, no, no podía ser el.- Se llama Alexander.-
Mierda. Mierda. Carajo. El acosador que da miedo. ¿Por qué carajo el mundo es tan diminuto? Quería huir.
-Ah... Si, va en mi clase.-
-¿Y no intento conquistarte? Me sorprende, siempre trata de tirarse a las chicas bonitas.-
Sabía que algo así era él. Un rompecorazones. Un patán. Me alegra no haber aceptado hablar con él. Dalia y yo empezamos a platicar de cosas de chicas. Prometió presentarme a sus amigas más tarde, incluso me invito a ir por un café saliendo de clases. ¡Genial! Al menos ya tengo a alguien que puedo considerar una amiga. El único detalle de mierda es que su hermano es Alexander.
En fin, las clases no fueron nada del otro mundo, en cuanto terminaron, fui a donde Dalia prometió encontrarme. Oh, enorme sorpresa. Alexander estaba con ella. No sentí enojo ni ira, ni odio o algo parecido. Sentí una gran curiosidad que me empujaba a saber más de él, quizá un poco de atracción pero no me permitiría algo así con él. Solo mire el piso hasta que me encontré con ellos debajo de un árbol.
-Oh, pero si es gris rudo.- Dijo Alexander. No estaba segura de sí reír o mirarle seriamente.
-Cállate tonto, ella es...-Alexander interrumpió a Dalia.
-Alice Grey, lo sé, va en mi clase.-
-Pues qué bien que lo sepas, para que sepas que no dejare que ella también caiga en tu jueguito del sexo.- Trague saliva y me sonroje. Solo escuchar la palabra "sexo" me ponía nerviosa e incómoda.
-Bueno, ya, ¿Nos vamos?- Dije tartamudeando un poco, malditos nervios.
-Claro, mis amigas nos están esperando.- Me contesto Dalia a la vez que me tomaba del brazo y me jalaba con ella para llevarme casi arrastrándome con ella, su hermano nos seguía.
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Amor infernal.
Teen FictionAlice Grey es una chica normal. No bebe, no fuma y no sale. En su vida ella siempre había estado en colegios para señoritas y nunca había conocido a un hombre. Ella se muda a la ciudad de San Diego para poder tomar su universidad, no sabía lo que le...