4. El hechizo Targaryen

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4. El hechizo Targaryen

POV Mysaria.

Vagó por las galerías de Rocadragón, como había acostumbrado a hacer en los últimos tiempos. Ya era un lugar familiar para ella, impregnado de sensaciones e incluso recuerdos. Recuerdos que se hacían cada vez más intensos, por cierto. Había sido en los últimos meses, de hecho, en los que su apego a esa fortaleza se había incrementado drásticamente, llegando, incluso a considerarla un hogar.

Y esto la desconcertaba sobremanera, porque ella, Mysaria, el Gusano Blanco, no era un ser acostumbrado a conformarse con el primer sitio en el que caía. No era alguien que se dejase impresionar, ni dominar, ni siquiera satisfacer. Sacaba máximo provecho del lugar y las circunstancias en los que se encontraba, cierto, pero no se dejaba atrapar por ellos, siempre estaba lista para saltar a otro destino o propósito de mayor conveniencia.

Pero en este caso debía reconocer que Rocadragón había desplegado sus encantos.

Pero, ¿había sido realmente Rocadragón?

Avanzó por una galería oscura y viró a la izquierda, hacia un pasillo con arcos por los que entraba algo de luz grisácea del exterior. Cielos grises poblaban comúnmente el ambiente de esas tierras, algo a lo que Mysaria ya se había habituado, y que a veces incluso agradecía.

Se adentró en una de sus estancias favoritas: la biblioteca.

Mientras esperaba la vuelta de Rhaenyra de su viaje temerario, decidió dejar el libro sobre hierbas medicinales que había estado estudiando y buscar algo más intenso quizá, algo más heroico. ¿Dónde buscar los libros más épicos? Había muchos de biografías, de todos los reyes, reinas, princesas y príncipes de todos los reinos y de todas las eras. También relatos ficticios, pero admitió que esta vez le apetecía algo más real.

Arrastrando la mirada por las estanterías se topó con un grueso tomo, "La dinastía Targaryen", se titulaba.

A pesar de estar rodeada de Targaryens todo el día, decidió echarle un vistazo. Parecía que resumía su historia hasta ese momento.

"La historia de los antepasados de Rhaenyra", pensó.

En la primera página, tras el índice, se desplegaba un gran árbol genealógico a todo color. Lo observó con interés.

Partía de Aenar Targaryen y su hija Daenys la Soñadora. De la cual salían tres flechas indicando los insignes/gloriosos nombres de Visenya, Aegon y Rhaenys, los tres renombrados Targaryen que cambiarían la historia de poniente para siempre. De sus cruces rocambolescos entre ellos, nacerían Maegor, de Visenya con Aegon, y Aenys I de Rhaenys con Aegon.

Ciertamente, Mysaria siempre encontraría repugnante el hecho de que esa familia fuese capaz de desarrollar tales afectos por miembros de sangre tan cercanos. Pero algo debía de funcionar distinto en ellos.

De Aenys I descendía una flecha a Jaehaerys I y su célebre esposa Alysanne. Empezaba a acercarse a la historia del presente, la que ella misma estaba presenciando.

Algo en su interior se removió. ¿Expectación?

Como nietos del rey Jaehaerys y Alisanne ya aparecían el rey Viserys y Daemon.

Y ahí acababa el árbol genealógico. Giró la página por si seguía en la hoja siguiente, pero no. El libro debía de tener unas décadas porque no aparecían los descendientes de Rhaenys ni de Viserys. No aparecía Rhaenyra.

Se dio cuenta de que ese era el punto al que había estado esperando llegar, el que le había producido esa extraña sensación interna. Ver el nombre de Rhaenyra impreso en una hoja, rodeada por todos sus ancestros, sangre, historia, leyendas y decisiones que confluían en ella. Pero en ese momento no existía. Cuando los maestres sellaron su presente en este tomo, esa figura que tanta presencia tenía ahora, no había hecho su aparición en la deslumbrante historia de esa dinastía.

El camino de la liberaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora