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Un rayo de sol se cuela por la ventana entreabierta, las cortinas bailan suavemente con la pequeña brisa que reciben del exterior, se escucha el murmullo de los árboles cerca de la sala y del agua de la fuente a la que que estos rodean.

Una voz profunda y pausada se hace oír por todos los recovecos de la habitación gracias al eco cuyas antiguas pero bien conservadas paredes producen. Esta voz se repite una y otra vez, con distintas e idénticas palabras, por alrededor de una hora.

De repente, un bolígrafo metálico se cae, una silla se arrastra, un libro se cierra de golpe, la tiza chirría y suena el timbre.

-Eso es todo por hoy, chicos.

Los alumnos se levantan y se inclinan ante el profesor. Según van saliendo, éste despide a los muchachos con una cálida sonrisa, deseándoles un buen fin de semana.

Cuando todos se fueron, el docente soltó un suspiro de cansancio y alivio a partes iguales. Con los ojos cerrados, se apoyó sobre su escritorio y masajeó su sien con la mano derecha mientras con la otra se quitaba sus pesadas gafas. Su cabeza palpitaba desde hace dos horas y por más agua que bebía durante sus clases, su garganta se secaba a cada poco.

-¿Estás bien, hyung?- El nombrado se sobresaltó por la pregunta al no ver a nadie en el aula y pensar que ya se habían ido todos. Para su sorpresa, una cabeza emergió de uno de los pupitres de delante, con ojos brillantes y una sonrisa de dientes grandes y perfectos. Si de entre el cabello revuelto y espeso del p hubieran salido dos orejas largas y suaves de conejo, al profesor no le hubiera sorprendido.

-Jungkookie, ¿sigues aquí?- Dice con cariño y arrulla cuando el chico se ruboriza hasta las orejas.

-Es que... creo que he perdido mi bolígrafo.- Comenta apenado y agacha la cabeza, pero, cuando el profesor ríe suavemente, la levanta bruscamente para absorber y admirar todo lo que pueda la expresión en la cara del otro.

-Te ayudaré a buscar- Se ofrece, dirigiéndose a donde se encuentra su alumno.-. ¿Seguro que no lo perdiste en otro lugar?

-Lo estuve usando, creo que...

No le dio tiempo de terminar su frase cuando un teléfono suena detrás de ellos. La melodía era tan bonita que el chico estira el cuello para intentar captar las notas con más claridad.

-Disculpa, es el mío-. El otro hombre se dirige con grandes zancadas a su escritorio y revuelve los bolsillos de su bolso para sacar el aparato. Su corazón se salta un latido al leer el nombre de la persona que lo llama-. ¿Hola? Sí, ya terminé el trabajo. Genial, nos vemos allí-. Cuando cuelga, tiene dibujada una gran sonrisa en su rostro y Jungkook se marea un poco al verla-. ¿Encontraste ya el bolígrafo, Jungkook-ah?-. Aún aturdido, contesta:

-N-no, pero no pasa nada, puedo comprar otro. Podemos irnos si quieres, no quiero molestarte.

El profesor sonríe con dulzura por su timidez. Ambos recogen sus cosas y se dirigen a la puerta. En el pasillo, vuelven a hablar:

-¿Cómo llevas tus clases, Jungkookie?

-Creo que bien, de momento...- Hace una mueca y baja un poco la cabeza. Su maestro ya sabe que no es una carrera que se le dé demasiado bien y, según intuye, además, que le guste.

-¿Estás entendiendo bien mis clases? Sabes que todas las dudas que tengas me las debes hacer saber, te explicaré de nuevo todo lo que necesites.

-Lo sé, hyung, muchas gracias.

Tras unos minutos de silencio, salen del recinto universitario. Al llegar a la parada de autobús, Jungkook frena sus pasos.

-Yo me quedo aquí, hyung.

Mañana   //   ⊰YOONNAM⊱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora