CAPÍTULO 25

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POV ARTEM ROMANOV


—¿Por qué no he recibido nada negativo en los informes que me envías?

La voz de mi padre resonaba fría e intensa, incluso a través de la pantalla.

—Porque todo está bien —respondí con la mayor calma posible—. No tienes de qué preocuparte. Solo concéntrate en recuperarte y vuelvan pronto.

—Y una mierda, sé que algo está pasando —su desconfianza era palpable, y fruncí el ceño mientras lo observaba.

—Amor, si nuestro hijo dice que nada ha pasado, es porque nada ha pasado... deja de buscar problemas donde no los hay —mamá intervino, intentando apaciguar la situación.

—¿Y los yakuza? —preguntó, aun con desconfianza.

—Adrik se está encargando. —Miré mi reloj e hice un cálculo rápido—. En una hora debería haber terminado.

Mi padre me observó en silencio por varios segundos, segundos que se sintieron eternos. Mantuve mi expresión impasible, sin dejar entrever emoción alguna.

—¿Cómo está mi princesa? Espero que la estén cuidando bien, o los mataré a todos —amenazó con una voz dura.

—Deja de amenazar a tus hijos, Darko —escuché a mamá nuevamente en el fondo.

—¿Por qué no se lo preguntas tú mismo? Se nota que te extraña y creo que sería mejor que ella supiera... —dije, insinuando que él debería hablar con Lia.

—No, Artem, nadie puede saber sobre mi estado de salud —ordenó con firmeza—. Ni siquiera me hubiese gustado que tú lo supieras, pero eres el Pakhan, y de eso se trata; conoces todos los secretos de cada miembro de la bratva, y tendrás que aprender a vivir con cada uno de ellos.

—¿Y si esos secretos de alguna manera hacen daño

—Eso es justo lo que hacen, hijo. Solo tienes que ser fuerte.

—Aun así, creo que los gemelos y Lia merecen saberlo... ellos...

—No —interrumpió bruscamente, cerrando los ojos por unos segundos. Hizo una mueca, y me maldije internamente. Había presionado más de lo necesario.

—Artem, tenemos que colgar. —Mamá apareció en la pantalla, tratando de aliviar la tensión—. No te preocupes, es solo que este señor se altera mucho y aún no guarda la calma tras su cirugía. Cuídense, por favor. Los amamos.

Colgó rápidamente, dejándome con un sentimiento de impotencia que se transformó en un golpe seco sobre el escritorio.

No podía discutir con papá, no en su estado.

Pero, ¿qué pasaría cuando se enterara de que Lia estaba sufriendo?

Cerré los ojos, tratando de organizar mis pensamientos. Eso lo mataría, y tenía que evitar que lo supiera, al menos por ahora. Pero para eso, Lia tenía que saber sobre su estado, tenía que entender que gran parte de mi silencio radicaba en proteger a papá de una posible guerra interna en la bratva.

Abrí los ojos, sacudiendo la cabeza.

No, no podía decirle nada. Papá se daría cuenta en cuanto viera a Lia; la conocía demasiado bien, la leería como un libro abierto.

La puerta se abrió y Sergei entró, recién había llegado de Rusia. Esperaba que trajera buenas noticias.

—Después de la boda, tendremos que ir a Rusia —su voz fue grave, como siempre que abordaba asuntos serios. Asentí lentamente, mordiéndome el interior de la mejilla para contener el gesto de desagrado que amenazaba con deformar mi rostro—. Hay ciertos asuntos que requieren tu supervisión. Además, debes asegurarte de cómo dejarás todo en manos de Aleksey.

OSCURA ATRACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora