Ya alejados del departamento de Michel, Max estaba comenzando a tranquilizarse, aunque el gruñido de su estómago indicaba que necesitaba comer. Charles, atento, sugirió con tono suave:
—Max, ¿te parece si paramos en ese motel? Podríamos descansar y comer algo antes de continuar el viaje. Aún falta mucho, y creo que los hemos perdido por ahora. Max asintió, todavía algo tenso. Charles estacionó frente a lo que parecía ser la recepción del motel y Max sacó las nuevas identificaciones que les habían dado. Al leerlas, su rostro se tornó rojo de ira.
—¡Con un carajo! —exclamó Max, con los ojos llenos de furia—. ¡Ese idiota nos puso como casados! Y para colmo, ¡llevo tu apellido, Leclerc!Charles, incapaz de contener su risa, respondió con un tono burlón:
—Tranquilo, Max. Piensa en esto como si estuvieras interpretando un papel en una obra. Sólo tienes que actuar como mi amado esposo por un rato.
—¿Te estás divirtiendo con esto, Leclerc? —preguntó Max, entrecerrando los ojos con desconfianza.
—Tan lindo, ya actúas como una esposa enojada. Parecemos una vieja pareja... Sigue así, "querido" —dijo Charles, con una sonrisa que solo lo exasperaba más.
Al entrar en la recepción, Charles pidió amablemente dos habitaciones. Sin embargo, la recepcionista, con una expresión apenada, les informó que solo quedaba una disponible. Max, irritado, intentó exigir otra, pero Charles lo interrumpió con una sonrisa tranquilizadora:
—Disculpa a mi esposo, está un poco molesto porque perdimos nuestro vuelo a Bali para celebrar nuestro aniversario. —luego, acercándose a la recepcionista, Charles susurró— Es la única semana que tenemos para disfrutar sin los niños, y queríamos pasarla bien. Tomaremos la habitación, cariño.
Max, viendo la interacción salió afuera furioso y comenzó a patear el neumático del vehículo, mientras la joven detrás del mostrador reía suavemente.
—Debe amarlo mucho —comentó ella, entregándole las llaves y una botella de champán como cortesía a Charles.
Charles, aún sonriendo, se acercó a Max con las llaves en una mano y la botella en la otra.
—Querido, sujeta nuestro regalo mientras bajo las maletas —dijo Charles, dejando un beso fugaz en la mejilla de Max antes de dirigirse al coche. Max, congelado por el inesperado contacto, observó a Charles mientras este sacaba las maletas. Max, recuperando el control, tomó una de las maletas y entrelazó su mano con la de Charles, tratando de mantener la fachada ante la mirada de la recepcionista. Una vez dentro de la habitación número 69, ambos se soltaron rápidamente. Charles fue directo a la ventana, cerrando las cortinas y vigilando cualquier movimiento afuera. Mientras tanto, Max trabó la puerta con todo lo que encontró, incluyendo una silla.
Max abrió la mini heladera y agarro un redbull y un pote de helado, luego se acomodó en la cama y encendió el televisor, y comenzaron a salir escena s de adultos con el volumen máximo.
—¿Maxie, estás cachondo? —bromeó Charles al ver la escena explícita en la televisión.
—Cállate —respondió Max, frunciendo el ceño—. ¿Todos los canales son iguales aquí?
—Estás en un motel, y la habitación tiene el número 69 en la puerta. No es tan difícil de adivinar —dijo Charles, riendo y acomodándose junto a Max en la cama, compartiendo el helado, y se dedicaron a criticar las escenas en la televisión. La conversación fluyó hacia temas más personales.
—¿Qué planes tienes después de la graduación? —preguntó Max, bajando el volumen de la televisión.
—No son mis planes, sino los de mis padres. Se supone que debo casarme con Serena, la hija del jefe del clan Delacroix. —Charles suspiró—. Y tú, ¿qué harás?
—¿Serena, eh? —murmuró Max—. Recuerdo cuando éramos niños y nuestras familias aún eran amigas. Ella solía decir que se casaría contigo. Charles sonrió y se acercó más a Max, tan cerca que sus labios casi se rozaron.—Siempre pensé que tú y yo terminaríamos juntos —dijo Charles en voz baja—. Nunca entendí por qué nuestras familias decidieron odiarse.
—Leclerc, estás demasiado cerca —susurró Max, entrecerrando los ojos, sintiendo el calor de Charles tan cerca.
—¿Y qué tiene de malo? —susurró Charles, dejando que su aliento rozara los labios de Max.
—Charles, en nuestro mundo esto no es posible. Solo existen la venganza y el poder somos enemigos declarados por nuestras familias. No podemos traicionarlas.
Charles intentó acercarse aún más, pero Max se levantó abruptamente y se encerró en el baño, dejando a Charles sonriendo ligeramente mientras se recostaba en la cama, esperando que saliera. Cuando Max salió, envuelto en una toalla, se dirigió directamente al estante de dulces y agarró unos chocolates, mientras Charles se preparaba para tomar una ducha. Poco después, Charles salió del baño y se encontró con Max ya dormido en la cama. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que Max comenzara a inquietarse en su sueño, emitiendo pequeños gemidos. Charles, preocupado, encendió la lámpara y se inclinó sobre él.—Max, ¿qué te ocurre? —preguntó Charles, sosteniéndolo por ambos lados de su cara. Max, con los ojos vidriosos y el cuerpo ardiendo, murmuró avergonzado:—Charles... no sé qué me ocurre. Me siento como si me he drogado... y me arde abajo...Charles comenzó a revisar frenéticamente lo que Max había consumido hasta que encontró un envoltorio de chocolate. Al leer las letras pequeñas, exclamó:
—¡Carajo, Max! Te comiste un chocolate afrodisíaco... más fuerte que un viagra.
—¿Y ahora qué hago? —suplicó Max, cubriéndose con ambas manos la entrepierna, que estaba dolorosamente erguida
—¿No hay algún antídoto o algo?
Charles revisó el envoltorio y, al encontrar la descripción, leyó en voz alta:
—Efectos por 12 horas...
—¡¿Cómo voy a aguantar 12 horas en este estado?! —gimió Max, desesperado.
—Podrías darte placer —sugirió Charles, medio en serio, medio en broma—Tal vez eso alivie un poco.
Max dejó escapar un gemido involuntario y pidió:—Charles... déjame solo...–Charles asintió y se fue al baño, tratando de ignorar los gemidos que provenían de la habitación. Pero no pudo evitar excitarse al escuchar a Max, lo que lo llevó a liberar su propia erección y empezar a tocarse detrás de la puerta contigua. Max, incapaz de calmar el fuego en su interior, finalmente cedió y comenzó a tocarse, pero pronto se dio cuenta de que necesitaba más.
—Char...les... no puedo... hacerlo solo... —gemía Max entrecortadamente, incapaz de resistir más.
Charles, sin pensarlo dos veces, salió del baño y fue directo hacia Max. Se acercó mirándolo directo a los ojos y lo desnudó con movimientos lentos y deliberados, comenzó besando cada rincón de su cuerpo. Max solo podía gemir y pedir más, sus manos temblorosas aferrándose a Charles como si su vida dependiera de ello. Charles lo colocó al borde de la cama, levantó las ambas piernas de Max sobre sus hombros, y comenzó a lamer su miembro con avidez. Max maldecía de placer, sus manos acariciando su propio pecho y enredándose en el cabello de Charles, guiándolo con desesperación. Charles, sintiendo el control que tenía sobre Max, intensificó su ritmo, sus manos apretando las nalgas de Max y empujando su miembro aún más dentro de su boca, mientras Max se retorcía bajo él, perdido en un mar de sensaciones que lo llevaban al borde del delirio.
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Hijos de la mafia. Lestappen
FanfictieMientras la tensión entre sus familias se intensifica, Max lucha contra sus sentimientos ocultos hacia Charles, recordando los días en que eran inseparables. Con la graduación acercándose y el peso de sus futuros roles como líderes, ambos deben enfr...