Único

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Quackity soltó un quejido, sintiéndose caliente por milésima vez esa semana.

Comenzaba a hartarse.

Llevaba tres meses desde que había iniciado testosterona, y los cambios que había tenido eran hermosos, pero, el mayor (y el peor) cambio, era en su calentura.

Se sentía caliente todo el día.

Todo. El. Maldito. Día.

Apenas estaba exagerando, pues, había pasado de ponerse así unas cuatro veces por semana a mínimo tres veces por día. Y eso, lo hacía tener una mano metida ahí abajo más tiempo del que le gustaría admitir.

Ya estaba comenzando a cansarse... al principio hasta lo había hecho sonreír, sintiéndose como un chico puberto que estaba caliente todo el tiempo, dándole una pizca de euforia. Pero ahora... desearía que se detuviera.

Ya se había masturbado tres veces ese día, era ridículo que todavía se sintiera así. Solo quería dormir, estaba cansado, pero era difícil ignorar su calentura.

Suspiró, pensando en alguna solución. Podría simplemente masturbarse y ya, problema resuelto; o ir a tomar una ducha fría, aunque eso probablemente le espantaría todo el sueño.

Y si...

¿Y si intentaba invocar un incubo?

Negó con la cabeza de inmediato, sintiéndose avergonzado de ese tonto pensamiento. Se regañó a sí mismo, escondiendo su rostro entre sus brazos, no debía pensar en esas tonterías...

Quackity solía tener pequeñas obsesiones que duraban un par de días donde solo investigaba sobre algo en específico. Y, una de esas pequeñas obsesiones, fueron los demonios. Pasó horas y horas investigando sobre demonios, de distintos tipos, culturas e interpretaciones.

Y, el demonio que más le llamó la atención, fue el incubo.

Un demonio que tenía relaciones sexuales con personas mientras dormían (normalmente sin ningún consentimiento). Tenía una contraparte femenina, súcubo, sin embargo, Quackity estaba más interesado en el incubo.

Había muchas interpretaciones y leyendas alrededor de los incubos, y la mayoría sonaban como extraños cuentos de hadas. También estaba la popular teoría de que la leyenda se creó como una manera de encubrir las violaciones que ocurrían mientras la víctima estaba dormida, y la verdad, eso tenía sentido.

Parecían ser de todo menos reales, como cualquier demonio, pero eso no quitaba que Quackity había fantaseado muchas veces con uno.

La idea de un demonio que se aprovechara de él no debería gustarle tanto... pero no podía evitarlo.

Así que, no era de extrañarse que estuviera teniendo esa (quizá estúpida) idea.

Aún regañándose a sí mismo por estarlo considerando seriamente, alcanzó su celular en la mesita de noche, encendiéndolo, entrecerrando los ojos al cegarse por el brillo de la pantalla, abrió el buscador, y escribió:

'Como invocar un incubo'

Se mordió el labio, dudando sobre si presionar el botón de 'buscar', pero solo cerró sus ojos, y lo hizo. Esperó un par de segundos, en los que creía y la búsqueda debía estar cargando, hasta que los abrió, y apenas bajó un poco, presionando sobre la primera página que le llamó la atención.

Era exactamente lo que necesitaba, un tutorial sobre como invocar a un incubo.

Lo primero era una lista de materiales, y a Quackity le sorprendió tenerlo todo. Parecía que, después de todo, ese día que se obsesionó con comprar velas aromáticas sirvió para algo; o la ocasión de su proyecto fallido sobre aprender a coser.

Incubus | LuckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora