Nuestras palabras no dichas

Capítulo I: el nacimiento de un deseo

Norea del Corte

Laura

Entonces... ¿crees que estás en lo correcto?

Elías

Yo confío en ella. ¿Qué puede perder?

Carolina

La dignidad

Laura

Lo que tú no tienes juas juas

Laura

Hablando en serio, Dana, tal vez lo asustes.

Carolina

Voy a hacer como que no leí eso pero ¡vamos, chicos! Incluso puede ser que le conozca ¿¿no sería eso increíble??

Elías

Plan de contención A: activado.

Carolina

Hoy por hoy, los escritores no reciben cartas. Envíale un mensaje a su Instagram o página oficial en internet. Búscalo en Google, debería tener un apartado.

Laura

Y si no le contesta? O si no hay manera de comunicarse, directamente?

Elías

Plan de contención B: a la espera.

Chicos, envié el mensaje ayer por la
noche, ¿es que no tienen nada
que hacer? Jajajajaja

Elías

No, siguiente pregunta.

***

Mi nombre es Dana Parisi, y estoy enamorada.

Bah, en realidad, estoy enamorada de un personaje... de un libro... así que no existe.

Comencé a leer la saga de "El arco carmesí" hace un mes y medio. Y lo amé tanto que enseguida me compré todos los tomos.

Tengo desde el tomo 1 al 5, los anexos, los mapas oficiales y una guía de personajes revelando datos importantes. Mi favorita es Silvana. ¡Amo su destreza con el arco y las armas de fuego! ¿Sabían ustedes que es capaz de recargar un mosquete en 15 segundos, y que lo aprendió de su padre?

Son datos menores, pero no tan menores como que el Río Blanco tomó su nombre por La Gran Nevada, o que la ciudad de Lys tiene cuatro murallas de 25 metros.

Los dinosaurios no se extinguieron en este universo, pero son usados como animales de carga o de guerra. Las "ametralladoras de fuego" fueron inventadas por los enanos de la Montaña Gris, y los elfos dorados odian las espadas de sangre de licántropo.

Pero... no solo estoy emocionada con los libros en sí, sino también en que el autor tiene el mismo apellido que una persona que amé y perdí hace muchísimo tiempo. Su seudónimo es G. E. Pfüller. Me recuerda a un tal Gonzalo Pfüller, con el que viví mis mejores días en la preparatoria. Ahora, ya adulta, vivo de pequeños trabajos como pasear perros, cuidar niños e interpretar temas de bodas en la orquesta local.

Gonzalo fue mágico, no tengo dudas. Pero demostró ser también alguien sin escrúpulos. Eso no era algo que cambie con el tiempo.