Los hijos de los villanos más temidos han crecido en un entorno lleno de maldad, criados para continuar el legado de sus padres, destruir reinos, asesinar y romper corazones. Pero, dentro de ellos, guardan un secreto que ni ellos mismos pueden enten...
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Después de haberse llevado un gran susto al pensar que iban a caer al mar, apretujones y más peleas, lograron llegar a Auradon, la vibra se sentía diferente, todo era muy alegre, colorido, y para algunos de los hijos de villanos daba asco.
—Jay, suéltalo. —Advirtió Oliver viendo a sus dos amigos pelear por una manta azul.
—Yo lo vi primero!
—Lo viste pero yo lo tomé antes! Vee, dile que me lo devuelva!—Carlos jaloneaba la manta con todas sus fuerzas, Mal e Evie se alejaban para no salir lastimadas de los bruscos movimientos de Carlos y Jay.
—Chicos, creo que ya debemos bajar! —Aplaudió la chica de cabello azul, notándose muy emocionada.
La puerta de la limosina se abrió, lo primeros en salir fueron Jay y Carlos, quienes cayeron directo al suelo por seguir peleando, Evie y Mal bajaron después de ellos y por último Oliver.
La banda de la preparatoria dejó de tocar haciendo que el único ruido y gritos del lugar fueran de los dos chicos que estaban peleando.
—Tienes todo lo demás! Por qué quieres esto que no se que es!?
—Porque tu lo quieres! —Puso su pie sobre el pecho de Carlos para que soltara la manta. —Suéltalo!
—No!
Los alumnos abrieron paso a cuatro personas, dos chicas, un chico y una señora de vestido celeste.
—Chicos, tenemos público... —Mal miró a Jay y Carlos.
—Ah, sí... solo estábamos limpiando. —Dijo Jay mientras levantaba del suelo a Carlos, aún sosteniendo las cosas que había tomado del interior de la limosina.
—Déjenlo donde estaba. —La mujer más bajita habló con una sonrisa. —Me refiero a que lo dejen de verdad.
Jay a regañadientes lanzó todo al interior de la limosina, Oliver tomó la manta de color azul y la lanzó igualmente, todos se quedaron en silencio, uno muy incómodo, hasta que el hijo de Jafar dio varios pasos al frente con su actitud coqueta de siempre.
—Hola bonita, mi nombre es Jay. —Saludo con una sonrisa en su rostro a una de las chicas que vestía un vestido rojo, ella solo soltó una leve risa sintiéndose avergonzada por el repentino acercamiento.
—Bienvenidos a la preparatoria. —Interrumpió la mujer. —Soy el Hada Madrina, la directora.
—El Hada Madrina? —Preguntó Mal. —La del bibidi babidi bo?
